48-El Renacimiento - Pintura (comp.) Justo Fernández López Historia del arte en España |
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El Renacimiento – Siglos XV y XVI
Pintura del Prerrenacimiento (siglos XIV-XV)
El siglo XV sigue pintando en estilo gótico con gran variedad y riqueza. Si exceptuamos el siglo XVII, que representa la cumbre de la pintura española y universal, es el siglo XV el más fecundo en pintura en España. Los pintores españoles se muestran remisos a la hora de aceptar las influencias renacentistas, mientras que se muestran muy partidarios del gótico y del barroco.
En el gótico y el barroco tiene la pintura española su máxima expresión y su representación más numerosa. El gótico y el Renacimiento no son estilos contrapuestos, sino sucesivos. La diferencia es más local que temporal: El gótico es la expresión de la Baja Edad Media atlántica occidental y el Renacimiento es la expresión del a Baja Edad Media italiana.
En España las influencias italiana y atlántica se mezclan y se superponen, dando lugar a estilos diferentes. Hasta el siglo XVII, solo hay dos grandes estilos pictóricos en Europa: el estilo idealista italiano que lleva al clasicismo y el estilo realista flamenco que lleva al barroco.
En el siglo XIV entra el trecento italiano en Cataluña con Ferrer Bassa y los hermanos Serra.
Jaume Ferrer Bassa (1285–1348)
Ferrer Bassa, fue pintor y miniaturista de la Corona de Aragón, donde trabajó intensamente para la corte de los reyes Alfonso IV y Pedro el Ceremonioso, abandonó la inicial influencia franco-gótica y, como otros pintores de la Corona de Aragón, se decantó tanto por la escuela florentina como por la escuela sienesa, después de entrar en contacto con estos movimientos durante una estancia en Italia. Es el heraldo del trecentismo sienés. Sienesa es la blandura de su modelado y el alargamiento de los rostros de sus personajes.
Los hermanos Serra
Pere Serra o Pedro Serra fue un pintor de la Corona de Aragón de estilo italo-gótico, que estuvo activo en Cataluña entre 1357 y 1406. Provenía de una familia de pintores activos en Cataluña en el siglo XIV. También lo fueron sus hermanos Jaume, Francesc y Joan. Cultivaron los hermanos Serra el estilo italo-gótico, de influencia en especial sienesa, como era por otro lado típico del siglo XIV catalán. Realizan figuras menudas, estilizadas, de ojos rasgados y boca pequeña.
Los hermanos Serra son los verdaderos creadores del trecentismo catalán. Su temperamento carece del dramatismo de Bassa. Los personajes de los Serra son de rasgos menudos, delgaditos y de rostro redondo. Su expresión es dulce, tranquila y pensativa. Sus obras tardías con sentido decorativo anuncian el estilo llamado internacional (1400).
En el siglo XV, España no tiene estilos genuinos y originales. Asimila los estilos europeos: el estilo italiano-francés (estilo internacional) y el estilo flamenco-naturalista. Es el siglo de la expansión del arte mudéjar en arquitectura, el arte arquitectónico más original de su tiempo. En pintura, sin embargo, el arte español rechaza la tendencia geométrica y abstracta del arte pictórico musulmán (que rechaza la pintura figurativa) y prefiere el arte figurativo europeo. Solo en los techos se conserva el gusto musulmán del artesonado de lacería.
El siglo XV en pintura es el siglo de predominio mediterráneo. Descentrada de las rutas comerciales, Castilla queda rezagada con respecto a Cataluña en la asimilación del arte europeo.
Los siglos XIV y XV fueron los siglos del auge del comercio mediterráneo y la decadencia del régimen agrícola castellano. La situación se invierte a finales del siglo XV con el fin de la Reconquista. Pero hasta el siglo XV, Levante y Cataluña son más ricas, de ahí que tengan en pintura mayor demanda de obras. Castilla construye sus grandes catedrales en el siglo XIII y luego sufre hasta los Reyes Católicos un colapso económico.
El estilo internacional en Cataluña y Levante (1400-1430)
Entre el siglo XIV y el XV, surgió en torno a la corte de Aragón el estilo internacional: colorismo bizantino de la escuela francesa. Es un estilo híbrido en la zona de contacto de las culturas, la francesa y la italiana.
Caracteres del estilo internacional: Alargamiento de las figuras al estilo del Greco (misticismo). Preferencia por figuras alargadas, curvilíneas, retorcidas y patéticas, expresión del dolor; herencia de la escultura decorativa de las catedrales francesas del siglo XIII al XIV. El nacimiento del individualismo burgués se nota en el retrato del donante del retablo o cuadro que es reproducido en algún ángulo de la obra.
Pintores del estilo internacional
Lluís Borrassà o Luis Borrassá (1360-1425)
Fue un pintor de la Corona de Aragón. Procedía de una familia de artistas de Gerona, en cuyo taller se formó. Hacia 1383 se estableció en Barcelona, donde creó un importante taller, con ayudantes y discípulos. Estas circunstancias hacen que algunas de sus obras sean difíciles de identificar, además de desiguales en cuanto a su calidad.
Recoge la herencia italianizante de los hermanos Serra, a la que dota de mayor expresividad y dramatismo. Se le considera el introductor del estilo gótico internacional en Cataluña.
Pintó numerosos retablos, de cuerpos superpuestos, con un cromatismo brillante. Influyó en artistas posteriores, como Joan Mates o Bernardo Martorell.
Sus personajes muestran actitudes espectaculares y rasgos violentos. El retablo de Santa Clara es su obra más famosa.
Ramón de Mur
Ramon de Mur fue un pintor gótico, activo en Cataluña (Corona de Aragón), representante del gótico internacional y adscrito a la escuela tarraconense. Su obra refleja una nueva etapa estilística en la composición.
Vivió y trabajó en Tárrega, donde realizó la mayor parte de su obra, de la que la más importante es el retablo de la iglesia parroquial de Guimerá (provincia de Lérida), conocido como el Retablo de Guimerá, que fue pintado entre 1402 y 1412 y del que hoy se conservan 23 de las 32 tablas originales en el Museo Episcopal de Vich.
Bernardo Martorell (1400-1452)
Pintor catalán perteneciente a la fase internacional de la pintura gótica. Pertenece a la segunda etapa del estilo gótico internacional en Cataluña, caracterizada por estar más cercana al estilo flamenco. Se considera su estilo un antecedente del de Jaume Huguet.
A mediados del siglo XV fue uno de los principales artistas de Cataluña. La mayor parte de sus obras fueron retablos aunque diseñó vitrales e iluminó libros, como las miniaturas del Llibre d'Hores (guardado en el instituto Municipal de Historia de Barcelona).
Es una de las grandes figuras del primitivismo español. En él culminan todas las características del estilo internacional. El ímpetu curvilíneo es muestra de este estilo.
Influencia del estilo flamenco (1430-1470)
El estilo flamenco es el estilo de la escuela flamenca de Van Eyck. Es un estilo muy propagado en España y contrario al estilo internacional. Es un estilo más naturalista. Las figuras ya no son expresión de lo místico, sino arquetipos reales de un naturalismo casi agresivo. Recogen las formas tal cual aparecen en la vida diaria, inspiradas en la realidad. De ahí este arte poderoso, masivo y natural, contrario al idealismo sienés y florentino del siglo XIV. El estilo gótico flamenco arraiga especialmente en Castilla.
Pintores del estilo flamenco
Luis Damau o Lluís Dalmau (1428-1461)
Fue un pintor gótico español, introductor del estilo hispano-flamenco en la Corona de Aragón. Originario de la ciudad de Valencia, se le documenta a partir de 1428 como pintor del rey Alfonso V el Magnánimo.
En su estilo triunfa la masa y monumentalidad, las telas ya no se pierden en curvas y contracurvas, sino que se quiebran como en Van Eyck. Dalmau fue discípulo de Von Eyck. Los retratos de los donantes en el cuadro copian fielmente los rasgos individuales del mismo.
Dos son únicamente las obras documentadas a nombre de Dalmau que se han conservado: la Virgen dels Consellers, encargo del Consejo de Ciento de la ciudad de Barcelona, y la tabla central del retablo de San Baudelio.
Jaime Huguet o Jaume Huguet (1412-1492)
Pintor gótico español, representante del estilo hispano-flamenco en Cataluña. Desarrolló su máxima actividad en Barcelona a partir de 1448, donde creó un taller que prácticamente monopolizó la realización de retablos en Cataluña durante la segunda mitad del siglo XV, una vez muertos Bernat Martorell y Lluís Dalmau.
En su taller trabajaron sus discípulos y también miembros de la familia Vergós con la que mantuvo una estrecha relación personal. Una parte importante de su obra se ha perdido en revueltas que han destruido las iglesias que las contenían y la mayor parte de lo que se conserva son paneles de retablos desmontados.
Huguet sigue la tradición de Martorell y es la figura más importante de la pintura catalana del siglo XV. Sus características son la admirable capacidad expresiva y la finura y delicadeza de su temperamento. Es naturalista flamenco, pero los rasgos de sus personajes son finos, elegantes, graves y solemnes, con rostros a veces melancólicos. Los rostros sorprenden por la finura y simplicidad de ejecución y la gran sensibilidad.
Bartolomé Bermejo (Córdoba, 1440 – Barcelona, 1498)
Bartolomé Bermejo, llamado también Bartolomé de Cárdenas, fue un pintor gótico español activo en el último cuarto del siglo XV en tierras de la Corona de Aragón, a pesar de ser cordobés.
La obra de Bartolomé Bermejo se inscribe en la tendencia hispano flamenca, siendo el maestro más representativo de la escuela aragonesa, sin vínculos con la pintura andaluza pese a su nacimiento en Córdoba.
Es el más monumental de los pintores de su tiempo (firmaba a veces: Rubeus). Sus personajes son fuertes, de rostro rectangular y facciones enérgicas. La sensación de fuerza, energía y masa es esencial a Bermejo.
Su estilo está influido por la escuela flamenca, en particular por Rogier van der Weyden, Jan van Eyck y Dirk Bouts, pero a quien más se acerca quizá sea al portugués Nuno Gonçalves por comunidad de intereses y formación análoga.
Rasgos flamencos en su arte son el manejo empírico de la perspectiva, la representación minuciosa de los detalles y la óptima técnica al óleo, que utiliza junto con el temple, así como el naturalismo en los rostros y el paisaje.
Fernando Gallego (1440-1507)
Fernando Gallego fue un pintor gótico, el más destacado exponente del estilo hispano-flamenco en Salamanca y su área de influencia.
Perdidas todas las documentadas, el catálogo de las obras de Fernando Gallego ha de comenzar con la tabla de La Piedad. La vestimenta de los donantes, retratados a menor escala que el grupo principal, y lo que se ha llamado una influencia flamenca «insuficientemente digerida», permiten datar esta obra en los inicios de la carrera del pintor, hacia 1470.
Poco posterior es el Retablo de San Ildefonso de la Capilla de San Ildefonso o del Cardenal, situada a los pies de la catedral de Zamora, que se sabe hubo de ser pintado hacia 1475-1480.
El retablo mayor de la iglesia de San Lorenzo el Real de Toro, datado entre 1494 y 1496, se considera obra de plenitud del autor, el último de los retablos pintados por él y, según Gaya Nuño, «el canto del cisne de su autor», aunque la intervención del taller en su ejecución también debió de ser amplia.
Gallego es, con el Maestro de San Ildefonso y Jorge Inglés, la mayor figura castellana de este estilo y de este siglo.
Maestro de San Ildefonso es la denominación convencional para referirse al anónimo pintor hispano-flamenco activo en Valladolid en el último cuarto del siglo XV, autor de una tabla de la Imposición de la casulla a san Ildefonso adquirida por el Museo del Louvre en 1904.
Jorge Inglés fue un pintor del siglo XV, nacido probablemente en Inglaterra. Llegó a Castilla para decorar la Catedral Vieja de Salamanca. Su estilo revela su perfecto conocimiento de la pintura flamenca y, sobre todo, de la escuela de Tournai. Se desconocen los pormenores de su vida.
Pintura del siglo XVI – Pleno Renacimiento
La imagen del mundo renacentista está caracterizada por la coexistencia de idealismo y realismo al mismo tiempo. La burguesía opulenta empezó a interesarse por el mundo sensible, aunque rasgos del mundo medieval persistían aún.
Causas del Renacimiento:
La extensión de la cultura a través de universidades y no de conventos.
Secularización del saber, antes monopolizado por los clérigos.
Invención de la imprenta que divulgó la cultura.
Establecimiento de sabios griegos en Italia, huyendo de los turcos.
Riqueza de las ciudades italianas, la burguesía se convierte en clase dirigente y refinada que protege a los artistas.
El individualismo sustituye a la idea comunitaria religiosa. Los artistas renacentistas comienzan a firmar sus obras personales.
La obra significativa del románico es el monasterio como “fortaleza divina”; la del gótico, la catedral construida en el centro de la ciudad, orgullo de la clase media que habita a su alrededor con sus comercios y talleres. Los monumentos son obras monstruosas, fruto del trabajo común de muchos artistas durante años o siglos. La obra del Renacimiento es obra de un hombre solo, mientras que las del románico y el gótico es obra de varias generaciones.
La obra prerrenacentista es de conjunto, la renacentistas es de variedad. Frente a la variedad individual y personal del Renacimiento, destaca la unidad del románico y del gótico. Trabajo en equipo de gremios y logias medievales contra el trabajo individual de hombres descomunales y geniales.
La pintura en el Renacimiento
Los pintores medievales había sido expresionistas, los renacentistas son más naturalistas e individualistas. Para el medieval el mundo real es apariencia que encubre la suprema realidad divina, para el renacentista el mundo real es interesante, se le puede copiar, la naturaleza es fuente de creación e inspiración.
La pintura renacentista se vuelve naturalista, figurativa. El Renacimiento descubre la técnica de la perspectiva. Tras el cuattrocento con su descubrimiento del naturalismo y el retrato, el siglo XVI italiano pasa, en la escuela florentina y romana a la simplicidad y claridad, a la claridad de la composición, reacción idealista inspirada en el platonismo. Los cinquecentistas hacen descubrimientos en el campo de la luz, se descubre en la luz un valor dramático de primer orden; la perspectiva se domina completamente y se acentúa la composición (Rafael y Leonardo, Miguel Ángel).
La pintura renacentista llega a España en el siglo XV (Huguet y Bermejo) con las influencias de Siena y Borgoña de Martini y von Eyck. Pero la verdadera explosión sucede en el siglo XVI. La conquista técnica en España en el siglo XVI es la perspectiva de los cuatrocentistas de Florencia y de Padua. Avanzando el siglo, llega el clasicismo italiano, influencia de Leonardo en la perspectiva y la composición. Por último, a finales del siglo llega la influencia de Miguel Ángel.
La pintura española estaba dominada hasta el siglo XVI más por el estilo flamenco, pero a principios del siglo XVI entra el movimiento renacentista. El primer bloque que recibió esta influencia fue el levantino (Valencia).
Primer tercio del siglo XVI: Cuatrocento y Leonardo
Valencia
Rodrigo de Osona (Osuna) el Viejo
Rodrigo de Osona o Roderic de Osona fue un pintor, activo en Valencia entre 1440 y 1518.
Con una formación básicamente hispano-flamenca, está considerado como uno de los introductores de las formas renacentistas en la pintura española, llegando a un sentido pleno del italianismo quattrocentista. Sin embargo, las influencias italianas se ven matizadas por el conocimiento y la aplicación de fórmulas propias de la pintura flamenca, como es la expresividad alejada de la idealización: fusión de elementos holandeses e italianos.
Los aspectos de amabilidad y dulzura atienden más a razones de tipo devocional que a una visión racionalizada y rigurosa de la realidad. A pesar de ello, sus cuadros muestran una preocupación por la ambientación natural y arquitectónica de las escenas y un extraordinario dominio de la pintura al óleo.
Francisco de Osona el Joven
Habiendo padre e hijo trabajado en estrecha colaboración, las obras salidas de su taller suelen atribuirse a ambos, aunque suponiendo en el hijo una mayor apertura hacia las novedades de Italia. Sin embargo, mientras que la actividad del padre llegó hasta 1518, la del hijo, fallecido antes, abarca de 1465 a 1514. Al segundo se debería la tabla de la Epifanía, conservada en Londres, que está firmada por "Lo hijo del maestro Rodrigo", en la que, al contrario, parece apreciarse una tendencia más tradicional que en las obras consideradas del padre. A partir de ella se le ha atribuido el Cristo ante Pilatos conservado en el Museo de Bellas Artes de Valencia. La obra de ambos pintores, junto con la de Paolo de San Leocadio, sientan las bases para el breve ciclo de clasicismo en la pintura española. Con los Osona domina el cuatrocentismo en Valencia.
Fernando Yáñez de la Almedina (1505-1537)
Fernando Yáñez de la Almedina se formó en Italia en el conocimiento del arte de Leonardo da Vinci. Fue el introductor de las fórmulas quattrocentistas italianas en Valencia y Castilla la Nueva. Su conocimiento de la pintura de Leonardo da Vinci, con quien pudo colaborar en el perdido mural de La batalla de Anghiari, conjugando su influencia con la de otros pintores italianos como Filippo Lippi o Perugino, se pone de manifiesto tanto en el conjunto de su producción pictórica como en sus dibujos y en la labor de sus seguidores directos, como los valencianos Miguel Esteve y Miguel del Prado o el conquense Martín Gómez el Viejo.
Fernando o Hernando Llanos (1505-1525)
Fue un pintor del Renacimiento estrechamente relacionado con Fernando Yáñez de la Almedina, activo en Valencia y Murcia.
Estos dos pintores pintan en Valencia en taller común y propagan el estilo de Leonardo.
Fernando Llanos, también establecido en Italia con Yáñez, pudo ser el colaborador de Leonardo, de quien ambos artistas españoles aprendieron su sfumato, la elegante y monumental concepción de las figuras y su interés por plasmar en sus composiciones un tipo de belleza ideal y serena.
Tras su regreso a España, hacia 1506, realizaron juntos algunos encargos, como las pinturas para las puertas del retablo de la catedral de Valencia. Yáñez trabajó posteriormente en Barcelona y entre 1526 y 1531 se hallaba en Cuenca al servicio de la catedral. Debido a su colaboración con Llanos es difícil distinguir entre la obra de ambos, aunque es indiscutible su autoría en la Santa Catalina del Museo del Prado, Madrid, sin duda la pintura más hermosa y sobresaliente de su producción.
Castilla
Pedro Berruguete (1450-1503)
Pedro Berruguete, patriarca renacentista castellano, está situado en la transición del estilo gótico a la pintura renacentista. Fue el principal introductor de la estética del primer renacimiento en la escuela española.
Tras su formación, probablemente con Fernando Gallego en Salamanca, habría viajado muy joven a Italia. Esa estancia italiana le habría permitido conocer a los principales artistas del Quattrocento y aprender las técnicas y maneras renacentistas, como el dominio del espacio, la anatomía o la variedad y naturalidad en los gestos, además de los elementos arquitectónicos y decorativos propios del Renacimiento, aunque de regreso a Castilla, hacia 1483, estas características no se muestren tan evidentes en su pintura.
El arte de Berruguete es la más temprana y fiel representación en España del nuevo lenguaje renacentista, creado por los artistas florentinos del quattrocento. La preocupación por el espacio y por la representación armónica y bella, propias del arte italiano de esa época, se suman al interés por la realidad y por la descripción minuciosa del detalle, características del gusto flamenco. En su producción destaca también su correcto y enérgico dibujo, así como su dominio de la técnica del óleo, con la que logra magníficos efectos táctiles en la representación de la materia.
Fue padre de uno de los artistas más destacados del Renacimiento hispano, Alonso Berruguete.
Toledo
Juan de Borgoña (1494-1536)
Juan de Borgoña (1494-1536) fue un introductor de las formas del quattrocento italiano en Castilla.
No debe ser confundido con el pintor Joan de Burgunya o Borgunya, también conocido como Maestro de San Félix, activo en Cataluña entre 1510 y 1525.
El número de sus discípulos y colaboradores o seguidores directos es muy grande.
Andalucía
Alejo Fernández (1475–1545)
Pintor español, de origen alemán, reconocido y destacado miembro de la Escuela sevillana de pintura. Formado en el estilo hispano-flamenco, lo modifica gracias a su conocimiento de la pintura renacentista italiana, especialmente de las escuelas del norte. A ello añade el estudio de estampas que circulaban por España, sobre todo alemanas, como las de Martin Schongauer.
Su estilo marca toda una época de la pintura sevillana de transición al pleno Renacimiento, aunque por su tardía cronología los últimos años de su carrera coinciden con influencias del manierismo, y en especial del rafaelismo italiano en la pintura española, que dará paso en Sevilla al traído por Pedro de Campaña. La personalidad del maestro se confunde a veces con sus colaboradores e imitadores.
Cataluña
Aine Bru o Ayne Bru
Pintor renacentista, posiblemente de origen alemán. Es básicamente conocido porque en 1502 se le contrató para pintar el retablo del altar mayor de la iglesia del monasterio de Sant Cugat. Pese a su fuerte personalidad, o a causa de ella, Bru no ejerció ninguna influencia sobre el arte catalán.
Es relevante su Degollación de San Cucufate (1504-1507). Temple y óleo sobre madera procedente del antiguo retablo mayor del monasterio de Sant Cugat.
Joan de Borgunya o Burgunya
Joan de Borgunya o Burgunya, (fallecido en 1525), fue un pintor de origen alsaciano establecido en Cataluña hacia 1510, tras pasar por Valencia, conocido también como Maestro de San Félix de Gerona, de formación valenciana.
Pere Mates (1500-1558)
Activo en Gerona, Besalú y la Garrocha, fue discípulo de Joan de Burgunya, con el que tuvo un primer momento brillante, decayendo después a un estilo repetitivo en que se especializa en la reproducción de grabados de Durero y Schongauer, en una línea narrativa y popular. Su técnica sigue la tradición de la pintura al temple del gótico catalán, sobre tabla, con colores vivos, comenzando más tarde el uso de la pintura al óleo.
Entre sus obras destacan el retablo de Sant Iscle de Millas, el de Santa Magdalena de la catedral de Gerona (1526) y el de Santa María del Monte (1530), y en una segunda época el retablo de San Pedro de Roda (1532, desaparecido), el de San Juan Bautista (1536) y el de Santa María de Segueró. Se considera a Pere Mates el mejor representante autóctono de la pintura renacentista en Cataluña.
Segundo tercio del siglo XVI: RAFAEL
Al comenzar el segundo tercio del siglo XVI, el estilo rafaelesco se impone plenamente. La escuela donde triunfa en fecha más temprana es la de Valencia.
Valencia
Vicente Masip (475-1550)
Vicente Masip (475-1550), creador de un lenguaje renacentista, de influencia rafaelesca, predominó en la escuela valenciana hasta finales del siglo XVI.
De origen valenciano, desarrolló su actividad artística en la zona levantina, creando un taller muy activo en el que se formó su hijo Juan de Juanes. Educado en el conocimiento del arte italiano, país al que quizá viajó, definió un estilo solemne y clásico
Juan de Juanes o Juan Masip Navarro (1523-1579)
“El Rafael español” fue creador junto a su padre, el también pintor Vicente Masip, de un lenguaje artístico de raíz rafaelesca, que inspiró la actividad de la escuela levantina en toda la segunda mitad del siglo XVI.
Se formó en el taller de su padre, con quien colaboró desde muy joven. Partiendo de su estilo evolucionó después a un concepto más avanzado, de formas suaves y técnica más blanda, que enriqueció con el conocimiento de la estética manierista, en un muy probable viaje a Italia entre 1555 y 1563.
En su pintura puede apreciarse una clara inclinación hacia el idealismo formal, la monumentalidad de los personajes y el equilibrio compositivo, cualidades todas del renacimiento clásico imperante en Italia en las primeras décadas del siglo XVI.
Al igual que su padre, creó una serie de prototipos que se repitieron en la escuela levantina hasta la siguiente centuria (Ecce Homo, El Salvador; Inmaculada, iglesia de la Campaña de Valencia). Autor de numerosas obras de devoción, realizó también importantes retablos, entre los que destaca el dedicado a la vida y martirio de san Esteban, pintado para la iglesia del santo en Valencia (hoy en el Museo del Prado).
La última cena (entre 1555 y 1562) está basada en la obra mural homónima que Leonardo da Vinci ejecutó en el refectorio de Santa Maria delle Grazie (Milán), si bien el modelado de los personajes y el colorido recuerdan a Rafael.
Fue también retratista, como muestra su autorretrato, incluido en la tabla del Entierro de san Esteban y en el del predicador Mosén Bautista Agnés, al que representa dentro de la composición Bodas místicas del venerable Agnesio, uno de los más hermosos cuadros del renacimiento español.
Valladolid
Alonso Berruguete (1488-1561)
Pintor y escultor español considerado por sus contemporáneos como uno de los artistas más brillantes del renacimiento español.
Se formó junto a su padre, el también pintor Pedro Berruguete, y más tarde en Florencia, donde entró en contacto con el manierismo italiano de la mano de Miguel Ángel.
En las obras de esa época ya se aprecia un gusto por el dramatismo y la exaltación de los sentimientos que, sin romper con el ideal de belleza renacentista, ya anticipa el barroco.
De regreso a España en 1520, disfrutó de una fama superior a la de todos los artistas de su generación. En 1523, Carlos I le nombró pintor y escultor de la corte.
Su estilo se caracteriza por el movimiento dramático de los personajes, descuidando a veces la factura técnica. Dentro de su producción abundan los retablos y las sillerías de coro, como la realizada para la catedral de Toledo (1539-1548), donde labra sobre el nogal, sin policromía alguna, una maravillosa galería de figuras de profetas y santos animados de intensa vida interior. También para este templo realiza los relieves policromados de la silla arzobispal y la Transfiguración del remate.
Otras obras maestras son los retablos de Mejorada de Olmedo (1526), el de San Benito de Valladolid (1526-1532), y de la vida de Cristo, y el de la Adoración de los Magos (1537), también en Valladolid.
Dentro de su producción escultórica destaca la que fue su última obra, el sepulcro del cardenal Tavera, en el hospital de Afuera, Toledo, donde llama la atención el realismo con que trata el rostro del difunto. También es obra suya la Transfiguración de la iglesia del Salvador en Úbeda (Jaén), inspirada en la de Toledo.
Sevilla
Pedro de Campaña (1503-1580)
Pintor flamenco que trabajó parte de su vida en Sevilla, donde fue una de las principales figuras del Renacimiento de influencia rafaelista. Su nombre era Pieter Kempeneer, castellanizado con motivo de su estancia hispánica.
Nacido en Bruselas en 1503, en 1529 trabajaba en Bolonia y poco después en Venecia. A partir de 1537 reside en Sevilla hasta 1562, donde realizó importantes obras como el Descendimiento (1547) y la Purificación (1555) de la catedral y la Adoración de los pastores (1557) de la iglesia de Santa Ana.
En su estilo se suman la elegancia y la claridad compositiva, de raíz italiana, con un interés por lo cotidiano y lo dramático que derivan de sus orígenes flamencos, a lo que él aporta una técnica depurada y una especial valoración de los efectos de luz.
Campaña, importante representante del manierismo europeo, poseyó una gran fuerza imaginativa y especiales dotes para componer sus cuadros (son dignos de ser recordados sus paisajes y fondos arquitectónicos). Su actividad en Sevilla supuso para los pintores de esta localidad una completa renovación. Pacheco le consideró el patriarca de la escuela sevillana del siglo XVI.
Luis de Vargas (1505-1567)
Pintor perteneciente a la escuela sevillana y autor del famoso retablo llamado de la Gamba (Sevilla). Su obra es relativamente corta, pues sólo conocemos la correspondiente a su actividad sevillana. Lo más notable es el retablo del Nacimiento de la catedral hispalense, firmado y fechado en 1555, donde no sólo nos ha dado una magnífica lección de dominio de la composición sino que ha sabido templar la rigidez académica de sus modelos con interesantes detalles naturalistas, delicados matices intimistas y bellos efectos lumínicos; aparte percibirse, en medio de la tónica general rafaelesca del cuadro, ciertos influjos miguelangelescos. En 1561 firma, también para la catedral de Sevilla, el famoso cuadro de la Gamba, llamado así por el elogio que de la pierna de Adán -«piu vale la tua gamba che tutto il mio San Cristoforo»- hiciera el fresquista italiano Mateo Pérez de Alesio.
Toledo
Pedro Machuca (?-1550)
Pedro Machuca, natural de Toledo, fue pintor y arquitecto. Su única, pero universal, obra de arquitectura es el palacio de Carlos V, un imponente edificio renacentista encargado por el emperador como residencia en la Alhambra de Granada.
Nació en Toledo y se formó en Italia, donde fue discípulo de Miguel Ángel y pudo conocer a Jacobo Florentino. De regreso a España (1520), trabajó como pintor en la capilla Real de Granada, así como en Jaén, Toledo y Uclés.
Extremadura
Luis de Morales de Badajoz (1515-1586)
Luis de Morales desarrolló su actividad en Extremadura, con un estilo manierista afín a Leonardo. Formado como rafaelista, reacciona contra el rafaelismo y el triunfo de la belleza corporal. Morales alarga la figura humana y la espiritualiza como el Greco, muestra ya rasgos manieristas y tendencias místicas.
Durante más de veinticinco años trabajó en su propio taller en la ciudad de Badajoz, pero su pintura, de figuras alargadas y esfumado leonardesco, sugiere el conocimiento de otras escuelas pictóricas además de la española. El recuerdo de artistas italianos y el eco de composiciones de Alberto Durero es evidente en sus cuadros, concebidos con un marcado carácter místico, y realizados con una gama cromática algo fría y una técnica minuciosa y acabada, de origen flamenco.
Su primera obra es La Virgen del pajarito (1546, iglesia de San Agustín, Madrid), tiene un cierto eco rafaelesco, que olvida posteriormente prefiriendo la imaginación en las delicadas formas de Leonardo, como en la Sagrada familia de la colegiata de Roncesvalles y en la Virgen con el Niño y san Juanito de la catedral de Salamanca.
Fue pintor casi exclusivo de temas religiosos y creador de una personal iconografía: la Piedad, Ecce Homo, Virgen de la leche y Dolorosa, que se repitieron en infinidad de copias.
Muchos de los retablos que se le atribuyen son obra de taller, aunque es de su mano el de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (1565) de Arroyo de la Luz, provincia de Cáceres, ejemplo del refinamiento y la calidad de su arte.
Autor también de algunos retratos, disfrutó de gran fama en vida, siendo llamado por sus contemporáneos “el divino Morales”.
Tercer tercio del siglo XVI: Miguel Ángel
Novedad del tercer tercio del siglo XVI es la aparición de pintores dedicados casi exclusivamente al retrato. Introducción del miguelangelismo del Juicio Final y el colorismo veneciano.
Valencia
Alonso Sánchez Coello (1531-1588)
Alonso Sánchez Coello fue pintor español de la corte de Felipe II y creador de la tipología del retrato cortesano en España.
Aún niño se trasladó a Portugal con sus padres. El rey Juan III le envió a Flandes hacia 1550 para completar su formación y allí estudió con Antonio Moro. En 1555 trabajó en Castilla y acompañó a la corte primero a Valladolid, después a Toledo y por último a Madrid, donde residió hasta su muerte.
Pintor de cámara de Felipe II, su acceso a las colecciones reales le permitió conocer el arte de Tiziano, quien junto a Moro ejerció una influencia decisiva en su estilo. Del flamenco aprendió composición y minuciosidad técnica y del veneciano color y elegancia, aunque es absolutamente personal su capacidad para plasmar la condición humana y la presencia física del retratado.
Fue gran retratista y predecesor de Velázquez. A pesar de haber sido el principal retratista de Felipe II no conocemos ningún retrato del monarca. Sí existen espléndidos ejemplos de retratos de otros miembros de la familia real: Príncipe don Carlos y el de sus hermanas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, y el de la reina doña Isabel de Valois de cuerpo entero. Sánchez Coello, aunque es conocido fundamentalmente como retratista, pintó también temas religiosos, dentro del estilo manierista, mesurado y piadoso, definido por la decoración del monasterio de El Escorial (retablo de la iglesia de San Eutropio de El Espinar, 1574, y parejas de santos en los altares de la basílica de El Escorial, 1580-1582).
Madrid
Juan Pantoja de la Cruz (1553-1608)
Fue pintor de la corte de Felipe III, especialista en retratos.
Na fue discípulo del retratista de Felipe II Alonso Sánchez Coello, pero continuó su estilo dentro de esta temática. En su obra predomina el retrato de cuerpo entero, de concepción algo rígida y tratamiento distante del modelo.
Artista cortesano, representó fundamentalmente a la familia real y a miembros de la aristocracia, mostrando un especial interés por describir con técnica precisa y minuciosa la lujosa vestimenta de los personajes, (retratos del rey Felipe III y de la reina Margarita de Austria).
También pintó asuntos religiosos en los que utilizó un estilo más avanzado, con una inclinación hacia la iluminación tenebrista cercana al nuevo gusto barroco, como en Adoración de los pastores (1605, Museo del Prado) y Resurrección (1605, Hospital de Valladolid).
El último tercio de siglo está caracterizado por manieristas: Pablo de Céspedes, Francisco Pacheco, Vasco Pereira y Alonso Vázquez.
Pablo de Céspedes (1538-1608)
Pablo de Céspedes (1538/1548-1608), racionero de la catedral de Córdoba, fue clérigo, pintor, escultor, arquitecto, tratadista de arte, humanista y poeta. A él se debe un poema titulado Arte de la pintura.
La preeminencia del dibujo es absoluta en su concepción de las artes. Su obra La Cena es un ejemplo típico de manierismo.
A falta de un desarrollo sistemático de su pensamiento artístico, su principal aportación radica en la introducción en España de la crítica artística.
Francisco Pacheco (1564-1644)
Francisco Pacheco fue pintor y tratadista que desarrolló su actividad en Sevilla. Fue el más respetado maestro sevillano de su época, en cuyo taller se formaron algunos de los principales pintores de la siguiente generación, como Velázquez y Alonso Cano.
Sus obras, académicas y arcaizantes, prolongan en el XVII el romanticismo manierista imperante en las últimas décadas del siglo anterior.
Artista culto y erudito, escribió uno de los primeros tratados sobre la pintura española del Siglo de Oro, El arte de la pintura, publicado en 1649, en el que dedica una parte a la práctica y técnicas pictóricas, recoge también sus preocupaciones teóricas, defendiendo el carácter liberal del arte de la pintura y define la iconografía de la doctrina católica emanada de los ideales contrarreformistas.
el Manierismo y la transición del Renacimiento al Barroco (1580-1630)
Bajo Renacimiento español o manierismo español son denominaciones de la historiografía del arte para designar el periodo final del Renacimiento español, tras el Alto Renacimiento español. Se sitúa cronológicamente en la segunda mitad del siglo XVI, coincidiendo prácticamente con el reinado de Felipe II (1556-1598).
Estilísticamente, se identifica con el manierismo, la fase final del Renacimiento. El hecho de que el manierismo italiano comience cronológicamente en el segundo cuarto del siglo XVI (en torno al saco de Roma, 1527), y el que las expresiones "Alto" y "Bajo Renacimiento" sean usadas de forma equívoca en la bibliografía, hace que haya cierta ambigüedad en la etiquetación historiográfica de la producción artística española de los tercios primero y segundo del siglo XVI, buena parte de la cual puede clasificarse también como "manierista".
Mientras Miguel Ángel, Tiziano y Rafael trabajaban en un estilo figurativo, otros pintores adoptan un lenguaje más lírico y decorativo, no tan vinculados a los cánones de la antigüedad clásica. El trabajo de estos maestros demuestra el comienzo del manierismo, un estilo que heredó el cambio propiciado ya en los momentos finales del cinquecento.
Supone el rechazo del equilibrio y la claridad del renacimiento en busca de composiciones más dramáticas y complejas, y el deseo de efectos más emotivos, de mayor movimiento y contraste. En este aspecto, anticipó el barroco, que se desarrollaría hacia el año 1600.
Muerto Leonardo en 1519 y Rafael al año siguiente, en el 1540 termina Miguel Ángel su Juicio Final, con ello llega el Renacimiento a su punto culminante. “El Renacimiento es una sutil cresta que, apenas alcanzada, ya queda superada” (Wölfflin).
El clasicismo fue más bien un ideal soñado que una realidad alcanzada. El Renacimiento siguió siendo hasta el final una época dinámica. El Manierismo, que enlaza el Renacimiento con el Barroco, expresa la tensión entre forma y contenido, renovación y tradición. El Manierismo intensifica aspectos de los grandes maestros precedentes: el intenso dinamismo de Miguel Ángel da lugar a rebuscadas y contorsionadas actitudes; se intenta acoplar figuras en el espacio libre dejado por otras; los grandes grupos, antes bien enlazados con gracia, son ahora un escalonamiento en zonas superpuestas.
El Manierismo disuelve la unidad renacentista del espacio (perspectiva natural) en diversas unidades. La economía espacial del Renacimiento queda sustituida por el despilfarro del espacio.
En el Manierismo se manifiestan corrientes contrapuestas: naturalismo panteísta de Bruegel contra el misticismo espiritual de El Greco.
La fórmula fundamental es la mezcla de misticismo y naturalismo, falta de forma y formalismo, concreción y abstracción. Al final, el Manierismo se confunde con el Barroco: competencia del apasionamiento expresionista del Barroco con la concepción intelectualista (“surrealista”) del Manierismo.
Manierismo
Barroco
Antagonismo: espiritualismo – sensualismo, naturalismo – misticismo.
Equilibrio provisional inestable de esta contradicción, basada en el sentimiento espontáneo.
Carácter transicional.
Estilo epocal del absolutismo.
Aristocratismo internacional.
Espiritualismo popular nacional.
Estilo cortesano internacional.
Realismo político de la Contrarreforma: masas.
Maquiavelo: satisfacción de los medios por los fines. Intolerancia.
Arte popular sensualista, religiosidad popular de las masas, relatividad de todo lo mundano.
Estilo frío, complicado, intelectual y exclusivamente aristocrático.
Estilo sensual, sentimental, accesible a todos.
Doménikos Theotokópoulos o El Greco (1541-1614)
El Greco fue un pintor manierista, considerado el primer gran genio de la pintura española. La figura de El Greco merecer lugar aparte, aunque inmediato a los manieristas italianos que acuden atraídos por la obra de El Escorial.
Poco se conoce de su vida. El Greco (que quiere decir ‘el griego’) nació en 1541 en Candía (actual Heraklion), Creta, que por aquel entonces pertenecía a la república de Venecia.
A pesar de que sus primeras obras no han llegado hasta nosotros, probablemente pintó en un estilo bizantino tardío, como era habitual en Creta en aquella época. En obras posteriores aún pueden observarse reminiscencias de ese estilo. El Greco era un hombre de gran erudición, aficionado a la literatura clásica y a la de su época desde joven.
Primeras obras en Venecia y Roma
Pasó a Italia para perfeccionar sus conocimientos y buscar un mecenas. Alrededor del año 1566, El Greco se trasladó a Venecia, donde permaneció hasta 1570. Asistió al taller de Tiziano. Estuvo en Parma, Florencia y Venecia. En sus obras venecianas se advierte la influencia de Tiziano y Tintoretto, dos de los grandes maestros del Renacimiento. Obras de este periodo veneciano, como La curación del ciego (1566-1567) demuestran que había asimilado el colorido de Tiziano, además de la composición de las figuras y la utilización de espacios amplios y de gran profundidad, características de Tintoretto.
En 1569 marchó a Roma. Durante los años de estancia en Roma, de 1570 a 1576, continuó inspirándose en los italianos. La influencia de la calidad escultural de la obra de Michelangelo Buonarroti es evidente en su Pietà (1570-1572). Anunciación, de época italiana (1567-1577), pudo ser pintado en Roma, aunque revela la huella de Venecia, tanto en el colorido como en el modo de estudiar el espacio. El estudio de la arquitectura romana reforzó el equilibrio de sus composiciones, que con frecuencia incluyen vistas de edificios renacentistas.
Traslado a España
En Roma conoció a varios españoles relacionados con la catedral de Toledo y quizá fueron ellos los que le persuadieron para que viajara a España. En 1576 dejó Italia y, tras una breve estancia en Malta, llegó a Toledo en la primavera de 1577, donde permaneció hasta su muerte. Llegó después de la victoria de Lepanto (1571) y cuando los místicos españoles y Miguel de Cervantes escribían sus obras. Es posible que hubiera venido a España siguiendo el llamamiento que el rey Felipe II hizo a los artistas extranjeros para colaborar en la ornamentación de El Escorial. Otros creen que vino a España huyendo de la furia de los partidarios de Miguel Ángel, del que El Greco había dicho que su Juicio Final escandalizaba.
Su originalidad y personalidad le garantizaron buenas relaciones sociales. Se casó en Toledo y tuvo un hijo. Tuvo muchos pleitos, quizás por su carácter litigante y líos de contratos para pintar. El Greco gozó de una excelente posición. Tenía en Toledo una gran casa en la que recibía a miembros de la nobleza y de la elite intelectual, como los poetas Luis de Góngora y fray Hortensio de Paravicino. Los que le conocieron hablan de la ostentación de su casa, hasta tener músicos asalariados para, cuando comía, gozar de la música. Fue un gran filósofo de agudos dichos y sentencias. No conocemos su aspecto físico, pero será el de algunos de sus personajes cuya fisonomía se repite en sus cuadros. En Toledo gozaba de gran prestigio.
En España, El Greco pronto recibió el primer encargo de la iglesia de Santo Domingo el Antiguo y se puso a trabajar en La Trinidad (1577-1579). La composición se basa en un grabado de Alberto Durero. La labor de El Greco como retratista fue muy significativa. Uno de los máximos exponentes de esa labor es el famoso cuadro El caballero de la mano en el pecho (1577-1584).
El Greco deseaba fervientemente realizar los frescos para el nuevo monasterio que se construía en San Lorenzo de El Escorial, pueblo cercano a Madrid, y cuyas obras acabaron en 1582. Para conseguirlo envió diversas pinturas al rey Felipe II, pero no logró que le encargaran esa obra. Uno de los cuadros que envió, Alegoría de la Liga Santa (1578-1579), pone de manifiesto su habilidad para combinar la compleja iconografía política con motivos medievales. Sólo realizó para el monasterio el cuadro San Mauricio y la legión tebana. Trabajó también para la catedral de Toledo: El expolio (1577-1579), obra hecha para la sacristía, presenta una espléndida imagen de Cristo con una túnica de un rojo intenso, rodeado por los que le han tomado preso.
Transformación en pintor español
En 1586 pintó una de sus obras maestras, El entierro del conde de Orgaz, para la iglesia de Santo Tomé de Toledo.
Esta obra, que aún se conserva en su lugar de origen, muestra el momento en que san Esteban y san Agustín introducen en su tumba (actualmente justo debajo del cuadro) a ese noble toledano del siglo XIV. En la parte superior el alma del conde asciende al paraíso poblado de ángeles, santos y personajes de la política de la época.
En El entierro se evidencian el alargamiento de figuras y el horror vacui (pavor a los espacios vacíos), rasgos típicos de El Greco, que habrán de acentuarse en años posteriores. Tales características pueden asociarse con el manierismo que se sigue manteniendo en la pintura del Greco aún después de desaparecer en el arte europeo. Su visión intensamente personal se asentaba en su profunda espiritualidad, de hecho, sus lienzos evidencian una atmósfera mística similar a la que evocan las obras literarias de los místicos españoles contemporáneos, como santa Teresa de Ávila y san Juan de la Cruz.
Última época
En las obras que realizó desde la década de 1590 hasta su muerte puede apreciarse una intensidad casi febril. El bautismo de Cristo (que firmó en griego, como era su costumbre, en 1596-1600) y La adoración de los pastores (1612-1614), ambos en el Museo del Prado, parecen vibrar en medio de una luz misteriosa generada por las propias figuras sagradas. Los personajes de La adoración, aparecen envueltos por una vaporosa niebla, que puede observarse en otras obras de su última época, y que otorga mayor intensidad al misticismo de la escena. Esta obra la pintó para la capilla donde descansan sus restos.
Los temas de la mitología clásica, como el Laoconte (1610-1614), y los del Antiguo Testamento, como el de la obra inacabada que muestra la escena apocalíptica de El quinto sello del Apocalipsis (1608-1614), atestiguan la erudición humanista de El Greco y cuán brillante e innovador era el enfoque que daba a los temas tradicionales.
Murió en Toledo el 7 de abril de 1614 y fue enterrado en la iglesia de santo Domingo el Antiguo.
Principales obras de El Greco
El caballero de la mano en el pecho (1578 y 1580)
El caballero de la mano en el pecho es un óleo sobre lienzo pintado hacia 1578 y 1580, su primera etapa española. Es uno de los más importantes del artista y símbolo del caballero español del Renacimiento. La rica espada, la mano en el pecho llevada con gesto solemne y la relación que el caballero establece con el espectador mirándole a los ojos, convirtieron este retrato en la referencia de las consideradas esencias de lo español, del honor de Castilla.
Se trata de una obra temprana del Greco, recién llegado a España, pues su factura se aproxima a los modos venecianos. Es uno de los retratos españoles más conocidos en el mundo. Un caballero con la mano en el pecho mira al espectador como si hiciese un pacto con él. La postura de la mano parece un gesto de juramento. Este hombre está vestido de forma fina y elegante y porta una espada dorada.
El expolio (1579)
El cabildo de la catedral de Toledo debió encargar al Greco El expolio en 1577. Fue de los primeros trabajos en Toledo, junto a las pinturas del retablo de Santo Domingo el Antiguo, recién llegado de Italia. El motivo de este cuadro, es el momento inicial de la Pasión en el que Jesús es despojado de sus ropas.
El artista debía representar a Cristo no como Dios, sino como hombre y víctima inocente de las pasiones humanas. Concentró todos los elementos, principales y secundarios, dispersos en sus cuadros anteriores, en una sola acción alrededor del protagonista. Lo rodeó de un grupo apretado de cabezas duras y sombrías, cada una con personalidad propia. Introdujo dos episodios diferentes a sus pies, cerrando la escena inferiormente. Todo lo que no es el protagonista se encuentra oscurecido y rebajado, mientras que Cristo se ilumina y destaca. «La unidad de composición es tan perfecta que todo el interés lo absorbe la figura de Cristo» (Cossío).
Es una de sus obras cumbre. Obra hecha para la sacristía de la catedral de Toledo. Esta obra intensifica su época española. El escenario casi desaparece. La espléndida imagen de Cristo con una túnica de un rojo intenso está rodeada por los que le han hecho prisionero.
El Cabildo de la catedral encontró teológicamente incorrecto que las cabezas de la escolta sobrepasasen la de Cristo. El Greco se inspiró en iconos bizantinos.
Martirio de San Mauricio (1580)
El martirio de San Mauricio fue realizado por El Greco entre 1580 y 1582, durante su primer período toledano, para el monasterio de El Escorial. Se conserva en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
En este cuadro, El Greco demuestra su capacidad para combinar complejas iconografías políticas con motivos ortodoxos medievales. Parece que la obra no fue del total agrado del Rey, por lo que no le hizo más encargos.
En el cuadro, San Mauricio exhorta a los soldados a perecer por su fe. Los colores son claros, fríos y luminosos. Interesante es el alargamiento de las figuras y los colores fríos azules, amarillos y grises que caracterizan toda su obra posterior.
El Greco se esforzó por hacer una obra sofisticada, recurriendo al estilo manierista como punto de partida. Así surgen las figuras de espaldas, los escorzos o las diagonales que se observan en la escena. Las figuras están claramente inspiradas en Miguel Ángel, con un canon escultórico que deja ver la anatomía bajo las corazas. Estas figuras tienen la cabeza pequeña y las piernas cortas en proporción con su amplio busto.
Los colores son ya casi tradicionales en El Greco, el amarillo, azul, verde o rojo, inspirados en la Escuela veneciana. San Mauricio porta el rojo del martirio y el azul de la eternidad. Sobre esos colores resbala la luz, contrastando las zonas iluminadas con otras en semipenumbra. La luz será fundamental ya que gracias a los focos de iluminación, el artista destaca lo que le interesa. Existe un claro núcleo de luz que ilumina el martirio.
El entierro del conde de Orgaz (1586)
El entierro del conde de Orgaz, pintado por El Greco en 1586, es una de las obras maestras de la pintura española. Está en la iglesia de Santo Tomé de Toledo y fue realizado a petición de Andrés Núñez, párroco del templo. El cuadro pertenece al periodo español de El Greco. El entierro, junto con El martirio de San Mauricio y El expolio, dan una síntesis de la obra de El Greco.
El Conde de Orgaz reedificó la iglesia de Santo Tomé y, en premio, a su entierro vinieron San Esteban y San Agustín (por ser el convento de los agustinos de San Esteban muy favorecido por el conde). El cuadro relata un milagro producido en 1323. San Esteban y san Agustín se aparecen durante los funerales del conde de Orgaz, don Gonzalo Ruiz de Toledo, para llevar en sus brazos el cadáver a la tumba.
La parte superior de la obra presenta una composición ascendente violentamente agitada y dividida en varios registros superpuestos. En medio de nubes con perfiles irreales se encuentran la Virgen y una multitud de santos y ángeles. Cerca de ellos, la representación del alma del conde. El conjunto desprende una gran energía y está dominado por la figura de Dios envuelto en una viva luminosidad. En la parte inferior, bañada en una atmósfera de calma y recogimiento, las figuras austeras de los testigos del milagro se sitúan en una sola línea. Los dos santos, con casullas ricamente adornadas, encuadran el cuerpo del difunto. Un niño, situado en primer plano a la izquierda, nos invita a observar la escena. El niño retratado quizás sea su hijo Juan Manuel y los señores sean personajes conocidos de Toledo.
El alargamiento exagerado y la deformación de las figuras, el empleo de colores ácidos, luces frías y violentos contrastes luminosos constituyen las características del estilo de El Greco. La obra, que muestra un perfecto dominio del retrato, ilustra el paso de la vida a la muerte, la disociación de cuerpo y alma, los vínculos existentes entre la realidad terrestre y la espiritualidad.
El Greco renuncia aquí a los escenarios venecianos y desarrolla la historia en primer plano, sin fondos. Una fila de personales no deja espacio alguno. El fondo negro nos hace concentrar la mirada sobre las ricas vestiduras de los dos santos que acompañan al muerto. El Todopoderoso recibe el alma del conde, que es llevada por un ángel.
El bautismo de Cristo (1596 y 1600)
El bautismo de Cristo es un óleo pintado sobre tela, obra realizada para el retablo del Colegio de Agustinas de doña María de Aragón, en Madrid. Actualmente dicho edificio es sede del Senado y el cuadro se conserva en el Museo del Prado de Madrid, España.
La composición se divide en dos planos. Una inferior, terrenal, y en la que Juan el Bautista está bautizando a Jesucristo, y otra superior, celestial, en la que aparece Dios Padre. Ambas están separadas por la figura del Espíritu Santo en forma de paloma.
En la zona terrenal puede verse a ángeles que sostienen un manto rojo por encima de la figura de Cristo. En la zona celeste hay otros ángeles pequeños que ascienden en un movimiento centrífugo; se retuercen en distintas posturas, con lo que consiguen dar dinamismo a la composición.
Pintor manierista, El Greco conserva aquí influencias de Miguel Ángel en la musculatura de los cuerpos. No obstante, estos adoptan ya la estilización típica del pintor.
El centro del cuadro está dominado por el monumental cuerpo de Cristo, representado según las proporciones tradicionales, y alejado de la estilización de las figuras que dominan en obras posteriores de El Greco.
La adoración de los pastores (1612)
En agosto de 1612, el Greco y su hijo acordaron con las monjas de santo Domingo el Antiguo contar con una capilla para el enterramiento familiar. Para ella, el artista realizó La Adoración de los pastores.
Es una obra maestra en todos sus detalles: los dos pastores de la derecha son muy alargados, las figuras manifiestan el estupor y la adoración de forma conmovedora. La luz destaca dando a cada personaje importancia en la composición. Los colores nocturnos son brillantes y con fuertes contrastes entre el rojo anaranjado, el amarillo, el verde, azul y rosa.
La visión del Apocalipsis (1609-1614)
Este lienzo le fue encargado en 1608, es una de sus últimas obras y muestra su estilo más extremo. A la muerte del pintor en 1614, todavía no había sido entregado.
Representa la cumbre de su expresionismo tardío de El Greco. El cuadro se recortó y no corresponde al encuadre ideado por el Greco. San Juan, arrodillado en gesto violento, está sumamente desproporcionado. Al fondo mártires desnudos y las túnicas que recogen forman un friso expresionista que anticipa la pintura del siglo XX.
Representa el momento del Apocalipsis cuando Dios le muestra a san Juan en una visión la apertura de los siete sellos: «Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los degollados por la palabra de Dios y por el testimonio que dieron. Y gritaron con una gran voz diciendo: “¿Hasta cuándo Señor, santo y verdadero, no harás justicia, y no vengarás nuestra sangre en los que viven en la tierra?” Y se les dio a cada uno un manto blanco y se les dijo que descansaran todavía un poco de tiempo» (Apocalipsis 6, 9-11).
Del Greco se desconoce el sentido religioso personal de su obra o la razón de su evolución última hacia esta pintura antinaturalista y espiritualista, donde como en esta Visión del Apocalipsis, violó sistemáticamente todas las leyes establecidas en el racionalismo renacentista.
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