Pronombre personal le no concertado

© Justo Fernández López www.hispanoteca.eu

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Se trata de este texto: Ten paciencia, dale tiempo suficiente a tus oídos para acostumbrarte a las diferentes voces (Habe etwas Geduld, lass deinen Ohren genügend Zeit, sich an die verschiedenen Stimmen zu gewöhnen). En mi opinión sería correcto: Ten paciencia, dales tiempo suficiente a tus oídos para acostumbrarte a las diferentes voces.

Está claro que en el ejemplo

Ten paciencia, dale tiempo suficiente a tus oídos para acostumbrarte a las diferentes voces,

hay una discordancia entre le y a tus oídos, y que lo correcto es

Ten paciencia, dales tiempo suficiente a tus oídos para acostumbrarte a las diferentes voces.

Según la RAE (Esbozo 1973: § 3.10.4b-e), “no es raro encontrar estas discordancias en periódicos, y aun en escritores de todas las épocas, de ambos lados del Atlántico”.

Estos casos de discordancia se dan solamente cuando el complemento está pospuesto al verbo. El clítico o pronombre átono anticipa o anuncia vagamente que después del verbo viene el complemento preciso. Y es, según la RAE, “este carácter incoloro del pronombre inacentuado” el que lleva a la incorrección de usarlo en singular con un complemento en plural.

Según algunos autores, esta discordancia se debe a que el dativo le es un “expletivo”, es decir, no es necesario para el sentido de la oración y no ejerce una función verdaderamente pronominal, sino que simplemente avanza o anticipa que después del verbo viene un dativo, cuyos rasgos no necesita especificar.

La función sintáctica de los pronombres átonos.

Clíticos acusativo y clíticos dativo

 

«Si se quiere comprender de modo cabal el fenómeno de la cliticización en español, es preciso tener en cuenta que estamos ante un grupo muy heterogéneo de elementos que se encuentran posiblemente en proceso de cambio y muestran una gran variación dependiendo del dialecto.

Los clíticos de primera y segunda personas no son totalmente equiparables a los de tercera. En primer lugar, porque unos derivan históricamente del pronombre personal latino, en tanto que los otros provienen del demostrativo. Además, sólo los pronombres de tercera persona alternan (o coexisten) con expresiones referenciales (sintagmas léxicos no pronominales).

Las divergencias entre las formas de dativo y acusativo son de naturaleza mucho más profunda de lo que podría parecer en un principio.

En primer lugar, el clítico dativo comparece con sintagmas nominales en posición de objeto en todos los contextos, y en todos los dialectos del español:

Le dije a Juan que viniera,

mientras que el acusativo sólo lo hace en ciertas variantes y bajo severas restricciones.

En segundo lugar, es una capacidad exclusiva de los dativos la de introducir no argumentos, como los dativos éticos o benefactivos:

No te me vayas.

Otra propiedad que singulariza a los clíticos de dativo es que, en ciertas circunstancias, están subespecificados en cuanto a sus rasgos. Ocurre con mucha frecuencia, por ejemplo, que el clítico dativo de tercera persona pierde la marca de plural cuando aparece en construcciones de reduplicación. La RAE (1973: 423-24) señala los siguientes casos:

No le tiene miedo a las balas.

Nunca le agrada a los gobernantes la disconformidad de los gobernados.

Este es un fenómeno que afecta exclusivamente a le(s). No se da el caso, por ejemplo, de que en los dialectos laístas se produzcan oraciones análogas a las anteriores: no existe un uso de la por las:

*No la tiene miedo {a las balas / a sus profesoras};

*Nunca la agrada a las jefas la disconformidad con las empleadas.

La interpretación que se ha dado en general de este hecho es que indica que el dativo es un “expletivo” (en términos de Rini 1989), que no ejerce una función verdaderamente pronominal, sino que avanza la presencia de un dativo, cuyos rasgos no necesita especificar.

Es interesante resaltar el hecho de que es sólo en estas construcciones cuando se usa le por les, nunca cuando el objeto no aparece en posición canónica [pospuesto al verbo], como en las estructuras de tema antepuesto:

A los niños le*(s) daré un caramelo,

ni cuando no es explícito.»

[Fernández Soriano, Olga: “El pronombre personal. Formas y distribución. Pronombres átonos y tónicos”, en: Bosque, I. / Demonte, V. (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: RAE / Espasa Calpe. 1999, vol. I, § 19.5.3]

«En la lengua clásica y moderna, si el pronombre término de la preposición a es personal, la compañía del pronombre átono es forzosa: no podemos decir

Castigaron a mí,

Ayudar a él,

A vosotros dieron el premio,

sino

Me castigaron a mí,

Ayudarle a él,

A vosotros os dieron el premio.

Estas frases no deben interpretarse únicamente como una simple repetición pleonástica del sustantivo o del pronombre complementario, sino que denotan por lo general un propósito de contraste, discriminación, diferencia o exclusión tácita o expresa. Decir

a mí me parece

significa, frente a

me parece,

cierta intención de oponerse a otro parecer real o posible. En

A ella la encontrarás todos los días en el parque,

denota en la mente del hablante algo parecido a “en cuanto a ella”, “con respecto a ella”, o la intención de diferenciar lo que hace ella de lo que puedan hacer otras, lo mismo que en

A María le regalaron un vestido.

En

Mucho os deben a vosotros

pensamos, por ejemplo, “aunque algo deban también a otras personas”.

Las observaciones anteriores no excluyen el carácter enfático del complemento preposicional, cuando acompaña a los pronombres inacentuados. Cuando siguen al verbos los complementos pronominales tónicos, tienen a menudo significación especificativa, sobre todo si son de tercera persona: en

Les ataban las manos a los prisioneros,

tan dativo es les como los prisioneros, pero el segundo determina al primero y precisa su significado. La indeterminación del se personal, invariable para el género y el número, suele corregirse añadiéndole otra forma preposicional del mismo pronombre:

Se lo entregué a él, a ella, a ellos, a ellas, a usted, a ustedes, a Juan.

Este uso es necesario siempre que el contexto no aclare suficientemente el complemento:

La experiencia le ha ido enseñando también al hombre que, cuando ayuda a sus semejantes, suelen ellos ayudarle igualmente.

Válgame Dios, señor don Ignacio, ¿cómo podré pagarles a ustedes tantos favores?

Por analogía se ha propagado el empleo redundante de le, les, a construcciones en que la claridad del sentido no los necesita:

Les parecía mal a los padres el casamiento de la muchacha;

Escribo para avisarles a los amigos que no me esperen.

Se trata de un complemento generalmente anticipado, que anuncia vagamente otro complemento preciso. Este carácter incoloro del pronombre inacentuado llega a veces hasta la incorreción de usarlo en singular con un complemento plural:

No le tenía miedo a las balas;

Nunca le agrada a los gobernantes la disconformidad de los gobernados.

No es raro encontrar estas discordancias en periódicos, y aun en escritores de todas las épocas, de ambos lados del Atlántico.

También es frecuente la redundancia con los pronombres lo, la, los, las, ora como repetición de un nombre o pronombre precedente, ora, en uso menos cuidado, como anuncio del que viene después:

Nuestras vidas, las arriesgamos si hace falta;

Lo angeñaron a Juan

[RAE: Esbozo de una nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 1973, § 3.10.4b-e]

Ejemplos

 

Dale a las cosas su justa importancia.

Dale a las invitadas un papel para que adivinen quién es cada persona.

Dale a las teclitas y sube los altavoces.

Dale a las personas mucho más de lo que esperan, y hazlo alegremente.

Dale a las maíz a las palomas.

Dale a las masas lo que quieren, hasta que se aburran de eso.

Enchufa el micrófono y Dale a las cuerdas vocales.

Dale a las personas la oportunidad de conocerte más de cerca.

Dale a las plantas fertilizantes cada dos semanas.

Dale a tus músculos la oportunidad de descansar.

Dale a los niños un bocadillo para que lo coman en la pausa.

Dale a los ricos lo suyo a los pobres lo tuyo.

Dale a los demás si puedes, lo que esperan y hazlo con gusto.

Dale a los invitados una sorpresa.

Démosle a los niños la oportunidad para que exploren su mundo con la curiosidad.

Démosle a los medicamentos la importancia que realmente tienen.

Démosle a los pueblos la esperanza de que se puede alcanzar la paz.

Démosle a los otros más de lo que esperan y hagámoslo gustosamente.

Démosle a los niños el derecho de amar y sentirse amados.

Démosle a los chicos el descanso y otras motivaciones que se merecen.

Entrégale a los alumnos un papel y un lápiz.

Entrégale a los hombres de la familia la flor que van a llevar en el ojal.

Regálale a los demás lo que quisieras que te regalaran a ti.

Regálale a los más necesitados un poco de tu tiempo.

Regálale a los tuyos la oportunidad de transformar su vida positivamente.