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Fenicios y griegos en el Mediterráneo occidental

(comp.) Justo Fernández López

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¿qué se entiende por colonización y civilización?

La palabra civilización comenzó a ser utilizada por los intelectuales ilustrados del siglo XVIII para referirse a los nuevos valores modernos: libertad, igualdad, ciudadanía, derechos humanos. Estos valores habrían comenzado a establecerse en las ciudades (civitas) de la Grecia clásica (polis) y su difusión en la época de la República y el imperio romano. La idea de civilización se opone a la de barbarie, y se refiere al desarrollo cultural, económico y político propio de las sociedades avanzadas.

La colonización es el establecimiento de contactos entre culturas desarrolladas técnica y económicamente con otras de escaso desarrollo social y económico. Las primeras colonizaciones de la Península Ibérica comenzaron a principios del primer milenio a. C., a cargo, primero, de grupos fenicios y, más tarde, de grupos griegos que fueron tomando contacto con los pueblos autóctonos de Iberia. La colonización es, normalmente, una relación de mutuo beneficio económico entre la metrópoli colonizadora y los habitantes del territorio colonizado. Mediante esta relación económica se da también un proceso de aculturación a favor de la cultura más avanzada que difunde no solo sus técnicas avanzadas, sino también su valores y creencias, así como su lengua.

los etruscos en la península itálica

Los etruscos son un pueblo que ha suscitado muchas discusiones y cuya lengua está aún sin descifrar. Parece que su origen puede fijarse en la cosa occidental de Asia Menor. Junto con los licios, carios y lidios, formaban parte de los famosos piratas que fueron desplazados de Asia Menor por las invasiones indoeuropeas y que con el nombre de “pueblos del mar” asolaron las cosas mediterráneas hasta que se llegaron a las costas de Italia alrededor del siglo X a. C.

Desde la Toscana italiana extendieron hacia Umbría, por el sur hasta el Lacio y por la parte septentrional de la Campania, donde tuvieron enfrentamientos con las colonias griegas. Hacia el norte de Italia ocuparon el valle del Po.

Dirigidos por reyes poderosos, realizaron importantes obras públicas, impulsaron la agricultura y el comercio y desarrollaron una rica cultura, predecesora de la romana y heredera del mundo helénico: fueron destacadísimos orfebres, así como innovadores constructores navales y sus técnicas militares superiores hicieron de este pueblo el dueño del norte y centro de la Península Itálica desde el siglo VIII a. C. hasta la llegada de Roma.

Los etruscos llegaron a ser una gran potencia naval en el Mediterráneo occidental, lo cual les permitió establecer factorías en Cerdeña y Córcega. Al no formar nunca un estado unificado sino una débil confederación de ciudades no muy grandes, los etruscos empezaron a perder su poderío hacia el siglo V a. C. al tener que enfrentarse a las invasiones de los celtas por el norte y a los ataques de griegos y cartagineses por el sur. Al final fueron derrotados por los romanos.

Hacia el 40 a. C., las diferentes ciudades de su país Etruria perdieron su independencia política y se convirtieron en parte del territorio de la Roma republicana. Los últimos tres reyes de Roma fueron etruscos.

Los etruscos eran un pueblo netamente comerciante, principalmente marítimo, aunque también terrestre. Sus tierras se vieron invadidas varias veces por pueblos bárbaros. En un principio se aliaron y repartieron las zonas de influencia marítima con los fenicios, en contra de los helenos. Hacia el siglo IV a. C. estrecharon relaciones con Corinto y cesó la hostilidad con los griegos.

Sin embargo, en el 545 a. C. se aliaron con los cartagineses nuevamente contra los griegos. La rivalidad entre griegos y fenicios por las rutas comerciales y el establecimiento de colonias llevó a un enfrentamiento militar en 537 a. C.

La rivalidad entre griegos y fenicios por las rutas comerciales y el establecimiento de colonias llevó a un enfrentamiento militar en la batalla de Alalia: 537 a. C. (actual Aleria, al este de Córcega), en la que la colonia griega focense de Alalia se enfrentó a la flota cartaginesa, aliada con los etruscos, redefiniéndose la relación de fuerzas en la región

Hacia el 300 a. C. se aliaron con los helenos en contra de cartagineses y romanos, por el control de las rutas comerciales.

Hacia el 295 a. C. una liga de etruscos, sabinos, umbros y galos cisalpinos combatió contra Roma, saliendo esta última victoriosa. Sin embargo, en sucesivas alianzas temporales con los galos continúan luchando contra los romanos, hasta la alianza con Roma contra Cartago. Tras esto, los etruscos, ya en decadencia, comienzan a ser absorbidos por los romanos.

Los griegos en italia y sicilia – La Magna Grecia

La Magna Grecia (en griego Μεγάλή Ελλάς Megalé Ellás) era el territorio ocupado por los colonos griegos en el sur de la península italiana y en Sicilia. Magna Grecia fue el nombre usado por los romanos para describir el área alrededor de esta colonia griega, fundada por emigrantes helenos procedentes de Graia, de ahí el nombre de Grecia y griegos.

Durante los siglos VIII y VII a. C., motivados por las situaciones inestables de su lugar de origen, colonos griegos se establecieron en diversas y lejanas regiones desde la costa oriental del Mar Negro hacia Masilia (hoy Marsella, Francia). Los asentamientos más importantes serían los de Sicilia y la porción sur de la península itálica.

Muchas de las nuevas colonias se convirtieron en poderosas y prósperas ciudades, como Neápolis (Nápoles) o Síbaris (Siracusa), Akragas (Agrigento), Taras (Tarento), Regio (Regio de Calabria), Messana (Mesina), Tauromenio e Hímera. Desde estos emplazamientos se mantenían vínculos con la Grecia más occidental, la del actual litoral hispanofrancés: Massalia (Marsella), Antípolis (Antibes), Nikaia (Niza) en Francia y Emporion (Ampurias) y Mainake (Málaga) en la Península Ibérica.

Las ciudades helénicas de las tierras de Italia alcanzaron tal florecimiento que en numerosas ocasiones superaron a la propia metrópoli y comenzaron un movimiento expansivo por todo el Mediterráneo occidental. Fue entonces cuando los etruscos comenzaron a relacionarse con las ciudades griegas. Entre ambos pueblos se desarrolló un intenso comercio y las ciudades etruscas se llenaron de productos y obras de arte helénicas. La cultura etrusca se helenizó y el rudo arte orientalizante de los etruscos se refina, pule y ennoblece. Con la colonización, la cultura griega se exportó a Italia, con la variedad del alfabeto griego, que sería adoptado por los etruscos y que se desarrollaría luego hasta convertirse en el alfabeto latino.

La Magna Grecia fue absorbida por la República romana después de las Guerras Pírricas. La región sería después considerada parte de la provincia de Italia durante el Imperio romano.

Etruscos contra griegos

El siglo VI a. C. fue la época de esplendor etrusco. Hacia el final de este siglo comenzó la decadencia del poderío etrusco. En la costa italiana de Campania poseían los griegos una poderosa colonia, Cumas, rodeada por completo por los etruscos. En el 524 a. C., los etruscos intentan conquistar la ciudad griega de Cumas, que se resistió y provocó una sublevación de las ciudades latinas que vencieron a los etruscos en Aricia.

Los etruscos se tuvieron que retirar de todo el Lacio. Poco después, Roma expulsó a los monarcas etruscos. Los umbros del Apenino central lograron también sacudirse el dominio etrusco. Por el norte penetraron los galos y desalojaron a los etruscos del valle del Po. Los etruscos quedaron reducidos a su dominio primitivo, pero siguieron por largo tiempo manteniendo su poder en lucha con los romanos y los griegos de Sicilia.

los fenicios en la Península Ibérica

No se sabe si fueron los marineros cretenses los primeros establecer relaciones con el reino de Tartessos, aunque parece haber indicios de relaciones comerciales entre los Creta y el sur de la Península. La destrucción de Creta ocurrió en el 1580 a. C., con la erupción del volcán Tera. Cuando termina la hegemonía naval de Creta en el Mediterráneo, los fenicios heredan su preponderancia mercantil en esta zona.

Los fenicios habitaron una región al Norte de Palestina y al Oeste de Siria, una franja de 200 Km de largo y aproximadamente 35 a 40 kilómetros de ancho entre el mar Mediterráneo y las montañas del Líbano. Las barreras naturales y la presencia de pueblos belicosos les impidieron internarse en las tierras adyacentes, lo que los llevó a construir ágiles navíos y lanzarse al dominio del mar Mediterráneo. Los fenicios fueron durante siglos los grandes comerciantes del mundo antiguo. Con sus naves tomaron contacto con todas las cosas del Mediterráneo.

Entre los siglos XI y IX a.C., las dos metrópolis fenicias, Sidón y Tiro, mantienen excelentes relaciones comerciales con sus colonias mediterráneas. Biblos, Sidón y Tiro fueron capitales sucesivas de un imperio comercial del Estado-ciudad fenicio. Hacia el año 800 a.C. los fenicios fundan la ciudad de Kart Hadasht, a la que los romanos llamaron luego Cartago. En el año 332 a. C., durante su campaña contra los persas, Alejandro Magno destruyó la ciudad de Tiro, la más importante ciudad-estado fenicia. A partir de este momento, Cartago quedó como principal depositaria del monopolio comercial fenicio y única heredera de Fenicia. Cartago creció casi sin oposición y, desde Cerdeña a Gibraltar, controlaba férreamente el Mediterráneo occidental. Hasta que Roma, una flamante potencia emergente, surgida de la península Itálica, comenzó su expansión por el Mediterráneo y comenzó la lucha Roma contra Cartago.

Como pueblo colonizador, los fenicios inician sus viajes por el mar Mediterráneo en torno al año 1000 a.C., y fueron los primeros en llegar a la costa mediterránea de la Península Ibérica a mediados del siglo IX a.C. La Península Ibérica estaba poblada por más de cien entidades tribales, entre las que destacan las dos grandes comunidades lingüísticas de celtas e iberos. El reino de Tartessos era la única sociedad con estructura más compleja, centrada en la extracción de minerales y el comercio con los pueblos del Mediterráneo.

Los tartesios mantuvieron estrecho contacto con los fenicios de Tiro. Los fenicios establecieron una cadena de factorías en la costa norteafricana. Luego arribaron a las costas de Iberia atraídos por su riqueza minera, donde fundaron factorías, la primera gran factoría fue Gadir (actual Cádiz), fundada según la leyenda hacia el 1000 a. C., si bien los arqueólogos han fijado como fecha probable de la fundación entre los años 800 y 775 a.C. Gadir era la más occidental de una serie de factorías fundadas en la costa de África (Tingis, Cartago, etc.). En el litoral de la Península Ibérica, desde Cataluña al estrecho de Gibraltar eran ciudades fenicias Mala (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra). Gadir se convirtió para los fenicios en emporio comercial y lugar de control de la riqueza metalífera —plata y estaño— proveniente tanto del interior hispano como de las islas Británicas. Desde Gadir los fenicios controlaban el estrecho de Gibraltar impidiendo la navegación atlántica para asegurar su monopolio, disputado por los griegos.

La mayoría de las colonias fenicias eran pequeñas factorías, situadas en colinas cercanas a la costa. Su principal actividad era el comercio. Los pueblos peninsulares ofrecían metales (cobre, estaño, oro, plata) y recibían a cambio tejidos, joyas y objetos de adorno. La principal contribución de los fenicios a las culturas de Iberia fue el uso del hierro, la creación de factorías para salar y conservar el pescado, así como la introducción de la escritura alfabética, origen del actual alfabeto.

Las relaciones entre fenicios y tartesios fueron, en un principio, pacíficas, pero los tartesios comenzaron a sentirse incómodos ante la preponderancia de las factorías fenicias en la costa peninsular y se rebelaron, pero fueron vencidos.

El poderío fenicio, dirigido por su metrópoli Tiro (en el sur del actual Líbano), acabó cuando la capital fenicia Tiro fue tomada por los asirios y babilonios. Hasta entonces el equilibrio en la zona había sido ejemplar. La colonia fenicia de Cartago había ido cogiendo peso, hasta lograr independizarse de la metrópoli, de Tiro, heredando todos sus puestos comerciales en occidente precisamente por similares presiones por las que aumentó el número de griegos en la zona, sólo que en este caso se debió a asirios y neobabilonios. Tartessos se vio libre de la dominación fenicia y vivió una época de florecimiento (700-500 a. C.).

Los griegos en la Península Ibérica

«Estos foceos fueron los primeros griegos que hicieron tales viajes por mar y ellos son los descubridores del Adriático, de Tirrenia, de Iberia y de Tartessos. Porque navegaban no en naves redondas sino en penteconteras [de cincuenta remos]. Llegados a Tartessos se hicieron amigos del rey de aquel pueblo, que se llamaba Argantonio y gobernó Tartessos por espacio de ochenta años y vivió ciento veinte. Los foceos consiguieron hasta tal punto la amistad de este personaje que, primero, les quería persuadir de que abandonasen Jonia y se estableciesen en aquel país, donde quisieran; después, cuando vio que no podía convencerlos y supo por ellos que el poder de los medos era cada vez más floreciente, les dio dinero para que construyesen una muralla para su ciudad. Y dio el dinero sin economizarlo, porque el circuito de la muralla es de no pocos estadios y todo él está hecho de piedras grandes y bien ajustadas unas con otras.» [Herodoto, I, 163]

Tras la caída de la capital fenicia Tiro, los griegos emprenden la expansión por el mundo mediterráneo occidental fundan colonias en Italia, Francia e Iberia. La mayoría de estos colonizadores griegos eran focenses, de Focea, ciudad jónica de la costa de Asia Menor. Desde Cumas, su ciudad filial, partieron para establecer factorías en Cerdeña, Islas Baleares y Levante ibérico. En el 600 a. C. fundan la ciudad de Massalia (actual Marsella, en Francia), que pronto se convirtió en el centro comercial más importante para los griegos en el Mediterráneo Occidental.

Los griegos llegaron a la Península Ibérica desde Massalia (hoy Marsella), poco después de los fenicios. Se establecieron en el golfo de Roses, en la costa del Alto Ampurdán (al norte de la Costa Brava). Este golfo es el principal golfo de la costa de Cataluña y constituye la salida natural al mar de la comarca y de las tierras de Gerona. Como principal vía de comunicación marítima de la región, que conecta el noreste de la península Ibérica con las regiones de la costa mediterránea de la actual Francia y las del norte y centro de la península Itálica, ha atraído desde la Antigüedad las relaciones comerciales y también las acciones bélicas. Los griegos de Massalia (Marsella) fundaron los establecimientos comerciales de Emporion (Ampurias) en Girona, y Hemeroskopeion y Heraclea en la actual provincia de Alicante. Y, más tarde, Rhode (Ruedas), en los extremos sur y norte del golfo, con el objetivo de apoderarse de los recursos de la región, dominada por los íberos indigetes. 

Bajo el reinado del rey tartesio Argantonio, los griegos establecieron estrechas relaciones con el reino de Tartessos. Estas relaciones se mantuvieron hasta que los griegos fueron vencidos por los cartagineses, herederos de los fenicios, que se aliaron con los etruscos en la batalla naval contra los griegos en Alalia (actual Aleria, al este de Córcega) en el 535 a. C. En esta batalla los griegos consiguen una victoria pírrica, pues pierden gran parte de su flota y quedan privados de la ruta directa por mar hacia el sur, dominio ahora cartaginés. Alrededor del 500 a. C., Tartessos fue dominada por los cartagineses, que habían heredado las posesiones fenicias en la Península Ibérica.

Las colonizaciones griegas tuvieron gran trascendencia para el desarrollo de la cultura ibérica, como lo demuestra la gran cantidad de objetos griegos que se han encontrado en las tumbas y en los poblados de los habitantes de toda la zona de influencia griega. Gran importancia comercial tuvo la ciudad de Emporion (Ampurias), lo que se pone de manifiesto con la acuñación de monedas propias, que eran aceptadas en todo el Mediterráneo. El contacto con los griegos llegó a transformar la economía indígena de los pueblos ibéricos: los griegos les compraban cereales, les vendían manufacturas y comenzaron a pagar los intercambios con moneda. Los griegos introdujeron nuevos cultivos, como el olivo y la vid, además de otras innovaciones en la fabricación de tejidos y de cerámica.

la batalla de alalia (535 a. C.)

La presión del Imperio aqueménida (dinastía del Imperio persa, fundada por Ciro II el Grande) sobre el reino de Lidia empujó a los griegos hacia el Mediterráneo Occidental. En el año 547 a. C., muchos de los griegos de Focea (a escasos kilómetros al noroeste de Esmirna en Asia Menor) que huían de las tropas persas que acababan de conquistar su ciudad emigraron hacia las colonias occidentales, recalando en su mayor parte en Alalia (al este de Córcega). 

Con el este de Sicilia y el sur de Italia (conocida como Magna Grecia) aseguradas, los griegos decidieron asegurar la ruta entre el estrecho de Mesina y el golfo de León estableciendo la colonia de Alalia en Córcega.

Por su parte, los cartagineses se hallaban asimismo en un proceso de expansión. Crearon auténticas ciudades en Ispanim o Hispania, donde antes sólo había factorías fenicias (como Gadir, Sexi o Malaka), y abriendo nuevas rutas comerciales hacia el Atlántico.

Los cartagineses también estaban presentes en el oeste de Sicilia (en creciente competencia con los griegos) y en la isla de Cerdeña, por lo que interpretaron la presencia griega en Córcega como una amenaza para sus intereses. Los etruscos, asentados en el norte de Italia, también recelaban del tráfico griego frente a sus costas y pronto sellaron una alianza con Cartago.

La rivalidad secular que mantenían griegos y fenicios por las rutas comerciales y el establecimiento de colonias llevó, en el año 537 a. C., a la batalla de Alalia (actual Aleria, situada al este de Córcega): ataque de la flota etrusco-cartaginesa a la colonia griega focense de Alalia. Esta batalla iba a redefinir la relación de fuerzas en la región.

La flota etrusco-cartaginesa se dirigió a Alalia con la intención de destruirla, bajo el pretexto de que se trataba en realidad de un nido de piratas. A ella se enfrentó una escuadra focense. Los griegos consiguieron una victoria pírrica ya que sus pérdidas fueron tan cuantiosas que tuvieron que renunciar a su política de expansión por el sur del Mediterráneo.

Consecuencias de la batalla de Alalia

Los griegos focenses tuvieron que renunciar al dominio de Córcega y a su expansión por el Mediterráneo Occidental, dejando el paso libre al dominio cartaginés. La batalla de Alalia supuso la retirada temporal del comercio griego en el mediterráneo occidental. Muchos etruscos se asentaron entonces en Córcega, aunque esta isla, al igual que la vecina Cerdeña, se convertiría más tarde en una dependencia de Cartago.

El esfuerzo material y humano que los focenses habían realizado en Alalia los dejó debilitados. Las colonias griegas de la costa levantina ibera y del sur de Francia quedaron aisladas de sus metrópolis. Posiblemente la desaparición de los griegos focenses de la zona sur del Mediterráneo tras la batalla de Alalia puso fin a las estrechas relaciones comerciales de los focenses con el reino de Tartessos, lo que provocó una crisis económica en el reino tartesio. Esto sería aprovechado por los cartagineses para aislar a Tartessos y dar protagonismo a su propio establecimiento en la península: la colonia fenicia de Gadir (Cádiz) se convirtió en la base del monopolio cartaginés en el Atlántico, lo que llevó a la desaparición del reino de Tartessos.

LOS CARTAGINESES Y LA DESTRUCCIÓN DE TARTESSOS

Los viajes de los focenses a Tartessos no debieron continuar mucho tiempo después de la batalla de Alalia. Esta batalla dio a los cartagineses el dominio sobre el Mediterráneo occidental, y les abrió la entrada en España. La caída de Tiro (después de 600) dio a los focenses el dominio sobre el Mediterráneo occidental, pero la batalla de Alalia (537 a. J. C. se lo arrebató.

La batalla de Alalia eliminó a los griegos del mar occidental y abrió a los cartagineses la ruta hacia los tesoros de Tartessos. La ocupación de las costas andaluzas tuvo lugar después del año 530 a. C. El primer tratado romano-cartaginés (509 a. C.) prohibía la navegación hacia la Península Ibérica.

Entre Tartessos y Cartago se entabló pronto una lucha a muerte. Los cartagineses llegaron a la costa sur de Iberia como conquistadores y ellos fueron los que destruyeron Tartessos. Cartago cerró el estrecho y los griegos focenses se vieron obligados a buscar vías terrestres para seguir en contacto comercial con Tartessos. Pero la destrucción de Tartessos dio a Cartago el dominio del reino tartesio.

Los cartagineses no extendieron su dominación más al norte, donde se hubieran tenido que enfrentar a las tribus salvajes de interior de la Península Ibérica. Pero hallaron el camino hacia Gran Bretaña y durante muchos años dominaron el mercado del estaño.

La unión de los iberos con los massaliotas (griegos de Masalia, hoy Marsella) disputó a Cartago el dominio comercial en el Mediterráneo. Cartago perdió sus colonias en el sur de Iberia, aunque en el 384 (segundo tratado comercial de Cartago con Roma), los cartagineses seguían siendo dueños de la región del reino tartésico hasta la reconquista de Andalucía por el general cartaginés Amílcar Barca.

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