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Legislaturas de Rodríguez Zapatero

(comp.) Justo Fernández López

España - Historia e instituciones

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Legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero

Primera legislatura de J. L. R. Zapatero (2004-2008)

El 11 de marzo de 2004, había tenido lugar un atentado terrorista en diversos trenes de cercanías de Madrid, causando la muerte de más de 190 personas y más de 1.700 heridos. Pronto se descubrió que los autores de los atentados eran terroristas islamistas.

Las amistades bélicas de Aznar y la mala gestión de su Gobierno tras los atentados del 11 de marzo de 2004 provocan un rechazo ciudadano y un vuelco electoral sin precedentes.

El 14 de marzo de 2004, tres días después de esta trágica jornada, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) obtiene la victoria en las elecciones generales con 10,9 millones de voto, aunque sin alcanzar la mayoría absoluta, viéndose obligado a buscar pactos en otras formaciones políticas minoritarias.

El PSOE obtuvo 164 escaños y un 43,27 % de los votos emitidos, frente a los 146 escaños y 37,81 % de los votos obtenidos por el PP. En el senado, el PP perdió 25 senadores, consiguiendo una mayoría relativa pese al descenso. Por su parte, el PSOE aumentó su representación en 28 senadores.

Esta victoria fue fruto de una movilización extraordinaria del electorado de izquierdas, en la que fueron factores determinantes el descontento juvenil y la movilización de muchos abstencionistas crónicos que decidieron acudir a votar, más contra Aznar que a favor de Rodríguez Zapatero. Los sondeos indicaban en aquel momento que más del 80 % de la población española estaba en contra de la política del Gobierno de aliarse con el presidente Bush en la guerra contra el régimen en Irak.

El PP acató la victoria socialista, sin aceptarla políticamente. El PP atribuía su derrota a una confluencia de factores excepcionales, quedaba abierta la posibilidad de noquear relativamente pronto al novel Gobierno Zapatero.

Estos resultados permitieron a los socialistas formar un nuevo gobierno, presidido por Rodríguez Zapatero. Poco después, el 13 de junio, el PSOE volvió a vencer en las urnas, esta vez en las elecciones al Parlamento Europeo. El 22 de mayo de ese mismo año, entre la celebración de ambos comicios, Felipe de Borbón y Grecia, príncipe de Asturias y heredero de la corona española, contrajo matrimonio con Letizia Ortiz Rocasolano. En un referéndum celebrado el 20 de febrero de 2005, algo más del 76 % de los votantes dio su aprobación al proyecto de Tratado para el establecimiento de una Constitución para Europa.

En marzo de 2006, ETA declaró, por primera vez, un “alto el fuego permanente”. Sin embargo, tal tregua vio pronto su fin, ya que el 30 de diciembre de ese mismo año, la organización terrorista perpetró un nuevo atentado, en el aeropuerto de Barajas (Madrid), que costó la vida a dos personas. Posteriormente, en junio de 2007, ETA daría por finalizado aquel alto el fuego.

Tras su llegada a La Moncloa en las elecciones del 16 de abril de 2004, sus primeros cuatro años en el Gobierno estuvieron marcados por la apuesta de un aumento de las libertades sociales y a la Ley del matrimonio homosexual se le sumaron otras como la Ley del "divorcio exprés". Una serie de medidas ampliatorias que contrastaron con otras más restrictivas como la Ley antitabaco, el famoso "carné por puntos" y la Ley Sinde y que provocaron que otros partidos como el PP e IU pusieran en entredicho la coherencia política del Gobierno.

Este paquete de medidas fue completado con otras más pioneras, como la pionera Ley contra la Violencia de Género, la Ley de Dependencia, el intento de establecer la paridad de sexos con la Ley de Igualdad o el Pacto antiterrorista, que presagiaba la importancia que tendría la lucha contra ETA a lo largo de su mandato.

La primera decisión Zapatero fue cumplir su promesa electoral de retirar las tropas de Irak. A partir de aquí, comienza a hacer importantes reformas: Sube el salario mínimo y las pensiones, nace el cheque bebé, libera a la televisión pública del control político total, crea la ley de la dependencia, las regularizaciones de inmigrantes, la ley de la memoria histórica, la reforma del aborto, la ley del matrimonio homosexual y es el presidente del inicio del fin de ETA.

«Hice un gran esfuerzo de extensión de las políticas sociales, las pensiones mínimas aumentaron su capacidad adquisitiva como nunca en el periodo de nuestro Gobierno al igual que las becas. Puse en marcha la ley de la dependencia y subí el salario mínimo interprofesional en un porcentaje que ningún Gobierno había subido tanto.»

Desafío soberanista en Cataluña

En las elecciones al Parlamento de Cataluña celebradas el 16 de noviembre de 2003, ganó CiU en número de escaños aun siendo el PSC la lista más votada. El 14 de diciembre de 2003, Joan Saura por ICV-EUiA, Pasqual Maragall por el Partit dels Socialistes de Catalunya y Josep-Lluís Carod-Rovira por ERC ratificaron el acuerdo mediante la firma del Pacto del Tinell.

El 14 de diciembre del 2003: Pacto del Tinell, firmado en el Salón del Tinell de Barcelona, acuerdo para formar un Gobierno catalanista y de izquierdas en la Generalidad de Cataluña. Fue suscrito por el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) e Iniciativa per Catalunya Verds - Esquerra Alternativa (ICV-EUiA) firman un pacto con la intención de acceder al Gobierno de Cataluña.

Además de garantizar un Gobierno tripartito, el acuerdo se articula en cuatro grandes puntos: "Más y mejor autogobierno. Más calidad democrática. Un nuevo impulso económico para Cataluña. Cataluña, una nación socialmente avanzada". Una nueva política territorial y ambiental". El primer punto prometía la elaboración de un nuevo Estatuto de Cataluña. En un anexo, se incluía una cláusula que excluía la posibilidad de cualquier pacto de Gobierno o establecer acuerdos de legislatura con el PP, tanto en la Generalidad como en las instituciones de ámbito estatal.

Zapatero apoya el pacto de gobierno tripartito en el que el PSC-PSOE se sienta en la presidencia Generalitat en compañía de un partido independentista como ERC. En un mitin con Maragall, Zapatero declara: “apoyaré en Madrid lo que decida el Parlamento catalán”, a propósito del nuevo estatuto. El pacto de Zapatero, vía Maragall abrió una dinámica porque los de ERC fueron apretando las tuercas soberanistas a Maragall que se creyó el padre de “la nación catalana”. CiU, que había sido la fuerza más votada en Cataluña, inicia así una deriva cada vez más radical y soberanista en competencia con la escalada de ERC y Maragall por ver quién llegaba más lejos en la soberanía catalana.

En 2005 fue aprobado el primer proyecto de nuevo estatuto de Cataluña por gran mayoría –menos el PP. Los miembros del Parlament cantan en pie “Els Segadors”. En toda la tramitación del nuevo Estatut, el PSOE de Zapatero guardó silencio a pesar de la dudosa constitucionalidad de muchos puntos. Los empresarios, entidades financieras y medios de comunicación de Cataluña aplauden el nuevo estatuto.

No solo la oposición reacciona contra este nuevo estatuto, la dirección del PSOE obliga a Zapatero a exigir la renegociación del texto aprobado y su recorte sustancial. Zapatero, a sabiendas que el PP recurriría con éxito el nuevo estatuto ante el Tribunal Constitucional, presiona al PSC y pacta con Artur Mas de CiU reformar el Estatut para que tenga encaje constitucional. Mas acepta la oferta de Zapatero a cambio de la promesa del presidente de dejarle gobernar en Cataluña si CiU vuelve a ser la fuerza más votada en las elecciones autonómicas de 2006.

El recorte del “Estatut de Els Segadors” que Guerra califica de “cepillado” acaba por costar la cabeza de Maragall en beneficio de Montilla. Pero, tras las elecciones catalanas de 2006, Zapatero incumple su pacto con Artur Mas y Montilla vuelve a renovar el tripartito con ERC e IUCV. El nuevo Estatut ya “cepillado” es aprobado en las Cortes con votos del PSOE, mientras el PP anuncia el recurso de inconstitucionalidad ante el TC. El estatuto se somete a referéndum en Cataluña y resulta aprobado con solo el 35 por 100 de los electores catalanes.

El Tribunal Constitucional inicia sus debates sobre el Estatut y tardará cuatro años en dictar sentencia. Mientras tanto crece en España el debate sobre los contenidos soberanistas del Estatut, devaluando “la nación española”, e imponiendo la lengua catalana, la bilateralidad de Cataluña con el Estado, un poder judicial catalán y la ruptura de la solidaridad económica y financiera con el resto de España.

En primavera de 2010 empieza la bronca contra el TC. Los medios catalanes, que en su día apoyaron el primer Estatut, sacan un editorial conjunto contra el TC y la legalidad. Zapatero se debate entre disolver el TC provocando la dimisión de “sus” magistrados que tenían mandato caducado, o dejar que prospere la sentencia con un segundo “cepillado” de soberanismo, que se le imputará al TC y al PP. Finalmente Zapatero acepta el recorte y decide que la sentencia salga en plena presidencia de la UE, del ataque a los mercados españoles y del mundial de fútbol de Sudáfrica.

Zapatero hace una lectura positiva de la sentencia y dice que hay que acatarla, aplicarla y que hará que se cumpla. Montilla acusa al TC y al PP de los recortes y CiU a Zapatero y al PSOE. El PP guarda un llamativo silencio sobre el alcance de la sentencia, pero dice que el TC les ha dado la razón. España gana el mundial y una oleada de banderas españolas inunda el país y el territorio catalán provocando un duro revés a los independentistas.

El Parlamento catalán aprueba una moción, apoyada por todos menos por el PP y Ciudadanos, con duras críticas al TC y en defensa de la nación catalana. CiU y ERC pretenden aprobar la misma moción en el Congreso de los Diputados de Madrid, pero el PSOE y PSC se oponen y ofrecen otra menos agresiva, y las dos mociones salen derrotadas y el PSC, CiU, ICV y ERC aparecen enfrentados en Madrid después de las fotos conjuntas en el Parlament y la manifestación.

Zapatero reciben en Moncloa a Montilla y le promete iniciativas en el otoño para recuperar parte de lo recortado en la sentencia del TC, y CiU dice que se trata de otro engaño, mientras se tensan las relaciones entre PSOE y PSC y los más radicales del PSC piden el regreso de Maragall al frente del partido.

Segunda legislatura de J. L. R. Zapatero (2008-2011)

El 9 de marzo de 2008 el PSOE vuelve a ganar las elecciones generales, obteniendo 169 escaños. El PP seguía, pues, en la oposición, pese a que sus 154 diputados mejoraban sus resultados de 2004. Los dos grandes partidos aglutinaban 323 de los 350 asientos del Congreso, el resto de las fuerzas políticas perdían peso.

La impopularidad de medidas como la Ley de la memoria histórica de diciembre de 2007 y la supresión del famoso "cheque-bebé" comenzaron lastrando su segundo mandato de marzo de 2008.

Llega algo difícil de definir para Zapatero: la crisis. En 2008 el paro crece en un millón de personas. En 2009 hay otro millón más. Ni el Plan E, ni una reforma laboral que abarata el despido consiguen pararlo.

Así que en 2010 suena el teléfono de Moncloa. Llama Bruselas y llama Berlín, los dos piden lo mismo: recortes. Zapatero, para salvar a España del rescate, les hace caso. En 120 segundos deshace muchos de sus logros sociales.

«Esas medidas fueron de gran impacto político porque fue poner fin a los compromisos en materia de política social que había dicho a los ciudadanos. Había cumplido muchos, pero ahí se acabó», asegura Zapatero.

La izquierda esperaba que Zapatero se plantara y dijera que por ahí no iba a pasar. Pero Zapatero dice que entendió entonces que «si no hubiera tomado esa decisión hubiéramos tenido riesgos de vernos en situaciones comprometidas para el Tesoro Público. Todas las medidas que adopté, por su alcance y naturaleza, son recuperables».

La crisis económica obligó al presidente de Gobierno a continuar con medidas alejadas del ideario socialista como la congelación de las pensiones o una reforma laboral que es considerada "insuficiente" por amplios sectores.

El 29 de septiembre de 2010 el gobierno de Zapatero tuvo que hacer frente a una huelga general como consecuencia del abaratamiento de los despidos. 

Desde su segundo mandato, la visión de Zapatero en el resto del mundo y en especial en Europa cae en picado. The Economist se burló en enero de 2010 pocos días después de que el Financial Times criticara la presidencia española de la UE de que sea España quien tuviera que liderar a Europa en la salida de la crisis. Para la revista, "los editoriales de toda la UE se toman a risa la idea de que Zapatero vaya a asesorar a Europa sobre la recuperación económica", haciendo además alusiones a la tasa de paro en España.

La derrota electoral del PSOE el 20 de noviembre de 2011 se debió a la sensación que sus votantes tenían de que el presidente había “traicionado el ideal socialista”. En las elecciones generales del 2011, los socialistas pierden un tercio de sus diputados y la mitad de sus senadores.

Cronología de la crisis económica

En 2007, la construcción, convertida en el principal motor de crecimiento del país, daba muestras de debilidad, ya que a finales de ese año, aumentaron las pérdidas en las inmobiliarias en 203,4 millones de euros. La «Burbuja inmobiliaria» había estallado.

En enero de 2008, se conoció que la economía vivía su peor momento en la Legislatura, la inflación había subido hasta el 4,3 % y el desempleo registró el mayor aumento en cinco años. La Encuesta de Población Activa (EPA), indicó que empezaba a haber indicios de destrucción de empleo. La Bolsa vivió su peor mes de enero en 130 años. Para finalizar, ese mismo mes de enero se produjo la mayor subida mensual de desempleados en su historia (más de 132 000 parados).

En febrero de 2008, hubo un debate televisado entre los dos principales responsables económicos de los dos grandes partidos nacionales en plena campaña electoral, Solbes (PSOE) y Manuel Pizarro (PP). En este, Pizarro hablaba por primera vez de crisis económica, lo que negó el entonces titular de Economía, Solbes. En el segundo debate televisado entre Zapatero y Rajoy, Zapatero prometió alcanzar el pleno empleo en la nueva Legislatura (la IX).

Tras las elecciones del 9 de marzo de 2008, se empezaban a apreciar graves síntomas de un empeoramiento económico: hundimiento de la venta de automóviles y agravamiento de la crisis inmobiliaria (el mercado de la vivienda se derrumbó más de un 25 % en el mes de febrero). Unos 650.000 pisos quedaron sin vender.

En el mes de abril de 2008, por primera vez desde 1996, aumentaba el número de parados. Por primera vez desde 1979, el desempleo subió en el mes de mayo.

A finales de junio de 2008, la inflación batió el récord histórico al situarse al 5,1 %148 y por primera vez en una década, el precio de la vivienda nueva caía en todas las capitales de provincia. El deterioro económico era claro, pero el presidente Zapatero seguía negando que hubiera crisis: a la pregunta ¿Hay crisis o no hay crisis?, contestó: Como todo, es opinable.

El 14 de julio de 2008, una de las mayores inmobiliarias del país, Martinsa-Fadesa, entró en suspensión de pagos. Hasta el mes de agosto, se negó por parte del gobierno la crisis económica. En noviembre de 2013, Solbes reconoció que no se empezaron a tomar medidas por parte del ejecutivo hasta el mes siguiente de ese año.

En el mes de agosto de 2008, por primera vez desde 1998 se superaban los 2,5 millones de parados. La red de agencias inmobiliarias se reducía a la mitad en sólo seis meses. El déficit exterior fue de un 10,65 % del PIB en el primer semestre del año. Era el segundo mayor endeudamiento externo del mundo (sólo por detrás de los EE.UU.).

En octubre de 2008, el IBEX 35 vivió su peor sesión (9,14 %), su peor semana y su peor año desde su creación y también se registró el mayor aumento del paro de la historia en un sólo mes, con cerca de 193.000 nuevos desempleados. Por primera vez, desde la crisis del 93, España destruía empleo.

Noviembre de 2008: La crisis llevó a Zapatero a su peor nota como jefe de gobierno, según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

El año 2009 fue el peor para la economía española durante la crisis. Al finalizar España lideraba la destrucción de empleo en la Eurozona. El número total de desempleados rozaba los 4,4 millones de personas, de los cuales 1,4 carecían de prestación por desempleo. El paro se situó en el 18,8%. La caída global del PIB fue de un 3,6%, la más alta en décadas. El mercado laboral retrocedió a niveles de 2004, perdiendo más de 700.000 afiliados. El déficit alcanzó el 9,49 % del PIB.

El Gobierno tuvo que subir el IVA en dos puntos hasta el 18 % para aumentar sus ingresos, medida que causó una gran polémica.

El 7 de mayo de 2010, Grecia estaba al borde de la quiebra y el peligro de contagio a otras naciones era muy elevado. En una cumbre extraordinaria de mandatarios de la UE celebrada el 7 de mayo se aprobó la creación de un fondo de rescate para países con dificultades económicas, pero se exigía a los países miembros un mayor esfuerzo para reducir su deuda pública. Zapatero se comprometió a tomar medidas contra el déficit, incluso, recibió una llamada del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama en el que le pedía que realizara dichas medidas. El 9 de mayo de 2010, la ministra de Economía y Hacienda ofrecía las cifras concretas: un recorte adicional del gasto de 15.000 millones de euros para contener el déficit de 2010 y 2011.

El 12 de mayo de 2010, Zapatero anuncia el mayor plan de ajuste económico en democracia: reducción del salario de los funcionarios en un 5 % y la congelación en 2011, junto a las pensiones; recorte de un total de 6.000 millones de euros en inversiones, supresión del cheque bebé y reducción del gasto en ayuda al desarrollo en 600 millones.

Estas medidas fueron fuertemente criticadas por la oposición, que acusó al Gobierno de hacer pagar la crisis a los más débiles y calificó el recorte de "injusto", "insuficiente" e "improvisado". Todos los grupos de la oposición, incluso los que no votaron en contra se mostraron muy críticos con la gestión económica del Ejecutivo.

En junio de 2010, el gobierno debió afrontar una reforma del mercado laboral tras el fracaso del diálogo social durante dos años y ante la situación crítica del desempleo, la crisis agudizada del euro en el segundo trimestre del año y el descenso de los ingresos del Estado. La reforma fue calificada de "lesiva para los trabajadores" por los sindicatos que amenazaron con una medida de fuerza mayor: una huelga general.

El 16 de junio de 2010, el gobierno anunció (coincidiendo con el debut de la selección española de fútbol en el Mundial) aprobó por decreto una nueva reforma laboral, cuyos ejes básicos eran: mayor facilidad para las empresas de acogerse a despidos objetivos con una indemnización al empleado de 20 días por año trabajado.

En 2010 en el plano económico continuó el estancamiento de la actividad económica y la destrucción de empleo hasta llegar a una la cifra de casi 4,7 millones de parados, con una tasa de desempleo superior al 20 %.

El 2 de agosto de 2011, la prima de riesgo española llegó a superar por primera vez los 400 puntos sobre su diferencial con la alemana, sobrepasando así la zona de rescate; España debía de pagar un interés del 6,2 % por los bonos de 10 años. En esa semana, la Bolsa de Madrid cerró su peor semana desde mayo de 2010 al perder más de un 10 %. En noviembre de 2013, Zapatero reveló que recibió tres sugerencias para que aceptara un rescate internacional.

El 28 de octubre de 2011, por primera vez en la historia de España se superaban los cinco millones de desempleados. La cifra del paro alcanzó un 21,52 %.

Zapatero había iniciado su segundo mandato prometiendo el pleno empleo y con un 9,7 % de paro (dos millones de desempleados). Terminó con un 21,52 % (casi cinco millones).

«¿Cuáles son las principales debilidades de nuestra economía? El problema no es la deuda pública, sino el fuerte endeudamiento privado. El problema no es haber invertido de más en el Estado de bienestar, sino el haber sido campeones mundiales, en terminología de Zapatero, en inversiones y en infraestructuras caras e infrautilizadas. La gran debilidad de la economía española para financiarse en el exterior es la excesiva deuda privada, de particulares y empresas, que asciende a un 217 % del PIB (47 % por encima de la media europea, siendo más de la mitad de esta deuda del sector inmobiliario y de la construcción). El impago de deudas del sector inmobiliario es de 142.000 millones de euros. Y se ha llegado a estos porcentajes porque en los años en que se debía legislar para evitar el sobreendeudamiento hubo quien se negó a regularlo. En los años de crecimiento tampoco se permitió regular las remuneraciones en el sector financiero ni para fijar un límite a los sueldos de los directivos ni para evitar las altas remuneraciones asociadas a prácticas de riesgo. Riesgos que acaba asumiendo el conjunto de la sociedad.

La segunda debilidad de nuestra economía no ha sido invertir en exceso en áreas que desarrollaban y ampliaban derechos. En cambio, se ha invertido en enormes infraestructuras infrautilizadas: aeropuertos sin aviones, carreteras sin coches y AVE sin pasajeros. Vamos a ser el segundo país del planeta en kilómetros de AVE, mientras que en Alemania, con un coste que no llega al tercio del kilómetro construido de AVE, llevan años invirtiendo en trenes que circulan hasta 250 kilómetros por hora, una infraestructura que además de más barata permite compatibilizar transporte de mercancías y transporte de pasajeros. Hemos construido autovías para que las utilicen menos de 3.000 vehículos al día, con una tasa de rentabilidad negativa todos los días del año (a lo sumo son útiles 10 o 15 días al año). Si esto es así no es por casualidad o por una mayor estupidez de nuestros políticos, sino por el peso de las grandes constructoras en las decisiones que toman nuestros Gobiernos y nuestro legislador.

La tercera debilidad es nuestra dependencia energética. Nuestro país es el que más depende energéticamente del exterior en la zona euro.

Hoy, la transparencia, el control e independencia de la política respecto al sector financiero, las grandes constructoras o el sector energético, se ha convertido en una cuestión no solo de supervivencia de la democracia sino en una garantía para la mejora económica del conjunto de la sociedad.» [Joan Herrera (ICV): “¿Por qué es frágil la economía española?”, en El País - 30/11/2011]

Crónica de una crisis anunciada – la burbuja inmobiliaria

La Ley del Suelo 8/1990 convierte el suelo rústico en urbanizable, y la Ley 6/1998 continúa lo continúa liberalizando todavía más con el objetivo de conseguir: “un drástico aumento de la oferta de suelo”, según el entonces ministro de Fomento.

La pretensión de que el aumento del terreno urbanizable mediante una privatización del suelo conduciría a un aumento de la construcción de viviendas, y a una mayor oferta de las mismas a precios inferiores, produjo el efecto contrario: La demanda de vivienda se disparó, superó la oferta y se creó un círculo vicioso: un mayor precio de vivienda implicaba un mayor precio del suelo, tasado en función de potenciales beneficios. Los precios se disparan y, ante la perspectiva de grandes beneficios, aumenta la demanda especulativa, lo que dispara aún más los precios. El bucle de retroalimentación se pone en marcha.

Según datos del INE, entre 1995-2005 el aumento del PIB fue considerable y el paro se redujo en un 13,7 %. Se empezó a hablar del “milagro económico español”. Pero el precio de la vivienda continuó subiendo y los salarios seguían prácticamente congelados. Los bajos tipos de interés favorecían el endeudamiento; los bancos empezaron a solicitar menos exigencias para conceder préstamos, en la falsa creencia de que “el valor de la vivienda nunca baja”.

El punto de inflexión fue agosto de 2007 en que estalla la crisis de   hipotecas subprime en los Estados Unidos. La venta de pisos se vuelve cada vez más difícil, el crédito se contrae, el precio baja porque la gente cada vez tiene más prisa por vender. Estalla la burbuja, quiebra el sector de la construcción; la economía del ladrillo conllevó al despido de trabajadores, aumenta el paro y se paraliza la actividad económica.

Después del estallido de la burbuja gran parte del sector de la construcción quebró, lo que conllevo el despido de muchos trabajadores, más paro y una menor actividad económica. Así llegó la crisis, una crisis de cuya resaca económica todavía estamos intentando despertarnos.

Después de 5 años en crisis, la pregunta es si se podía haber evitado. ¿Nadie avisó de la burbuja inmobiliaria? El periodista Ernesto Ekaizer descubre cómo hubo voces de alarma que alertaron de la crisis. Sin embargo el gobierno de Aznar negó una y otra vez la burbuja inmobiliaria. La oposición la denunció, pero cuando llegaron al poder, siguieron sin hacer nada. ¿Por qué estas contradicciones? ¿Estaban demasiado politizados los cargos directivos de las cajas? La falta de control del Banco de España ¿tiene algo que ver con el hecho de que su gobernador fuese elegido por el poder político? ¿Hubo algún tipo de presión? ¿Cómo es posible que en la oposición profetizasen la crisis y, ya en el gobierno, la negasen? Miguel Sebastián, ex ministro de Industria: “¿quién se atreve a quitar la música en medio de la fiesta?”

«Es verdad que no era el único líder del PP que negó la burbuja inmobiliaria, pero sí que Rodrigo Rato tiene un mérito especial: él fue el gran responsable del boom del ladrillo con una de sus decisiones como máximo responsable de la economía española, la liberalización de todo el suelo.

El PP siempre ha echado en cara a Zapatero su ‘negación’ de la crisis, primero, y su tardanza en aceptarla después… Comentarios que no dejan de resultar irónicos a la vista de lo que se lee en Indecentes, donde se deja clara la ‘negación’ de la burbuja y de sus consecuencias entre los líderes pasados y presentes del PP. Por ejemplo, el 2 de octubre de 2003, recuerda Ekaizer, Cristóbal Montoro sostiene que “el concepto de burbuja inmobiliaria es una especulación de la oposición, que habla incesantemente de la economía del ladrillo”.

Pero a Rato, el entonces aún vicepresidente, el 23 de febrero de 2004 se quejaba: “lo que riza el rizo de la equivocación es considerar la construcción, el sector del ladrillo, como si estuviéramos en la época de La escopeta nacional”. Vistos los temas de corrupción política y económica que creció en torno al ladrillo en toda España, parece que el símil al que echó mano Rato, aunque él lo negaba, no andaba precisamente desacertado. “En 2003 se construyeron cerca de 700.000 viviendas, lo cual es muy positivo para la economía española” –concluía entonces un ‘visionario’ Rato- que, aunque lo percibía, se negaba a ver los problemas que el boom estaba trayendo: “Lo que sí se ha producido es un encarecimiento muy rápido de la vivienda en nuestro país… aunque tiene que ver con que nuestra demanda es mucho más fuerte”.» [elplural.com - 26/07/2012]

«Hay una crisis económica mundial guiada por el sistema financiero y sus abusos, agravada en el caso de España por una pésima política económica creada por el PP en su último Gobierno al darle rienda suelta al ladrillo, lo que creó una cierta euforia en aquel momento. Y Zapatero no puso coto a ese asunto, no supo pinchar la burbuja. Lo que es alarmante en la situación actual es la improvisación.» [Nicolás Sánchez Albornoz]

«Algunos Gobiernos tardan en admitir las crisis, y eso es malo; pero la mayoría tardan en reconocer las burbujas, y eso es desastroso. España creció a un ritmo de vértigo entre 1996 y 2008, un promedio del 3,8 % anual, cuando la Europa de los 15 avanzaba a una media del 2,5 %. Fabricó ocho millones de empleos en 10 años, casi el 30 % de todo el trabajo que se creó en la UE, pero sus empresas se endeudaron hasta las cejas. Una lluvia de crédito barato (y procedente de banca extranjera) permitió una expansión económica sin parangón, pero con un expediente en productividad lamentable: creció un 0,5 % anual entre 1996 y 2007, frente al 1,3 % que lo hacía en la UE, recoge BBVA.» [Amanda Mars, en El País del 20.05.2012]

«¿Qué ha sucedido para que todo se deteriorara tanto? Noviembre del año 2008: por primera vez un presidente de Gobierno español (Rodríguez Zapatero) asiste a la cumbre de mandatarios del G-20, y se codea con los Bush, Merkel. Ha sido invitado por Sarkozy pero su presencia la avala la que se consideraba una de las más eficaces regulaciones del sistema financiero. Precisamente como consecuencia de la crisis bancaria de los años setenta y ochenta, España se había dotado de una legislación y unas prácticas que en ese momento eran la envidia del mundo. El primer ministro británico, Gordon Brown, la alababa públicamente, y el hoy hipercrítico Wall Street Journal llevaba a su primera página la siguiente reflexión: el modelo español es el que hay que seguir para paliar la debacle motivada por la quiebra de Lehman Brothers y la nacionalización de una parte muy significativa de la banca americana, británica y alemana, entre otras.

Esta legislación acumulativa probablemente no contemplaba la posibilidad de un deterioro tan largo y profundo de la economía general, como el que se está sufriendo. Una crisis que ha exigido permanentes esfuerzos de recapitalización de los bancos, que ha deteriorado hasta el límite la calidad de sus activos inmobiliarios y empresariales, y que está haciendo crecer la morosidad general en porcentajes por encima de los dos dígitos.

De todos estos factores, el que hasta ahora ha jugado un papel más determinante ha sido la explosión de una burbuja inmobiliaria que al menos duró una década: entre los años 1997 y 2007 la construcción creció al ritmo de un 5 % anual. En esos años el parque de viviendas aumentó en 5,7 millones de casas, casi el 30 % del total existente, y la revalorización del precio alcanzó un 191 %.

En 1998 la construcción suponía casi el 14 % del empleo global en España, el doble que en Alemania y cinco puntos más que en el Reino Unido. Ese año, el Gobierno Aznar aprueba una Ley del Suelo que multiplica la exuberancia irracional del sector de la edificación: todo el suelo se declara urbanizable salvo que esté expresamente prohibido. Se favorece un boom extraordinario de la construcción y de las compraventas relacionadas con la misma. Pero no en el sentido en que defendió el PP (aumentará el número de pisos y, por tanto, bajarán los precios de los mismos) sino en el especulativo: se adquirían viviendas no porque fuesen baratas sino porque eran caras y en el futuro lo iban a ser más. La especulación desencadenó la continua recalificación municipal de los terrenos, los ayuntamientos engordaron sus arcas, y algunos ediles encontraron el modo de llenar con facilidad y escaso control sus bolsillos particulares, como luego se ha comprobado. La responsabilidad del PSOE fue no pinchar esa burbuja y cabalgar —sobre todo en su primera legislatura— a lomos de la opulencia.

Los efectos de esa política económica y del modelo económico del ladrillo han llegado con retraso, pero con especial intensidad al corazón del sistema financiero.» [Joaquín Estefanía: “¿Cómo hemos llegado hasta aquí?”, en El País - 9 de junio de 2012]

La crisis bancaria – el Banco de España y las Cajas de Ahorro

El problema de los bancos y de las cajas de ahorro viene por la falta de fiscalidad y de control del Banco de España, que no ha ejercido sus competencias, y no ha controlado en el sector financiero como le tocaba.

Rubén Manso, ex inspector del Banco de España, habla de, en su opinión, la “poco seria actuación” que el organismo tuvo sobre la burbuja inmobiliaria. Banco de España tendría que haber cortado mucho antes “la orgía” de crédito que se estaba produciendo en España. Para Manso, los verdaderos problemas de la burbuja inmobiliaria los han traído la cajas de ahorro, por la politización de estos órganos y del Banco de España.

El 26 de mayo de 2006, los inspectores del Banco de España le mandan una carta al ministro de Economía, Pedro Solbes: “El intencionado optimismo del Banco de España, lejos de tranquilizarnos, nos inquieta. El número de familias que tendrá que afrontar serias dificultades para hacer frente a sus compromisos financieros crecerá de manera alarmante”.

En enero de 2013 el Banco de España reconoce sus errores y pone en marcha un plan para modificar la supervisión bancaria. El Banco de España es consciente de que el sistema financiero precisa de equipos de inspección personalizados que den apoyo a los grupos operativos en materias específicas. En concreto, blanqueo de capitales, remuneraciones de altos cargos, relaciones con la clientela y préstamos a consejeros y familiares.

En febrero de 2011, el ex senador y diputado de las Cortes Constituyentes, Mariano Alierta, responsabiliza al Banco de España de la posible desaparición de las cajas de ahorros y achacaba situación de las cajas de ahorros a la falta de control del Gobierno y del Banco de España del crecimiento del crédito en estas instituciones. Por ello, ha pedido la dimisión del gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez.

Alierta ha denunciado que las cajas duplicaron la concesión de créditos entre el segundo cuatrimestre de 2004 y el tercero de 2007. Este aumento fue el segundo más alto de la eurozona, precedido únicamente por Irlanda, país cuya economía fue recientemente intervenida.

“No puede estar tres años el Gobierno del Banco de España sin enterarse de lo que pasa cuando el crédito aumenta más del 30 % anual”, ha afirmado Alierta.

Avances sociales durante las legislaturas de Zapatero

Aumento de un 90 % de inversión en educación. El PP no solo no subió el gasto en educación, sino que lo redujo un 0,5 % con respecto a la época de Felipe González. 

Aumento de un 107 % en inversión en becas. Durante la legislatura de Aznar, las becas sólo aumentaron un 9 %, pese al incremento de universitarios.

Se quintuplican los recursos de formación profesional. En comparación con 2004, el Gobierno ha quintuplicado los recursos que destina a Formación Profesional hasta superar los 180 millones de euros.

Aumento de un 28 % del gasto medio por estudiante

Subida del salario mínimo interprofesional. El salario mínimo desde principios de 2004 acumula ya una subida del 17,5 % en términos reales. Con Aznar estaba en 424 euros y ahora está en 624 euros.

Subida del 50 % del gasto público en sanidad. El gasto público en sanidad ha pasado de los 1.000 euros per cápita a más de 1.500 euros por habitante desde el 2010.

Duplicación del gasto social. Las dos legislaturas de Aznar redujeron el gasto en protección social un 9 %, siendo en el último ejercicio de la legislatura del 20 % del PIB. Con Zapatero el 55 % y 58 % de los presupuestos del 2010 y del 2011 se reserva a gasto social.

Renta básica de emancipación que creó el Gobierno de Zapatero. Se trata de la ayuda al alquiler para los menores de treinta años. En 2010 se alcanzaron cerca de 270.000 perceptores.

Subida de un 60 % en protección social. Los recursos para protección social que ofrece el Estado de Bienestar son hoy un 60 % mayores a los de 2004.

Aprobación de la ley de matrimonio del mismo sexo. Gracias al gobierno Zapatero España se convirtió en el tercer país del mundo en legalizar el matrimonio homosexual después de los Países Bajos y Bélgica. 

Aprobación de la ley de identidad de género  en 2007 que da protección jurídica y regulariza la situación de las personas transexuales. Entre otros importantes avances, la ley permite a las personas transexuales modificar la referencia del nombre y sexo en sus documentos de identidad, como el DNI, sin necesidad de someterse a una operación genital y sin procedimiento judicial.

Se ha triplicado el presupuesto para ayudas a países en vías de desarrollo. En 2008 España se situó como el octavo donante internacional en términos relativos y el séptimo en términos absolutos. El PSOE ha puesto especial empeño en ayudar al África Subsahariana, un sector que el PP no ve con buenos ojos.

Creación y desarrollo de la ley de dependencia, prestaciones que antes de Zapatero no existían.

Aprobación de la ley de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, conocida como “Ley del aborto”, cuyo objetivo era eliminar la estigmatización de la mujer que aborta y mejorar sus condiciones sanitarias y sociales. 

Ley de igualdad. Desde el primer momento, el gobierno socialista de Zapatero apostó muy especialmente por los derechos de la mujer, tradicionalmente discriminada. La norma busca promover la igualdad efectiva entre mujeres y hombres y contempla la obligación para los partidos de presentar listas paritarias en todos los procesos electorales.

Ley contra la violencia de género. La norma recoge medidas preventivas, de información y protección a las mujeres víctimas de la violencia de género, facilitando la denuncia.

Integración de personas con tartamudez, eliminación de la exclusión por tartamudez para trabajar en una empresa pública.

La ley del divorcio 15/2005. Antes para divorciarse uno de los dos miembros de la pareja debía declararse culpable de algo para iniciar el proceso. El PP votó en contra de esta ley.

Subida del 53 % para las pensiones mínimas con cónyuge a cargo y 39,53 % para las pensiones sin cónyuge a cargo

Subida del 81,25 % en pensiones a viudas

Subida del 46,8 % en las prestaciones por incapacidad.

Aumento 30% incorporación laboral de personas discapacitadas. Una empresa con más de 50 empleados debe contar con al menos un 5 % de profesionales con discapacidad.

Aumento de un 26,3 % del poder adquisitivo real de los jubilados frente al 4,8 % del gobierno de Aznar. Entre 1996 y 2004 las pensiones mínimas de jubilación mejoraron su poder adquisitivo real en un 4,8 %. Sin embargo, en un período de 7 años, desde 2004 hasta 2011 el poder adquisitivo real de las pensiones mínimas se ha incrementado en un 26,3 %.

Ley de la memoria histórica. Primer paso para restaurar la dignidad y la justicia histórica a las olvidadas víctimas republicanas de la Guerra Civil y de la dictadura franquista.

Educación infantil. La tasa de escolarización en educación infantil ha alcanzado el 30 %, casi el doble que en 2004.

Protección por desempleo. A pesar del aumento en el paro de larga duración, la tasa de cobertura se sitúa en el 70 %, 10 puntos por encima de la que existía en 2004.

Cooperación en educación con las comunidades autónomas. En 2010 se destinaron 717,3 millones de euros a programas de cooperación con las Comunidades Autónomas en materia de educación. En 2004, con la economía creciendo al 3,3 %, se destinaban sólo 10 millones de euros?

Subida del 120 % de la inversión en infraestructuras públicas. Entre los años 2004 y 2011 se destinó a obras públicas casi 2.000 millones de euros. Entre 1996 y el 2003, bajo el gobierno del PP, se invirtieron 800 millones de euros.

Estatuto del trabajador autónomo. En 2007 se aprobó el Estatuto del Trabajador autónomo, un avance en el reconocimiento de la actividad y de los derechos de este colectivo. 

Ley anti-tabaco, que supone un ahorro de más de 5.400 millones para el gobierno y un descenso de los ingresos por enfermedades respiratorias e infarto de miocardio.

Criminalidad. En 2010 se llegó a la tasa de criminalidad más baja de la década.

Ayuda al desarrollo triplicada. De los 1.735 millones presupuestados en 2003 se pasó a más de 4.000 en 2007, 5.500 en 2008 y en 2011, a pesar de los recortes.

Reducción a la mitad del número de accidentes y muertes en carretera. El gobierno de Zapatero consiguió la tasa de accidentes y muertes en carretera más baja de las dos últimas décadas.

Incremento de más del 150 % del gasto en I+D. La inversión de Aznar en I+D+I en 2004 fue de 2.987 millones de euros, con Zapatero pasó a 8.088 millones en 2011.

Incremento del 0,5% al 0,7% en asignación tributaria del IRPF para ONGs. Se duplicó el presupuesto destinado a las ONGs.

Porque ahora es muy fácil decir que Zapatero se equivocó en muchas cosas pero también es cierto que en aquellas circunstancias era difícil tomar decisiones distintas. Ahora se le está pasando factura por decisiones que fueron muy aplaudidas en su momento.

El PP durante la etapa de la oposición en las legislaturas de Zapatero escogió compañeros de viaje muy peligrosos como grupos fundamentalistas católicos o la propia AVT, escorándose a la extrema derecha y alejándose de una derecha más moderada.

Gestión de la crisis financiera 2008-2011 y final del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero

Mariano Guindal, en Los días que vivimos peligrosamente. Crónica secreta de la España intervenida (Editorial Planeta, 2012), nos ofrece una crónica de una “crisis anunciada”, cuya realidad los responsables de tomar medidas negaron.

La crisis económica mundial comenzó en EE UU con las hipotecas subprime o hipotecas basura, hipotecas de alto riesgo que no cuentan con ningún aval, por lo que la probabilidad de que el adquiriente de la hipoteca no pague su deuda, es muy elevada. Durante el gobierno de Aznar, España vivía sus años de bonanza (“España va bien”, decía Aznar). Cuando estalló la crisis económica en EE UU, en España se tenía la falsa idea de que al no tener hipotecas subprime, la crisis no afectaría a España, cálculo erróneo que el país pagaría muy caro. En la legislatura de Rodríguez Zapatero, su ministro de economía Pedro Solbes y los asesores del presidente no creyeron que pudiera llegar la crisis con tanta virulencia a España.

La crisis financiera ya se venía venir desde el gobierno de Aznar, que en su primera legislatura sacó a España de la crisis que había heredado de la legislatura socialista anterior. Pero con su Ley suelo cometió un grave error: alimentó la burbuja inmobiliaria, en vez de invertir en tecnología y desarrollo cuando España entraba en la UE. Aznar escogió la vía fácil del crecimiento que proporcionaba el ladrillo y el turismo.

Cuando se veía venir la crisis, el gobierno de Zapatero creyó que sería pasajera y negó su virulencia. En 2006 el Banco de España ya había advertido en un informa enviado al ministro Pedro Solbes de que la crisis financiera se avecinaba, pero el ministro decide ignorarlo (dos años después malvendería el 32 % de las reservas de oro de España, ¡por no ser una inversión rentable!).

En 2007, estallaba la crisis financiera. En España la banca dio un frenazo a la concesión de créditos provocando el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

«Los socialistas decidieron mentir a los españoles para ganar las elecciones generales del 2008: negaron la crisis y mantuvieron contra viento y marea que todo iba bien y que los problemas eran turbulencias sin importancia. La decisión fue tomada por el entonces número dos del PSOE y secretario de organización, José Blanco, durante una de las reuniones de maitines que celebraban a diario los dirigentes socialistas.»

Las grandes familias que configuraron la derecha económica durante el franquismo siguieron siendo las mismas en la democracia. Las grandes fortunas emanadas del crédito barato salieron del ladrillo y se las llevaron al extranjero. Un 70 % de los ricos apostaron por la especulación inmobiliaria. Hubo un pacto de silencio que banca, gobierno, medios de comunicación y grandes catedráticos de economía llevaron a cabo por motivaciones poco recomendables y no por evitar el catastrofismo como posteriormente adujeron.

La Ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, tras un acuerdo con los sindicatos, reclama al ministro de Economía la subida del salario de los funcionarios un 5 %. Pedro Solbes se niega y será sustituido en su puesto de Elena Salgado.

En 2010, las esperanzas de Zapatero de rehabilitarse internacionalmente con la Presidencia española de la UE se ven frustradas por la prensa internacional. El Financial Times advierte: “El nivel de deuda y el déficit presupuestario de Grecia han ocupado recientemente el centro de la escena. Pero en España se gesta un drama en potencia aun mayor.”

La canciller alemana Merkel y su ministro de Finanzas, Schäuble, intentan, a través de Rajoy, convencer a Zapatero de la necesidad de cambiar de rumbo y adoptar medidas de austeridad (“austericidio”).

La noche del 9 de mayo de 2010, Elena Salgado logra un acuerdo en el Consejo Europeo por el cual España acepta un recorte del 1,5 del PIB para 2010 y 2011. Obama llamó a Merkel y Sarkozy para indicarles que España tenía que complementar los recortes con una profunda reforma laboral y de pensiones. En una conversación telefónica con Zapatero, Obama le advierte que “si España no consigue financiación de inmediato está en quiebra”.

Zapatero tiene que reaccionar inmediatamente si quiere calmar los mercados y alejar el riesgo de una intervención. Anuncia un plan de ajuste que acabará definitivamente con la política social de su gobierno. Aquí Guindal critica la deslealtad del entonces líder de la oposición, Mariano Rajoy, a quien califica de “irresponsable” por votar en contra del plan de ajuste, corriendo así el peligro de poner al país al borde del rescate financiero. Rajoy calculaba que CiU le secundaría en el rechazo al plan de Zapatero, pero los catalanes (Ci), junto con los canarios (CC), se abstienen y salvan a España de ser intervenida.

Guindal cree que Zapatero dilapidó su prestigio por la mala gestión de la crisis y por haber escuchado más a su ministro de Industria, Miguel Sebastián, que al de Economía, Pedro Solbes. Zapatero no fue capaz de corregir el legado de Aznar: «una bomba de relojería al haber apostado, tras la entrada de España en el euro, por la construcción y el turismo como motores del crecimiento económico, postura que nos acercó a un agujero negro que se tragaría una buena parte del sistema financiero y más de dos millones de empleos.»

El 5 de agosto de 2011 Zapatero recibía una “carta secreta” firmada por Jean-Claude Trichet (el hasta octubre de 2011 presidente del BCE) y por el gobernador del Banco de España entre 2006 y 2012, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. La carta enumera las ocho medidas que el gobierno español debe adoptar para hacer frente a la crisis. Zapatero pacta con el líder de la oposición, Mariano Rajoy, a quien le habían filtrado la carta, un pacto para hacer una reforma de la Constitución que incluya el límite del déficit permitido al Estado.

Es entonces cuando Rodríguez Zapatero decide adelantar las elecciones generales al 20 de noviembre de 2011. Los indignados de la Puerta del Sol no generaron la más mínima afección en la derecha española, pero sí consiguieron que, en las elecciones generales, gran parte del electorado socialista no votara al PSOE y confiara el mayor poder de la democracia española a la máxima expresión de aquello por lo que decían protestar.

La victoria aplastante del PP en las elecciones del 20 de noviembre de 211 estaba cantada, aunque su líder no generaba gran entusiasmo: Mariano Rajoy, hasta ese día considerado por los suyos como un líder sin carisma, se convirtió en el héroe de los conservadores al lograr una mayoría aplastante, frente a la izquierda en general y sobre los socialistas en particular. Ningún dirigente político en la etapa democrática había conseguido acumular tanto poder como Rajoy, que comenzaba su legislatura con un programa lleno de promesas de cambio y de solución a todos los problemas nacionales, pero que, según Guindal, cometió cuatro grandes errores:

§     desafió a las autoridades europeas al cambiar unilateralmente el objetivo de reducción del déficit público en 2012, elevándolo del 4,4 al 5,8 por ciento;

§     no disimuló el déficit heredado del gobierno socialista revisándolo al 8,5 por ciento;

§     en tercer lugar, aplazó la aprobación de los presupuestos hasta después de las elecciones andaluzas;

§     y fue incapaz de dar una salida a Bankia que se terminó convirtiendo en un problema sistémico.

Mariano Rajoy no cumplió sus promesas electorales aduciendo que la “herencia recibida” le obligaba a dar cumplimiento a las exigencias de Bruselas y de la canciller Merkel para que los mercados sigan comprando deuda pública española y así evitar el colapso financiero.

En 2012, la líder de UPyD acusa a Rajoy de usar la "herencia recibida" como excusa para todo. El presidente del Ejecutivo le pidió más "modestia" a Díez.

Valoraciones de las legislaturas de J. L. R. Zapatero

A la hora de situarse en el espectro político, Zapatero afirmó que "Más que un socialdemócrata soy un demócrata social". Para Zapatero, "El programa de una izquierda moderna pasa por una economía bien gobernada con superávit de las cuentas públicas, impuestos moderados y un sector público limitado. Todo ello, conjugado con la extensión de los derechos civiles y sociales".

Zapatero ha hablado en numerosas ocasiones de cómo la memoria de su abuelo fusilado, Juan Rodríguez Lozano, motivó sus convicciones políticas. Zapatero se muestra como un ferviente pacifista y partidario del diálogo para solucionar los conflictos, habiendo promovido la retirada de las tropas españolas de Irak, la Alianza de Civilizaciones o el proceso de paz con ETA, no obstante, intervino militarmente en la guerra de Libia y envió tropas a la guerra de Afganistán.

«España ha sido la gran beneficiaria del presupuesto europeo (ha recibido el equivalente de más de tres planes Marshall), pero sus bolsas de pobreza y exclusión no han dejado de existir, y proliferarán ahora con la contracción económica. El recién terminado boom económico (14 años consecutivos de fuerte crecimiento) se ha cimentado en una burbuja inmobiliaria, en la especulación. El urbanismo salvaje apenas si ha rendido dividendos en instrucción y civismo. Nuestro déficit exterior -el segundo más abultado del mundo-, el envejecimiento de la población y la extremada dependencia energética hipotecan asimismo el país que legaremos a las generaciones futuras.

Ahora ya sabemos que en el mundo occidental hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, aferrados en parte a un capitalismo golfo basado en la corrupción político-económica y no en la cultura del esfuerzo, la ética y la responsabilidad. Nuestras empresas han invertido profusamente en el exterior y forjamos alianzas de civilizaciones y contra el hambre, pero también obtenemos pingües beneficios con la venta de armas y con la indulgencia ante gobiernos abominables. Recuperamos ahora la tasa más alta de paro de la OCDE y corregimos el diferencial de inflación con la UE, pero a costa de correr el riesgo de caer en la deflación.

Somos líderes en ámbitos elogiables como la adopción de menores o la donación de órganos; y también lo somos en aspectos deplorables: abandono de animales domésticos, nivel de ruido, piratería intelectual, consumo de cocaína, siniestralidad laboral.» [Javier Roldán Barbero: “Pero, ¿en qué país vivimos?”, en El País - 16/03/2009]

Y el PP, pasados los días "de vino y rosas" y llegado el momento de "las vacas flacas", culpa a Zapatero de la crisis económica y del paro. Los que crearon el caos en la economía española son los mismos que la utilizarán luego como arma arrojadiza para dañar al adversario.

El error del Gobierno de Zapatero fue no pinchar la burbuja inmobiliaria y advertir que España no iba tan bien como hacía creer el eslogan de Aznar “España va bien”.

«Si Zapatero, en mayo de 2010, se hubiera negado a aplicar los duros ajustes que requería la economía española para evitar el colapso, y por coherencia ideológica hubiera presentado su dimisión, se hubiera convertido en un icono para la izquierda, pero hubiera condenado a una generación de españoles a un futuro más sombrío.

Puso por delante el interés de todos los ciudadanos antes que el de su partido y el suyo propio. Y durante los últimos 18 meses concentró todas sus energías en la defensa de la economía española. En ese tiempo, un grupo reducido de personas de su equipo hicieron lo imposible para evitar que nuestro país se viera arrastrado por el huracán de la crisis de deuda soberana.» [Juan Francés: “El legado económico de Zapatero”, en El País – 28/01/2012]

«Acaba pues de anunciar su retirada un hombre al que no conocemos. Entró como un enigma y se va como un enigma. Pero sabemos de él algunas cosas: por ejemplo, que es el primer presidente de izquierdas que ha gobernado este país desde la democracia; que le ha interesado más la política que el poder; que no ha sabido o no ha querido llevarse bien con los medios de comunicación (y que dio libertad a aquellos a los que podía controlar (TVE); que durante sus mandatos se ha avanzado en temas de igualdad y derechos civiles más que en los últimos cien años; que es una rara mezcla de ingenuidad y astucia, de humildad y arrogancia; que al menos durante su primera legislatura se creía todo lo que decía; que es un feminista radical. Sabemos también que la derecha, a la que nadie ha irritado tanto como él, ha dicho que su capacidad para el Mal (con mayúsculas) carece de límites, que es un tontiloco, que sus formas suaves ocultan a un lobo sediento de sangre, que es un resentido, un simulador, un visceral con obsesiones políticamente inconfesables, que es un inconsistente, un tonto, un inútil, un bobo, un incapaz, un acomplejado, un cobarde, un prepotente, un mentiroso, un inestable, un desleal, un perezoso, un pardillo, un irresponsable, un revanchista, un débil, un arcángel, un sectario, un radical, un chisgarabís, un maniobrero, un indecente, un loco, un hooligan, un propagandista, un chapucero, un excéntrico, un disimulador, un estafador, un agitador, un fracasado, un triturador constitucional, un malabarista, un mendigo de treguas, un traidor a los muertos...

Sabemos que ha legislado a una velocidad de vértigo sobre lo visible, pero también sobre lo invisible: durante su primer mandato, por ejemplo, se suprimió la tartamudez como causa de exclusión en el acceso al empleo público, se incrementó en un 30% la inserción laboral de personas con discapacidad, se aprobó la ley que reconocía la lengua de signos (una antiquísima reivindicación del colectivo de sordos) y la asistencia gratuita a personas con discapacidad, sabemos que eliminó de la ley del divorcio la necesidad de que hubiera un culpable... Sabemos que cuando afirmaba que se proponía quitar el poder a los poderosos y entregárselo a los ciudadanos estaba convencido de que podría hacerlo.

Sabemos que le dolía de verdad el hecho de que los ciudadanos sólo votasen cada cuatro años, mientras que los poderosos lo hicieran todos los días del año. Sabemos que al poco de llegar a la Moncloa dijo que su biografía estaba por llegar. Sabemos que tenía un lado visionario tan peligroso para él como para los contribuyentes. Sabemos que ese lado visionario fue el que le condujo a creer que estaba destinado a acabar del todo con ETA o a detener el avance de la crisis con solo ordenárselo. Sabemos que en septiembre de 2010 se reunió en Nueva York con los banqueros y los representantes de los fondos de inversión más importantes de los EE UU para pedirles árnica. Sabemos que aquella reunión fue lo más parecido a la escena de un presidente constitucional solicitando clemencia ante un gobierno de facto. Sabemos que a partir de entonces (aunque ya antes) Zapatero empezó a hacer todo lo contrario de aquello en lo que había creído. Sabemos que comenzó a gobernar sin convicción. Sabemos que si en ese momento hubiera dimitido, dejando que hicieran el trabajo sucio quienes creían en la necesidad (y en el placer) de ensuciarse, hoy sería un mito de la izquierda. Sabemos que el destino de todos nuestros presidentes es salir mal de Moncloa. Sabemos que Zapatero creía que escaparía a ese destino. Ya sabemos que no.

Sabemos que dijo que no nos decepcionaría. Sabemos que nos decepcionó (quizá que se decepcionó a sí mismo).» [Juan José Millás: “El enigma Zapatero”, en El País - 02/04/2011]

«Los años de gobierno de ZP pasarán a la historia como los de mayor sometimiento de la ciudadanía al dominio arbitrario de los grandes poderes financieros, en parte debido a la crisis transnacional, pero en gran medida por la incapacidad de este gobierno en prever la crisis, negándola de hecho, y renunciado a tomar medias contra lo que calificaba como “leve desaceleración”, atendiendo a sus intereses partidistas y electoralistas. Como saldo de las legislaturas de Zapatero encontramos que en la sociedad española la participación, la conciencia cívica y la democracia participativa y deliberativa constituyen un “páramo desolado”. El nacimiento del peculiar movimiento cívico “15-m” inicialmente parecía responder, de forma espontánea, a esta asfixia de la sociedad civil; presentaba esperanzas de recobrar la “conciencia ciudadana”, pero, como los acontecimientos fueron demostrando, el núcleo de este movimiento, o quienes terminan llevándolo a su terreno, son agitadores radicalizados que obedecen a solapados intereses políticos y grupos marginales autoexcluidos de la ciudadanía y, es más, contrarios al orden cívico.» [Cayuela, A. / Vara, J. (coords.): El curso de la historia. Barcelona: Erasmus Ediciones, 2011, 175-176]

«El canciller alemán Schröder dio toda prioridad en su política económica a estimular la economía a base de acentuar las exportaciones, lo cual significó una gran concentración de euros en Alemania, que se emplearon en comprar deuda pública de los países PIIGS y también en prestarlo a las bancas privadas de tales países (Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia), la suma de cuyos déficits comerciales es igual al superávit de Alemania. Esta gran acumulación de euros la consiguió Schröder a base de reducir el porcentaje del valor producido (por la elevada productividad) que iba al mundo del trabajo, a costa de aumentar el porcentaje que iba al capital (es decir, al mundo empresarial de la banca y de las empresas exportadoras). Una condición para que Schröder pudiera conseguir esta situación fue el debilitamiento del mundo del trabajo, consecuencia de la aplicación de las medidas neoliberales del canciller Schröder (tal como también ha estado haciendo el gobierno Zapatero y que, sin ninguna duda, continuará haciendo el gobierno Rajoy).

El crecimiento económico alemán ha sido muy bajo y lento, debido a una escasa demanda doméstica, resultado del descenso muy notable de los salarios reales ocurrido como consecuencia de las medidas llevadas a cabo por Schröder y continuadas por Angela Merkel. Lafontaine quiso basar el estímulo económico de Alemania en el crecimiento de la demanda doméstica, redistribuyendo el crecimiento del producto (producido por la elevada productividad) en dirección de los trabajadores. Con ello las importaciones habrían aumentado y las exportaciones habrían descendido, estimulando así las economías de los otros países de la Eurozona. En su lugar, el modelo Schröder, continuado con Merkel, quiere exportarse a todos los países, lo cual es imposible, pues la disminución de la demanda doméstica de todos los países está conduciendo a la Gran Recesión y Depresión, incluida Alemania.

El diseño del euro y de la Eurozona estaba orientado para que ocurriera lo que está ocurriendo. Al impedírsele a un país que pudiera devaluar su moneda, éste se vio en la necesidad de devaluar sus salarios y debilitar su protección social. Éstas eran las dos alternativas que siempre se presentaban como las dos únicas posibles. Pero hay otra, y es la respuesta colectiva a base de estimular la economía mediante políticas expansivas, tanto de subidas de salarios como de aumento del gasto público, mejorando la infraestructura física y social del país, tal como ocurrió con el New Deal en EEUU y con el Plan Marshall en Europa después de la II Guerra Mundial, y tal como también proponía Oskar Lafontaine para Alemania y para la Unión Europea.

Ni que decir tiene que tal gobierno hizo reformas positivas y algunas de ellas muy positivas. Pero, su talón de Aquiles fue su política económica que fue de clara orientación neoliberal. [Vicenç Navarro, Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University. elplural.com, 01/enero/2012]

«Ahora que lo políticamente correcto es denostar la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Gobierno de la nación, ahora que, como un juguete roto, ha sido enviado al desván de la democracia española, o que si se le defiende es para poner el acento en sus avances en materia social y tratar de obviar sus últimas decisiones en el terreno económico, es quizá el momento apropiado para hacer una pequeña reivindicación de la figura del ya expresidente de la nación.

Zapatero ha cometido muchos errores al frente del Gobierno. Es probablemente justo acreedor de la derrota electoral de su partido. Se obcecó en negar la evidencia cuando la crisis se nos echaba encima. Adoptó en ese momento medidas de gasto incoherentes con las necesidades de la economía española. Debió hacer más caso a Pedro Solbes.

Y, sin embargo, cuando llegó la hora de la verdad, en los momentos decisivos en los que estuvo en juego el futuro de todos los españoles, supo estar a la altura de las circunstancias y demostrar amplitud de miras y sentido de la responsabilidad.

Si Zapatero, en mayo de 2010, se hubiera negado a aplicar los duros ajustes que requería la economía española para evitar el colapso, y por coherencia ideológica hubiera presentado su dimisión, se hubiera convertido en un icono para la izquierda, pero hubiera condenado a una generación de españoles a un futuro más sombrío.

Puso por delante el interés de todos los ciudadanos antes que el de su partido y el suyo propio. Y durante los últimos 18 meses concentró todas sus energías en la defensa de la economía española. En ese tiempo, un grupo reducido de personas de su equipo hicieron lo imposible para evitar que nuestro país se viera arrastrado por el huracán de la crisis de deuda soberana.

Y en cambio sí que se puede afirmar que si Zapatero no hubiera tomado las medidas que ha tomado en este último año y medio, en especial en lo relativo a la sostenibilidad de las cuentas públicas, a la corrección de los desequilibrios estructurales y a la reestructuración del sector financiero, muchos españoles estarían peor ahora mismo.

Igualmente, habrá muchos que agiten el 8 % que podría alcanzar el déficit en 2011 como señal de la incapacidad del Gobierno anterior, pero cualquiera con los conocimientos económicos y el rigor suficientes, el ministro De Guindos entre ellos, podrá explicar que esa desviación se debe al empeoramiento de la situación económica mundial después del verano, y al incumplimiento de los compromisos adquiridos por las Comunidades Autónomas, y no a un supuesto agujero encontrado por el nuevo Gobierno en las arcas del Estado.

Pertenece, asimismo, al juego democrático que un nuevo Gobierno emborrone el legado de su antecesor, para situar el listón más bajo a la hora de medir sus logros posteriores, esto se ha hecho siempre en todo el mundo, y es lógico, pero no debería impedirnos un análisis objetivo de los hechos: cualquiera con un mínimo de experiencia en ejecución de política económica sabe que un Gobierno que hubiera reconocido una desviación importante del objetivo de déficit automáticamente hubiera estado obligado a anunciar una batería de medidas para corregir la situación, pues de otra manera los mercados se lo comerían vivo. Y no cabía esperar esas medidas de un Gobierno en funciones, a punto de ceder el testigo a otro que había recibido el respaldo de una mayoría amplia de españoles.

El enconamiento y las disputas del día a día de la política crearon en el final de la etapa de Zapatero un clima en el que los medios únicamente se centraron en resaltar los errores cometidos, que sin duda también los hubo, pero es un acto de justicia reconocer aquello que en privado ahora admiten muchos: lo cierto es que el anterior Gobierno, en minoría parlamentaria y con una situación de franca debilidad en sus apoyos sociales, fue capaz de avanzar de manera sustancial en una profunda reestructuración del sector financiero, y en especial de las cajas de ahorro, que pasaron de 45 a 15 entidades en solo unos pocos meses; llevó a cabo de forma consensuada una reforma estructural de calado, la del sistema de pensiones; se adelantó a los acontecimientos con una reforma de la Constitución, para garantizar el equilibrio de las cuentas públicas, que van a tener que imitar muchos países europeos en los próximos años, y redujo una parte sustancial del déficit estructural y de la necesidad de financiación de la economía española, dos de los desequilibrios básicos de nuestra economía.

Sin esas decisiones, hace bastantes meses que el país se habría aproximado a un shock económico y político como el experimentado por algunos países vecinos en fechas recientes.» [Juan Francés: “El legado económico de Zapatero”, en El País - 28/01/2012]

«José Luis Rodríguez Zapatero es evidente que se equivocó confiando en las bases del modelo económico español, la crisis económica desmintió dolorosamente aquellas ilusiones. Pero, dejando aparte las políticas de contenido democrático acerca de las mujeres y los homosexuales, Zapatero intentó actualizar el sistema político tapando tres agujeros que se mantenían abiertos y hacían inviable el edificio para una parte de sus vecinos.

La Ley de Memoria Histórica, pretendió solucionar un problema que los pactos de la Transición dejaron sin resolver, la reivindicación del bando derrotado por el fascismo y el reconocimiento de las víctimas. Respondiendo a aquella intención de reformar lo existente para evitar una ruptura, la ley no amparaba los juicios a franquistas con responsabilidades criminales y quienes consideraron que eso era una limitación innegociable la criticaron desde la izquierda. Pero quien verdaderamente la combatió con acusaciones terribles y finalmente la anuló al llegar al gobierno fue la derecha.

La reforma del estatut catalán fue el intento final de que la conciencia nacional catalana cupiese dentro de la Constitución. El desgaste del sistema también se sentía en la sociedad catalana con su autogobierno y, desde la segunda legislatura de Aznar, marcada por un españolismo beligerante, se inició un proceso de revisión de la situación de Catalunya dentro de España y un sensible aumento del independentismo. El estatut planteado por Pascual Maragall era una respuesta a la creciente demanda nacional encajando a Catalunya en España, su propuesta de una doble capitalidad del estado o, al menos, que algunas instituciones tuviesen su sede en Barcelona es significativa de su voluntad de encaje.

La retirada de tropas de Irak y la Alianza de civilizaciones suponía recuperar cierta autonomía, ya que no soberanía completa, en la política exterior. Aznar, el hiperpatriota español había entregado los restos de soberanía a EE.UU., a cambio de su reconocimiento particular como personaje subalterno a Bush y sometió sin fisuras la política exterior a EE.UU. e Israel. La Alianza de civilizaciones cuestionaba de frente ese esquema y afirmaba una posición propia.» [Suso de Toro, en www.eldiario.es – 19/11/2014]

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