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Lenguas prerromanas de la Península Ibérica

(comp.) Justo Fernández López

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LENGUAS PRERROMANAS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

Las lenguas paleohispánicas o prerromanas son las lenguas indígenas habladas en la Península Ibérica antes de la llegada de los romanos. El término "indígenas" no es exacto ya que no se conoce el origen de algunas de estas lenguas y otras son indoeuropeas, pero delimita el grupo de lenguas tratado frente a las lenguas de pueblos colonizadores como el fenicio, el griego, el púnico (variedad del fenicio, que se hablaba en Cartago) y el latín.

La mayoría de las lenguas prerromanas desaparecieron, pero afortunadamente de algunas se han conservado inscripciones en escrituras paleohispánicas y en alfabeto latino que datan como mínimo del siglo V a.C., quizás desde el siglo VII a. C., hasta finales del siglo I a.C. o principios del siglo I d. C.

Las dos variantes principales del tronco indoeuropeo que se hablaron en la Península Ibérica son el lusitano y el celtibérico, que se extendieron por la Meseta, Ebro medio y casi todo el Norte. En una de estas variantes se expresaban tanto los lusitanos como los astur-cántabros, así como los habitantes más occidentales de Vizcaya. Los escasos textos escritos corresponden al área celtibérica, como los bronces de Botorrita (cerca de Zaragoza), que emplean el alfabeto ibérico. Aún no se ha podido descifrar la lengua, pese a su parentesco con otras lenguas indoeuropeas.

Levante, Andalucía, bajo Ebro y todo el Pirineo hablaban variantes del tronco ibérico. Los testimonios escritos del ibérico siguen siendo hoy intraducibles.

El vascuence o Euskera tiene algún rasgo común con el ibérico, pero las inscripciones ibéricas todavía no se han podido traducir con ayuda del vascuence, pese a parentescos léxicos y fonéticos. Textos ibéricos encierran palabras y sufijos que tienen correspondencias en el vasco, pero no sabemos si significaban lo mismo o algo parecido. El problema del vasco-iberismo sigue sin resolverse.

«Parece claro que no hay ningún argumento científico para asegurar la diferenciación absoluta del vasco en relación con las lenguas habladas en aquellos tiempos en la Península y luego perdidas; mucho menos su originalidad entre las lenguas que se hablaban en esta parte de Occidente tres o cuatro milenios atrás. Tampoco parece que existan razones de peso para fantasear sobre sus orígenes casi misteriosos, sus parentescos específicos con lenguas camíticas o del grupo ugro-finés, uralo-caucásico, etc., como se ha pretendido en ocasiones, y su trasplante inexplicable y también misterioso hasta la Península.» [González Antón 1998: 25-26]

Las lenguas prerromanas de las que se conocen textos escritos son:

Las lenguas de las colonizaciones históricamente documentadas:

 

Fenicio, púnico y griego.

Lenguas nativas según sus relaciones genéticas de familia:

 

Celtibérico, una lengua celta y por tanto indoeuropea. La lengua celtíbera es la única lengua del grupo de lenguas hispano-célticas documentada directamente mediante inscripciones en la propia lengua. El celta galaico solo se conoce por evidencias indirectas. Otras lenguas o dialectos de la rama celta relacionadas con el celtíbero, pero peor documentadas, se hablaban en el centro, norte y oeste de la Península.

Los celtiberos, aunque fueran un grupo autónomo, utilizaron la escritura ibera y estuvieron fuertemente influidos por los iberos, que tenían una cultura más rica y prestigiosa. Los últimos documentos escritos en lengua celtibera utilizan ya caracteres latinos.

 

Lusitano, lengua indoeuropea de filiación discutida y escasamente atestiguada, es considerada celta por algunos investigadores, pero al conservar la /p/ del indoeuropeo es probablemente no celta. Puede identificarse o no como hispano-céltica, pero es indudablemente indoeuropea.

La teoría más difundida es que el lusitano era una lengua de la rama céltica, pero perteneciente a un subgrupo distinto del celtíbero. Los lusitanos se habrían asentado en la Península en una época anterior al resto de pueblos celtas, por lo que el idioma se diferenció más rápidamente del resto de lenguas celtas. Los vetones, vecinos de los lusitanos, parece que hablaban también una lengua indoeuropea emparentada con el lusitano.

La zona indoeuropea corresponde a varios pueblos llegados a través de los Pirineos cuyos asentamientos o ciudades utilizaban el sufijo -briga (ciudad) en una primera etapa y -dunum/-acum (fortaleza) en una segunda. Los pueblos indoeuropeos no tenían unidad lingüística. Por su número y por el vasto territorio que ocupaban o bien hablaban lenguas distintas, pero relacionadas entre sí, o bien había gran diversidad dialectal. Solo el celtíbero y el lusitano dejaron documentos escritos. Del estudio de estos documentos se deduce que eran dos lenguas distintas.

 

Íbero, lengua de filiación no establecida, aunque claramente distinguible e identificable con facilidad, pero muy mal conocida. Probablemente era la lengua vernácula de los pueblos que habitaban el área cultural ibérica, aunque para algunos autores sería una lingua franca del área ibera.

Una teoría difundida pero no admitida por todos, es que estaba emparentada con el antiguo aquitano (hipótesis vascoiberista). El íbero se hablaba en la época prerromana en el este de España.

 

Tartesio, lengua de filiación desconocida hablada en la época prerromana en el oeste de Andalucía, es una lengua no clasificada (también conocida como sudlusitana suroccidental o del sudoeste).

No se puede establecer con certeza si se trata de una lengua indoeuropea o preindoeuropea. Para algunos autores el tartesio no es ni una lengua íbera ni indoeuropea. Se ha especulado con su pertenencia a la familia celta o a la anatolia, hipótesis que muchos autores rechazan.

Hay otras lenguas indirectamente conocidas a través de topónimos, antropónimos y teónimos a través de las fuentes griegas y romanas o de inscripciones en lengua latina:

 

La lengua aquitana o euskera arcaico es la lengua hablada en la antigua Aquitania, en un territorio entre el río Garona y los Pirineos, que se considera relacionada con otras lenguas pirenaicas y es  antecesora del moderno euskera. Tenemos testimonios de esta lengua que datan de los siglos I-III d.C. Esta lengua tenía contacto lingüístico con el latín; muchos de los préstamos latinos en euskera moderno muestran signos de haber sufrido los mismos cambios fonéticos que las palabras patrimoniales del euskera, lo cual revela que esos préstamos latinos se dieron en época muy antigua.

 

El antiguo europeo (en alemán: Alteuropäisch, paleoeuropeo) es el término utilizado por Hans Krahe (1964) para el idioma del estrato más antiguo de la hidronimia (nombres de ríos) en Europa Central y Occidental. El origen de estos nombres de los ríos es pregermánico y precelta, y fue fechado por Krahe en el II milenio a. C. 

 

Las lenguas hispano-célticas del centro y oeste es un grupo de lenguas célticas que incluye las diversas variedades geográficas que se hablaban en la Edad Antigua de la península ibérica. Resulta difícil determinar las posibles variantes o el grado de unidad que pudo existir entre estas variantes de celtas. Usualmente se clasifica a las lenguas hispano-celtas como parte del grupo de las lenguas célticas continentales. No existe evidencia filogenética de que las lenguas hispano-célticas formaran un grupo filogenético, si bien su adscripción al céltico si está perfectamente clara.

 

Las variedades hispano-célticas bien caracterizadas incluyen dos grupos: Celtíbero que es una variedad oriental, la de corpus más extenso y aceptado como "celta". Celta galaico que es una variedad occidental, en la zona atlántica, donde un limitado corpus de inscripciones latinas contiene algunos rasgos claramente celtas, y que permitirían reconstruir el celta galaico.

 

Algunos autores sostienen que se puede hablar de lenguas indoeuropeas no célticas en el oeste de la península. Claramente la lengua lusitana es de este tipo, pero otros grupos como los vetones (vettones) o los galaicos (callaeci) podrían haber hablado lenguas indoeuropeas no célticas.

Hay que añadir la lengua de los colonizadores:

El fenicio-púnico, lengua semítica noroccidental, variedad del fenicio, hoy extinta, que se hablaba en Cartago. Fue la lengua prerromana de Ibiza tras el establecimiento de colonizaciones fenicias hacia el siglo VIII a. C. Posteriormente, el fenicio fue la lengua hablada por los cartagineses que se asentaron en España en el siglo III a. C.

Antiguos dialectos griegos, variedades emparentadas con el griego clásico, que se hablaban en las diferentes colonias griegas del Mediterráneo español.

Los romanos se asentaron por primera vez en España en el 218 a. C. y fueron conquistando paulatinamente la Península hasta el sometimiento efectivo de los últimos pueblos prerromanos en el 17 a. C.

Su lengua, el latín, lengua indoeuropea de la rama itálica, se fue expandiendo en los territorios conquistados mediante la romanización de la sociedad autóctona y la llegada de nuevos pobladores latinos.

En la época final del Imperio Romano, el latín había desplazado a todas las lenguas prerromanas, salvo parcialmente al aquitano en algunas zonas alejadas de los centros de poder romanos. Todas las lenguas habladas actualmente en España (salvo el vasco, procedente del aquitano) proceden del latín vulgar. El latín se conserva en numerosas inscripciones y ya es apenas utilizado en actos litúrgicos o similares.

origen de La Lengua ibérica

Estrabón (XI, 2, 19) llamó a toda la Península Hiberia porque los pueblos de la zona mediterránea tenían una cierta semejanza con los habitantes de una zona del Cáucaso (Georgia) del mismo nombre. Domínguez Monedero (1983) ha demostrado que esta percepción de Estrabón es un error debido a los mitos y los conocimientos geográficos que los griegos tenían en ese momento del mundo conocido.

La conexión que hace Estrabón ha dado pie a teorías que relacionan el ibero con las lenguas caucásicas y más tarde con las lenguas camíticas (como el bereber actual) o con la lengua vasca. Mientras no podamos traducir los textos notados en escritura ibérica no sabremos con certeza el origen de la lengua ibérica.

Algunos autores han intentado traducir ciertas palabras o han encontrado elementos morfosintácticos: el orden sintáctico de las palabras en ibero seguiría el modelo SOV (sujeto + objeto + verbo) como el vasco, ambas lenguas comparten un sistema fonético de cinco vocales. Esto ha llevado a algunos investigadores a postular no solo un parentesco entre las dos lenguas, sino una equivalencia total: el vasco y el ibero serían la misma lengua. Es la hipótesis del vasco-iberismo, la tesis más polémica de todas las que se manejan sobre la filiación del ibero. Otros autores niegan que el ibero y el vasco fueran una sola lengua (uniformidad lingüística),aunque admiten una posible relación de familia entre ambas lenguas.´

La hipótesis norteafricana sobre el origen del ibero estuvo en boga en la primera mitad del siglo XX y sostenía que el ibero estaba relacionado con las lenguas bereberes del norte de África. La hipótesis de que la cultura ibérica procede del norte de África puede considerarse obsoleta.

Algunos autores consideran que el ibérico no es una lengua en el sentido estricto del término, sino una koiné (lengua común que resulta de la unificación de ciertas variedades idiomáticas) utilizada por los comerciantes iberos, fenicios y griegos como forma de intercambio en una zona muy rica en materias primas. El conjunto de dialectos iberos sería una especie de lingua franca. La lengua íbera sería solo la lengua propia de los íberos contestanos (quizás también de los edetanos, oretanos y bastetanos) que se habrían convertido en los intermediarios privilegiados del comercio con los griegos y su lengua se habría convertido en la lengua franca del comercio de todos los pueblos que se identifican como íberos.

Las afinidades fonológicas podrían ser debidas a fenómenos de área lingüística entre lenguas que comparten un mismo territorio, mientras que las afinidades de léxico y onomásticas podrían ser debidas al préstamo.

La hipótesis pirenaica considera que la afinidad entre la lengua ibérica y la aquitana debería traducirse en una proximidad real de su lugar de origen, por lo que postula la existencia de un grupo lingüístico pirenaico producto de la coexistencia milenaria de los grupos humanos de la zona. De las hablas occidentales de este grupo pirenaico procedería la lengua aquitana en la vertiente septentrional y la lengua vasca en su vertiente meridional. La lengua íbera seria fruto de la evolución de las hablas orientales de este grupo que se habría expandido de norte a sur desde el Pirineo oriental o sus estribaciones hacia el mediodía.

Otra hipótesis considera que el parentesco entre las lenguas ibérica, vasca y aquitana probaría la existencia de algún factor común que justifique la expansión de esta familia lingüística en un amplio territorio en pocos siglos. Así pues, se postula que esta familia de lenguas procedería de una capa demográficamente invasiva que formaría parte de la cultura de Campos de Urnas, puesto en la que Península Ibérica el área de difusión de esta cultura coincide básicamente con el territorio de difusión de la lengua ibérica.

Según la hipótesis catalana, la lengua ibérica tendría su origen en el norte de Cataluña, donde se documentan las inscripciones ibéricas más antiguas (Ullastret), y su expansión en dirección norte sur se habría producido mediante movimientos de población amplios en tiempos no muy anteriores a los primeros documentos escritos, quizás en el siglo VI a.C. 

Aunque conocemos algunos elementos morfológicos, el léxico sigue siendo un misterio. El ibero, como el etrusco, es una lengua no descifrada. Por lo mismo se puede afirmar que no es indoeuropea, con rasgos demasiado extraños para que podamos penetrar sin ayuda de otra lengua en su gramática. El estudio de la epigrafía hispánica prerromana depende aún de que algún día se encuentra la piedra Rosetta ibérica. La Rosetta es una los de basalto negro, fragmento de una estela, fechada en el 196 a.C. en la que aparecen un texto en tres inscripciones diferentes: caracteres jeroglíficos, escritura demótica egipcia y cincuenta y cuatro inscripciones en griego. Gracias a estas inscripciones, el investigador francés Champollion (1790-1832) logró descifrar los jeroglíficos egipcios.

Desde un punto de vista fonético, el castellano comparte con el vasco y con el ibero la existencia de cinco vocales /a, e, i, o, u/, y con este rasgo se diferencia de las restantes lenguas románicas.

Según Antonio Tovar (1980), la palabra ibero procede del hidrónimo iberus flumen (río ibero > río Ebro) que se explica a partir del vasco ibar (ría, estuario) o ibai (río). El apelativo ibar en boca de los comerciantes jonios pudo convertirse en iberus (> ibero, río) y los habitantes de la zona en iberos, que podríamos traducir algo así como «los del río». Hoy en día existe el apellido vasco Ibarra o Iborra con idéntico significado.

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