Irse - marcharse - venirse

© Justo Fernández López www.hispanoteca.eu

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Mucho le agradeceré me indique la diferencia entre el uso del verbo "ir" (no reflexivo) e "irse"(reflexivo), ¿cuál es la forma correcta en el uso de cada uno? y ¿cuándo se usa cada uno?.

¿Cuál es la diferencia que hay entre estas dos oraciones?:

"voy a la escuela" y "me voy a la escuela".

Empecemos aclarando un poco la terminología gramatical:

En realidad, no existen verbos reflexivos, sino oraciones o construcciones reflexivas que se caracterizan por la presencia de un pronombre reflexivo (me, te, se, nos, os, se) y en las que el sujeto es al mismo tiempo el objeto o el beneficiario de la acción del verbo: La madre se lava (a sí misma). La madre se lava la cara (lava su cara). Los verbos usados en las construcciones reflexivas pueden usarse también en oraciones no reflexivas: La madre lava al niño. La madre le lava la cara al niño.

Los verbos que aparecen acompañados de un pronombre o clítico sin función de complemento del verbo, reciben el nombre de verbos pronominales. El pronombre forma parte del verbo y no puede ser sustituido por un sintagma nominal: Imaginarse algo > Me imagino algo; pero no se puede decir Me imagino algo a mí mismo. Hay verbos exclusivamente pronominales, es decir, que no se pueden emplear sin el pronombre: arrepentirse, quejarse, vanagloriarse (no existe el verbo *arrepentir, *quejar, *vanagloriar). Y hay muchos verbos que presentan una forma no pronominal y otro pronominal, con diferencia de matices en el significado: ir / irse, marchar / marcharse, dormir / dormirse, clasificar / clasificarse, etc. Los efectos peculiares de sentido de los verbos con alternancia pronominal pertenece al léxico y no a la sintaxis, al diccionario más que a la gramática. El Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (RAE) emplea para los verbos las abreviaturas: tr. (transitivo), intr. (intransitivo) y prnl. (pronominal), U. t. c. prnl. (usado también como pronominal).

«El Diccionario de la Real Academia Española califica como pronominal a todo verbo o acepción que se construya en todas sus formas con pronombres reflexivos. “Hay verbos exclusivamente pronominales, como arrepentirse. Otros adoptan determinados matices significativos o expresivos en las formas reflexivas: caerse, morirse, frente a las formas no reflexivas: caer, morir”. La calificación de reflexivos, que el mismo Diccionario aplicaba antes uniformemente a estos verbos, no era propia para todos estos matices significativos o expresivos. En cambio, la de pronominal, aunque atiende únicamente a la forma, abarca los significados reflexivos y los que no lo son.» [RAE: Esbozo de una nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 1973, § 3.5.4e]

En el Glosario de términos lingüísticos, del Diccionario panhispánico de dudas (DPD) de la RAE (2005), bajo Verbo no aparece verbo reflexivo, sino verbo pronominal; reflexivo se aplica solamente a la oración:

«reflexivo -va. Se dice de la oración que expresa una acción que recae sobre la misma entidad designada por el sujeto: Ayer me lavé el pelo; El culpable se suicidó. Son reflexivos o tienen valor reflexivo los elementos lingüísticos que aportan este sentido a la oración, como los pronombres personales que, funcionando como complementos del verbo, tienen como antecedente al sujeto de la oración: Se lavó las manos antes de comer; Me sumergí en el río; Piensas demasiado en ti mismo.» [RAE: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 769]

«verbo pronominal. El que se construye en todas sus formas con un pronombre átono que concuerda con el sujeto y que no desempeña ninguna función sintáctica oracional. Algunos verbos son exclusivamente pronominales, como arrepentirse o vanagloriarse, y otros adoptan determinados matices significativos o expresivos en la construcción pronominal, como caerse o morirse, frente a caer o morir.» [RAE: DPD, p. 771]

En la lingüística actual, clítico suele usarse para hacer alusión a ciertas unidades gramaticales átonas cuyo funcionamiento se aproxima al de los afijos, como son las tradicionalmente llamadas formas pronominales átonas del pronombre personal: me, te, se, nos, os, se, le, les, lo, la, los, las.

 

Usos de ir e irse

 

«La afirmación, sin más, de que este verbo puede ser o no pronominal es claramente insuficiente, porque hace pensar en un uso opcional del pronombre en cualquier circunstancia, lo cual no es cierto. Pensemos, como primer ejemplo, en una situación muy simple: si alguien que está en una reunión se marcha y quiere referirse sólo a ese hecho, tiene que decir obligatoriamente Me voy y no Voy; si quiere usar esta última forma tendrá que decir algo así como Voy al jardín, Voy a salir, etc. Esto nos demuestra que no existe la opcionalidad total y nos hace ver la necesidad de encontrar el criterio diferenciador.

La forma simple se relaciona fundamentalmente con el complemento de destino, con el “a donde”; la forma pronominal, por el contrario, se relaciona sobre todo con el complemento de origen, con el “de donde”. Por otro lado, la forma simple es la más “neutra” (la “no marcada”), de modo que en los casos en que el verbo queda reducido a la pura expresión del movimiento y las ideas de destino y origen se diluyen, sólo puede usarse ella.» [Molina Redondo, José A.: Usos de „se“. Cuestiones sintácticas y léxicas. Madrid: SGEL, 1990, 47-48]

a)  se usa únicamente la forma no pronominal ir

Cuando ir se emplea como verbo casi auxiliar para formar perífrasis verbales:

Voy a estudiar para el examen.

El enfermo va mejorando.

Va deprimido.

Hay casos en los que ir no forma perífrasis verbal con el infinitivo y mantiene su sentido pleno:

Voy a comer. [‘me dispongo a comer’]

En los ejemplos siguientes, el pronombre átono forma parte del infinitivo y no del verbo ir:

Me voy a duchar. [‘quiero ducharme’]

Se va a casar. [‘tiene la intención de casarse’]

b)  su usa únicamente la forma no pronominal ir

Cuando prevalece la idea de destino, ya sea de forma explícita o implícita.

–¿Adónde vas? –A casa.

Hace tiempo que no voy al pueblo.

Este fin de semana vamos al campo.

Este verano he ido poco a la playa.

Ejemplos en los que la idea de destino no está expresa:

–Que te llaman al teléfono. –¡Ya voy!

–¿Puedes venir un momento? –Voy enseguida.

–¡Niños, a comer! –¡Y vamos!

c)   su usa únicamente la forma pronominal irse

Cuando solamente importa o lo que prevalece es la idea de origen o lugar del que se parte o se abandona. El complemento de origen puede no estar expreso, por ejemplo, se puede sobrentender “de aquí”:

Bueno, yo me voy. [‘me voy de aquí’]

Me voy a comer. [‘me voy de aquí, tengo que ir a comer’]

Se fue de casa con quince años. [‘abandonó la casa de sus padres’]

Ya se va el verano. [‘se termina el verano y viene el otoño’]

d)  su pueden utilizar indistintamente las dos formas  ir / irse

Cuando se neutraliza la diferencia o cuando es indiferente poner el énfasis en el punto de origen o en el de destino.

Mañana voy a Madrid. / Mañana me voy a Madrid.

Estas vacaciones iremos a Galicia. / Estas vacaciones nos iremos a Galicia.

Cuando el movimiento indica una falta prolongada del lugar de origen (como cambio de residencia, traslado, etc.), se usa la forma pronominal irse que pone el énfasis en el lugar que se abandona:

Cuando termine el contrato con el club, me voy.

Me voy de la Universidad, no voy a seguir estudiando.

«Con el verbo ir, hay una distinción semántica clara entre la forma no pronominal ir, que implica un complemento preposicional de dirección, explícito o sobreentendido (Laura fue al hospital) y la forma pronominal irse que no requiere un complemento de dirección; así Daniel se fue, se interpreta como “Daniel dejó un lugar” (p. ej. su casa, el bar, etc.) y Daniel se fue al hospital se interpreta como “Daniel dejó un lugar para ir al hospital”. En cualquier caso, muchas de las formas pronominales con verbos intransitivos aparecen totalmente lexicalizadas, por lo que es muy difícil delimitar qué es exactamente lo que aporta la presencia del pronombre reflexivo al significado del verbo.» [Mendikoetxea, Amaya: “Construcciones con se: medias, pasivas e impersonales”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe, 1999, § 26.1.1.3]

Ejemplos de dichos y frases hechas con irse / marcharse:

irse a pique / irse al garete ['naufragar, fracasar']

irse con la música a otra parte / marcharse con la música a otra parte ['alguien se está haciendo algo molesto en un lugar y debe marcharse a otro, como si se tratara de un músico ambulante']

irse de la lengua ['hablar más de lo debido']

irse de rositas ['salir beneficiado de una situación en la que lo merecido sería un castigo']

irse por los cerros de Úbeda / marcharse por los cerros de Úbeda ['perderse en divagaciones innecesarias', 'salirse del tema que se está tratando']

írsele a alguien el santo al cielo / marchársele a alguien el santo al cielo ['despistarse; perder la atención u olvidarse de algo']

 

Usos de marchar y marcharse

 

Como en el caso de ir/irse, la forma pronominal marcharse requiere un complemento de origen explícito o no:

Se marchó de aquí hace tiempo.

Se marchó sin dejar las señas de su nuevo domicilio.

Su hija se marchó de casa.

La visita se marchó a media noche.

La forma no pronominal sólo implica la idea de dirección:

En primavera, los pastores marchan hacia el norte en busca de pastos para las ovejas.

Los campesinos marchaban hacia la capital para manifestarse delante del Ministerio de Agricultura.

 

Usos de venir y venirse

 

El verbo venir implica los complementos de origen y destino, lo mismo que ir.

«Pero entre ambos hay una diferencia importante: ir puede utilizarse independientemente de la ubicación del hablante: alguien que no esté ni en Sevilla ni en Bilbao puede decir

Juan (se) fue de Sevilla a Bilbao;

por el contrario, venir implica que el hablante está en el lugar de destino del movimiento: de modo que sólo podrá decir

Juan (se) vino de Sevilla a Bilbao

si se halla en Bilbao.

El lugar en que el hablante se siente situado puede resultar ampliado; por ejemplo, sin necesidad de encontrarse en la ciudad española de que se habla, alguien puede decir

Pedro se ha venido de Alemania a Bilbao:

el ubi ampliado del hablante es en este caso el país (o sea, España).

El criterio de uso de las dos formas es el mismo que el señalado para el verbo ir: la forma pronominal se relaciona sobre todo con el complemento de origen; la forma simple, con el de destino (que es siempre el lugar del hablante).» [Molina Redondo, o. cit. p.50]

a)  se usa únicamente la forma no pronominal venir

Con las perífrasis verbales:

Vinimos charlando todo el camino.

Este hombre viene a ser primo de mi padre.

Con sujeto no animado:

Las patatas vinieron de América.

b)  se usa la forma pronominal venirse

Cuando se pone énfasis en el origen sin nombrar el destino:

Se vino de Alemania después de haber trabajado allí cinco años.

Yo me voy. ¿Te vienes?

e)  su pueden utilizar indistintamente las dos formas  venir/venirse

Se usa la forma no pronominal cuando lo que se quiere señalar es el destino o meta del movimiento. Se usa la forma pronominal cuando se recalca la idea del abandono del lugar de origen:

Ha venido enfermo de la oficina.

Esta oración implica que estuvo trabajando y al terminar el trabajo se fue a casa, a la que llegó enfermo.

Se ha venido enfermo de la oficina.

Esta oración implica que ha tenido que abandonar el trabajo en la oficina antes de terminar la jornada por sentirse enfermo.

Valentina ha venido del convento.

Valentina, que está en un convento, ha venido de visita por unos días.

Valentina se ha venido del convento.

Valentina a colgado los hábitos.

 

La alternancia aspectual o télica de algunos verbos

 

Se emplea en lingüística el término télico (del griego télos ‘término’) para definir el aspecto de una actividad que sólo puede darse por realizada con su culminación: besar (algo o alguien). En oposición a atélico, dícese del proceso que sólo puede darse por realizado con su culminación: Mi hermano está escribiendo una novela describe una acción télica, pues si se interrumpe antes de su culminación entraña que mi vecino no ha escrito una novela. Por el contrario, Mi hermano escribe novelas describe una acción atélica puesto que su cumplimiento prevalece desde el inicio hasta cualquier instante de su duración. Desde Aristóteles se distingue entre eventos que ‘delimitados’ o ‘perfectivos’ (del latín perfectum, «acabado») y eventos ‘no delimitados’ o ‘no perfectivos’.

Son muchos los verbos que tienen alternancia pronominal mediante los clíticos me, te, se y sus plurales, tanto en usos transitivos como intransitivos. Estos clíticos o formas átonas del pronombre constituyen con ciertos verbos una marca aspectual: la forma pronominal del verbo hace que éste incluya una mención del límite del evento. Este límite es final, en el caso de verbos transitivos; inicial, en caso de los verbos intransitivos.

Por ejemplo, fumar denota un evento delimitado cuando se construye con un complemento directo determinado

Fumo un puro después de comer.

No es delimitado si el complemento directo es indeterminado

Fumo puros y no cigarrillos.

También los clíticos me, te, se y sus plurales tienen valor delimitador del evento. La forma pronominal confiera al verbo un valor delimitador y, en consecuencia, el complemento directo sólo puede ser determinado:

Me he fumado un puro después de comer.

Con los verbos transitivos el clítico (me, te, se, etc.) no es obligado, puesto que el CD puede por sí solo delimitar el evento.

Cuando el verbo es intransitivo (caer, ir, morir, salir, venir), que no lleva complemento directo, la forma pronominal del verbo implica un límite del evento, límite marcado no por el punto final sino por el del inicio del evento.

Me voy de aquí. *Voy de aquí.

Puesto que ir denota un evento sin límite, el clítico de la forma pronominal es el que delimita el evento y lo hace compatible con el sintagma preposicional que marca el origen. La presencia del sintagma preposicional que marca el inicio de la delimitación hace obligada en este caso la presencia del clítico y el evento se interpreta como delimitado con el significado de ‘dejar un lugar para ir a otro’. Mientras que la forma no pronominal de ir se interpreta como una actividad sin límite con el significado de ‘dirigirse a un lugar’.

Citas

 

«marchar / marcharse

La forma pronominal de esta pareja es obligada cuando está presente (explícita o implícitamente) un punto de origen:

Me marché de casa (y no *marché de casa).

Me marcho del Instituto (y no *marcho del Instituto).

Sin embargo, en ciertas zonas del oeste peninsular (desde León hasta Extremadura) es frecuente el empleo de la forma no pronominal en estos casos:

*Bueno, marcho, hasta mañana (por “... me marcho...”).

*¿Cuándo marchas? (por “¿cuándo te marchas?”).

Es un uso no admitido por la norma estándar y de carácter diastrático (vulgar) y diatópico (zona geográfica mencionada).»

[Gómez Torrego, L.: Valores de “se”. Madrid: Arco, 1992, p. 36]

«En el libro IX de su Metafísica, Aristóteles señaló la existencia de verbos que denotan eventos que han llegado a un punto final y verbos que denotan eventos que carecen de ese punto final. No se da simultáneamente el caso de que uno esté llegando y haya llegado, pero sí de uno esté trabajando y haya trabajado. Característica semántica conocida como ‘Paradoja imperfectiva’. Ello implica que el evento descrito por llegar no está completo, realizado, hasta que no alcanza su final, mientras que el denotado por trabajar no implica, no menciona un fin, tiene lugar sin necesidad de acabar. [...]

La distinción señalada por Aristóteles entre eventos que podríamos llamar ‘delimitados’ o ‘perfectivos’ (del latín perfectum, «acabado») y eventos ‘no delimitados’ o ‘no perfectivos’ constituye en realidad la oposición aspectual básica, en la medida en que organiza o cruza la práctica totalidad de las clasificaciones aspectuales de eventos propuestas con posterioridad en los estudios teóricos del aspecto. Dentro de la tradición gramatical del español, la distinción fue recuperada por Bello, quien denominó ‘desinentes’ a los verbos que, como construir, llegar o nacer, denotan un evento cuyo término se ha alcanzado y ‘permanentes’ a aquellos que denotan un evento que «subsiste durando» (Bello 1847: § 625), como trabajar, viajar o ver

[Miguel, Elena de: “El aspecto léxico”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe. 1999, vol. 2, § 46.1.1.1]

«De acuerdo con la distinción básica establecida por Aristóteles, el evento denotado por fumar no está delimitado: no precisa acabar para tener lugar, puesto que al mismo tiempo que no está fumando, ha fumado. En cambio, fumar sí denota un evento delimitado cuando se construye con un complemento directo (CD) como en fumar un cigarro: el evento finaliza ahora precisamente cuando finaliza el cigarro. Y no se da el caso de que uno esté fumando un cigarro y al mismo tiempo haya fumado el cigarro. [...]

En el caso de fumar, la presencia del CD un cigarro confiere un límite al evento, lo delimita o perfectiviza. Ahora bien, no siempre es así, puesto que el evento denotado por fumar cigarros sigue siendo no delimitado a pesar de la presencia de un complemento directo (cigarros). Parece, pues, que un evento no delimitado solo podrá interpretarse como acabado cuando exista un CD determinado o cuantificado que lo delimite, que señale el fin del intervalo en que ocurre: el evento de fumar acaba sólo si se menciona la existencia de un determinado cigarro que acaba e impide que el evento siga ocurriendo.

También el se de fumarse tiene un valor delimitador. Cuando este se aparece, el evento denotado por el verbo se convierte en delimitado y exige, en consecuencia, la presencia de un CD determinado. Véase el contraste entre

Sara se ha fumado un puro hace una hora.

Esta forma sólo resulta aceptable si aparece el CD un puro.

Esta actriz fuma puros.

Esta actriz fuma mucho.

El evento denotado por fumar {puros/mucho} sigue sin delimitar –no existe un CD directo determinado que ponga límite a la actividad de fumar–; en consecuencia, es incompatible con la presencia de se, que indicaría que existe un final para el evento denotado por el predicado.

Sara se ha fumado un puro.

Sara ha fumado un puro.

Con los verbos transitivos se no es obligado, puesto que el CD puede por sí solo delimitar el evento.

Cuando el verbo en cuestión es transitivo, la forma se exige un CD determinado en consonancia con la delimitación del evento; con los verbos inacusativos (caer, ir, morir, salir, venir), el requisito impuesto por se es otro:

(#Me) Voy siempre a París por San Sebastián.

Ir es un verbo no delimitado que requiere un complemento preposicional de dirección del movimiento (como a París).

Me voy de aquí.

*Voy de aquí.

La presencia de se implica un límite pero no será el punto final sino el del inicio del evento. Este límite puede estar indicado por un complemento preposicional que señale el origen del movimiento (como de aquí). La presencia del sintagma preposicional que marca el inicio de la delimitación hace obligada en este caso la presencia de se, puesto que ir denota un evento sin límite y esta información es incompatible con la aportada por un complemento que expresa límite; se va a ser el elemento encargado de delimitar el evento de ir y hacerlo compatible con el SP delimitador; de ahí su obligatoriedad en el ejemplo anterior.

En suma, irse en

Me voy de aquí

se interpreta como un evento delimitado con el significado de “dejar un lugar (para ir a otro)” mientras que ir en

(#Me) Voy siempre a París por San Sebastián

se interpreta como una actividad sin límite, con el significado de “dirigirse a un lugar”.»

[Miguel, Elena de: “El aspecto léxico”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe. 1999, vol. 2, § 46.1.1.2]

«El tipo de se examinado constituye una marca aspectual que informa de que el predicado en que aparece incluye una mención del límite del evento (límite final, en el caso de los verbos transitivos; inicial, en el caso de los inacusativos).»

[Miguel, Elena de: “El aspecto léxico”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe. 1999, vol. 2, § 46.2.3]

«Entre los verbos transitivos que aparecen tanto en construcciones medias como activas hemos citado verbos como lavar, quemar y asustar, en los que está claro que el sujeto se ve afectado por la acción denotada por el predicado, ya por ser a la vez avente y paciente (lavarse) o por sufrir un cambio físico (quemarse) o psíquico (asustarse). Cumplen, por tanto, estas oraciones las propiedades formales y nocionales que hemos asociado con la voz media en un sentido amplio. Más difícil es la clasificación de aquellas oraciones en las que la presencia del elemento pronominal se asocia a un cambio en las características aspectuales de dicho verbo; cuando el verbo intransitivo es un verbo estativo con aspecto imperfectivo en oraciones activas, la construcción pronominal asociada con dicho verbo lo convierte en un verbo perfectivo: dormir vs. dormirse, quedar vs. quedarse. Las diferencias son más sutiles con verbos como morir vs. morirse, y con verbos de movimiento como: marchar vs. marcharse, venir vs. venirse, ir vs. irse. En este último caso, con el verbo ir, hay una distinción semántica clara entre la forma no pronominal ir, que implica un complemento preposicional de dirección, explícito o sobrentendido

Laura fue al hospital

y la forma pronominal irse que no requiere un complemento de dirección; así

Daniel se fue,

se interpreta como “Daniel dejó un lugar” (p. ej. su casa, el bar, etc.) y

Daniel se fue al hospital

se interpreta como “Daniel dejó un lugar para ir al hospital”.

En cualquier caso, muchas de las formas pronominales con verbos intransitivos aparecen totalmente lexicalizadas, por lo que es muy difícil delimitar qué es exactamente lo que aporta la presencia del pronombre reflexivo al significado del verbo. Nuestra clasificación de las oraciones medias no da cuenta de este tipo de oraciones, ni de aquellas en las que la presencia del pronombre clítico se asocia con el aspecto.»

[Mendikoetxea, Amaya: “Construcciones con se: medias, pasivas e impersonales”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe, 1999, § 26.1.1.3]