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Pronombre personal - Sintaxis de formas átonas

Formas átonas del pronombre personal

© Justo Fernández López

Gramática española - Nivel superior

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horizontal rule

 Los pronombres personales átonos - Clíticos

 

Formas de la 1 y 2 persona: formás átonas / clíticos

Función: objeto indirecto y directo

caso

dativo

acusativo

género

masculino

femenino

masculino

femenino

singular

me / te

plural

nos / os

 

Formas de la 3 persona: formás átonas  / clíticos

Función: objeto indirecto y directo

 

Sistema 'etimológico' o distinguidor del caso

caso

dativo

acusativo

género

masculino/femenino

masculino / neutro

femenino

singular

le

lo

la

plural

les

los

las

 

Formas de la 3 persona: formás átonas  / clíticos  

Función: objeto indirecto y directo

 

Norma estándar peninsular

caso

dativo

acusativo

género

masculino/femenino

masculino / neutro

femenino

singular

le

     lo / le

la

plural

les

los

las

 Función de las formas átonas del pronombre personal - Clíticos

Los clíticos o formas átonas de los pronombres personales desempeñan exclusivamente la función de objeto directo o indirecto dentro de la oración.

La excepción es la forma neutra lo de tercera persona que puede funcionar también como predicado nominal en oraciones copulativas con ser / estar.

Tú eres médico, yo no lo soy.

Ella está casada, él no lo está.

Antonio es muy inteligente, pero su hijo no lo es tanto.

Vosotros sois socios del club, nosotros no lo somos.

El pronombre lo está empleado en estos casos en lugar de médico, casada, inteligente, socios.

Los clíticos adoptan una posición fija dentro del enunciado y pueden ser compatibles dentro de la misma oración con sustantivos y pronombres tónicos que tienen la misma función que ellos. Se trata en este caso de un uso pleonástico de los clíticos.

Sintaxis de los pronombres clíticos

La colocación de los clíticos dentro de la oración viene determinada por dos factores:

a) por la forma verbal de que son complementos, y

b) por otra u otras formas pronominales átonas que pueden coexistir con ellos en la oración.

Uso enclítico:

La forma enclítica se emplea cuando el verbo está en infinitivo, gerundio o imperativo positivo. A veces, el imperfecto de subjuntivo funciona como forma exhortativa en oraciones exclamativas.

Quiero verlo.

Está llamándola.

Siéntate.

Díselo.

¡Válgame Dios!

¡Haberlo dicho!

¡Dijéraslo antes!

Cuando la forma verbal es compuesta, la forma pronominal enclítica deberá colocarse después del auxiliar. Es lo que ocurre en los infinitivos y gerundios compuestos:

Habiéndose marchado todos, ...

Si te dolía la cabeza, haberte acostado.

Podías habérmelo dicho antes.

Si el infinitivo o gerundio va subordinado a otro verbo (verbos modales, perífrasis verbales), el clítico puede ir en posición enclítica o proclítica:

Quiero saludaros.

Os quiero saludar.

Tengo que llamarla.

La tengo que llamar.

Está diciéndotelo.

Te lo está diciendo.

Los clíticos en posición enclítica pueden producir cambios fonológicos en la forma verbal a la que van añadidos. Así pueden desaparecer algunos fonemas o sonidos de la forma verbal al añadirle un enclítico.

Ortografía:

Los clíticos en posición enclítica, es decir, añadidos a la forma verbal (infinitivo, gerundio, imperativo positivo), se unen acentualmente con ella como si de una sola palabra se tratara.

«Las formas verbales con pronombres enclíticos llevan tilde o no de acuerdo con las normas generales de acentuación.» [RAE: Ortografía de la lengua española, Madrid: 1999, § 4.7.3]

Dé siempre propina.

Dele propina al camarero.

Dilo.

Díselo.

Cuida al niño.

Cuídalo.

Se cayó.

Cayose.

Se lo pidió.

Pidiole.

Estate.

Mírame.

Siéntate.

Dámelo.

Antójasele.

Habiéndosenos.

Las palabras de este tipo que ya no funcionan como verbos, así como las compuestas por verbo y forma enclítica, siguen las normas generales de acentuación:

acabose

sabelotodo

metomentodo

correveidile

La nueva norma que rige desde 1999 viene a enmendar la antigua normativa (hasta 1999) que decía:

«Las formas verbales monosilábicas agudas, seguidas de un solo enclítico, se atienen en el uso ortográfico de la tilda al mismo régimen que cuando se emplean solas: dale, fuime, reírse, oírlo, déle, salíme, partióse.» [RAE: Esbozo, 1977, § 1.8.3 H.2]

Uso proclítico:

El uso proclítico de las formas átonas (anteposición al verbo) se emplea en todos los demás casos, es decir, cuando la forma verbal está en indicativo o en subjuntivo sin valor de imperativo positivo.

Lo veo muy mal.

Te diré toda la verdad.

No nos habíamos visto hasta entonces.

¡Dios te oiga!

¡Dios se lo pague!

En la lengua literaria se pueden encontrar usos que no se atienen a esta normativa.

 Ordenación de las secuencias de clíticos

Cuando un verbo lleva adjuntado más de un clítico, el orden en que estos deben aparecer no es libre, sino que está rígidamente fijado, según los rasgos que presenten.

En una misma oración pueden aparecer dos, e incluso tres, pronombres átonos. Todos clíticos que aparecen en el mismo enunciado van siempre juntos, ya sea en posición proclítica (antepuestos al verbo) o enclítica (añadidos a la forma verbal). Pero la secuencia de clíticos en la misma oración está sometida a un determinado orden:

 

Orden de personas gramaticales:

No debe repetirse ningún elemento y las secuencias de más de tres elementos están prohibidas.

*Se se sienta.

*Me me devolvió.

Los clíticos de segunda persona han de preceder a los de la primera, y éstos, a su vez, preceden a los de la tercera persona.

2a persona + 1a persona + 3a persona

Te me fuiste.

Te nos fuiste.

Me lo han regalado para Navidad.

Te lo he dicho muchas veces.

Me lo dieron.

Te lo dieron.

Si entre las formas pronominales en una oración hay un se, éste pronombre precederá a todas las otras formas pronominales. El pronombre de segunda persona, a su vez, precede siempre al de primera persona, y éste al de tercera persona. Nunca coexisten en el mismo enunciado las cuatro formas, sólo es posible la coexistencia de tres, aunque lo normal es que sean sólo dos.

se + 2a persona + 1a persona + 3a persona

Se te rompió la bicicleta.

Se me escapó el perro.

Se lo tengo dicho muchas veces.

Se me cae el pelo.

Se te cae el pelo.

Se le cae el pelo.

«Parece, no obstante, que esta restricción tiene un estatuto distinto, en tanto que los hablantes pueden interpretar el se como un clítico independiente (y colocarlo como primer elemento) o como una tercera persona, de ahí las construcciones frecuentes en lengua vulgar del tipo

Me se cayó,

Te se oye muy bien,

que no se dan en otros clíticos, ni siquiera con se seguido de otra tercera persona:

*Le se cayó.»

[Fernández Soriano, Olga: “El pronombre personal. Formas y distribución. Pronombres átonos y tónicos”, en: Bosque, I. / Demonte, V. (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: RAE / Espasa Calpe. 1999, vol. I, § 19.5.6]

«No está clara la cuestión de cuántos clíticos pueden aparecer en una secuencia. En concreto, no todos los hablantes aceptan como buena la sucesión de tres clíticos:

Se me lo comieron.» [l. c.]

«No pueden coaparecer en una misma secuencia un clítico dativo de tercera persona y uno acusativo de primera o segunda. Se producen, así, contrastes como los siguientes:

Se lo entregué. / Se lo entregó.

Me lo entregó.

*Me le entregaron. [= Entregaron a mí (acusativo) a él (dativo)].

Las estrategias a las que recurren las distintas lenguas para evitar las secuencias imposibles son de diversa índole. El catalán y las lenguas que poseen clíticos locativos (no personales), por ejemplo, hacen uso de ellos en vez de emplear el dativo personal:

A en Pere, *me lli / m'hi va recomanar en Josep.

"a Pere, me (le) recomendó Josep"

El español, que no posee clíticos de sintagmas preposicionales, opta por eliminar el pronombre átono de dativo y usar uno tónico en posición de objeto indirecto:

Me acercaron a ella.

Te entregaron a él.

Por lo que respecta a las secuencias de clíticos de segunda y primera personas (necesariamente en ese orden), hay variación entre los hablantes, de modo que oraciones como:

Te me presentaron.

Te me entregaron.

pueden ser ambiguas en cuanto a quién es la persona que ha sido presentada o vendida (el acusativo), o responder únicamente al orden AC-DT ("Tú fuiste {presentado/entregado} a mí". No parece que haya hablantes que acepten como única opción la lectura inversa ("Yo fui {presentado/entregado} a ti".

Se dan también restricciones de coaparición entre el se impersonal y los clíticos de acusativo. El clítico impersonal se no puede ir seguido del acusativo masculino singular lo y en algunos dialectos tampoco del plural. Son, sin embargo, aceptables en todos los dialectos las secuencias con el acusativo femenino:

*He perdido mi monedero y ruego que se lo busque.

*Coches como esos ya no se los encuentra.

*Esos ejemplos se los marca con asterisco.

?A los niños no se los debe maltratar.

La estrategia a la que se recurre en estos casos es sustituir la forma lo(s) por la correspondiente dativa le(s). Lo interesante de este fenómeno es que se da también en dialectos no leístas. Fernández Ramírez presenta los siguientes casos:

No se le siente andar.

Se le ve sacar con mano temblorosa un cheque.

Parece que la aparición del se tiene como consecuencia la creación de una estructura que no admite argumentos acusativos. No obstante, es una cuestión aún pendiente la de averiguar por qué los casos de clítico femenino son aceptables.» [o. cit., § 19.5.7.2-3]

 

Orden de los casos (objeto directo e indirecto):

La tercera persona tiene formas para el objeto directo e indirecto. En los enunciados en que aparecen las dos formas con verbos ditransitivos, el objeto o complemento indirecto (dativo) precede al objeto o complemento directo (acusativo).

dativo (objeto indirecto) + acusativo (objeto directo)

«Parece que es imposible obtener secuencias formadas por un acusativo seguido de un dativo, o por un no reflexivo seguido de un reflexivo (con independencia de la persona) :

*Me le acerqué (me lo acerqué).

*Te me escapé (te me escapaste).» [l. c., § 19.5.6]

 

Hay que tener en cuenta que el clítico le/les (dativo) ante el acusativo lo, la, los, las se convierte automáticamente en se

le/les + lo/la/los/las > se lo / se la / se los / se la

Este se no es un reflexivo, sino que proviene del latín illi + illud/illum/illam > gelo/gela/gelos/gelas del español medieval, que dio se lo / se la / se los / se las en español moderno.

Este se dativo - no reflexivo ni impersonal - es incompatible con el pronombre reflexivo o impersonal se, y sólo puede ir antepuesto al acusativo de tercera persona le, lo, la, los, las.

Se le concedió la medalla al mérito en el trabajo.

*Se se la concedió.

se le/se les en oraciones impersonales

«Teniendo en cuenta que el dativo se aparece siempre seguido de la forma de acusativo de tercera persona [se lo(s), se la(s)], tal vez por esa razón el se impersonal es reacio a juntarse con esas mismas formas, a fin de evitar así la consiguiente ambigüedad. Compárese

Se lo busca < Se busca profesor de inglés. /

Se lo busca < Le busca profesor de inglés.

Cabe también la interpretación reflexiva:

Se lo busca para sí.

Esto explica tal vez la tendencia, incluso entre hablantes no leístas, a sustituir la forma de acusativo con se impersonal, por le(s), sobre todo cuando se refiere a personas. Así,

Se le busca.

Se les ve pasear.

Se le teme.

Con todo, especialmente en el español actual, no es infrecuente el uso de las formas de acusativo en este caso:

Se la quiere mucho aquí.

Se los vio pasear

[Porto Dapena, Álvaro: Los pronombres. Madrid: Edi-6, 1986, p. 35]

«En presencia de un argumento dativo y otro acusativo, en verbos ditransitivos, no es posible clitizar sólo el segundo. Más claramente, si aparece un clítico de objeto directo debe aparecer necesariamente el de indirecto:

(Le) dije a Juan que viniera.

*Lo dije (a Juan).

Se lo dije a Juan.

(Le) di a María el regalo.

*Lo di a María.

Se lo di (a María).

(Le) hice a Juan preparar el ejercicio.

*Lo hice preparar a Juan.

Se lo hice preparar (a Juan).»

[Fernández Soriano, Olga: “El pronombre personal. Formas y distribución. Pronombres átonos y tónicos”, en: Bosque, I. / Demonte, V. (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: RAE / Espasa Calpe. 1999, vol. I, § 19.5.7]

 Uso pleonástico o redundante de los clíticos

Los clíticos pueden ser compatibles dentro de una misma oración con sustantivos y pronombres tónicos que desempeñan idéntica función que ellos. Esto es lo que se llama uso pleonástico de los clíticos.

El uso pleonástico o redundante consiste en la utilización de un clítico para indicar al objeto directo o indirecto ya representado en la misma oración por un sustantivo u otra forma tónica del pronombre personal. El objeto directo o indirecto aparece así doblado en el mismo enunciado:

A mí el pescado es lo que más me gusta.

Le mandé un ramo de flores a mi novia.

El correo te lo puse encima de la mesa.

Las llaves las he dejado en la oficina.

A los niños no hay que darles tantas golosinas.

Hay que notar que las formas átonas no se pueden usar solas ni en dativo ni en acusativo. Las formas tónicas se usan también por razones puramente expresivas para destacar o enfatizar la identidad de la persona en contraste con otra u otras:

*A mí no invitaste. = A mí no me invitaste / No me invitaste.

*Quiero a ti. = Te quiero a ti [y no a él] / Te quiero.

*Saludamos a ellos = Los saludamos a ellos. / Los saludamos.

Como el clítico de tercera persona dativo le/les vale tanto para el género masculino como para el femenino, se tiende a usar la forma tónica para evitar la ambigüedad:

Eso díselo a ellos.

Eso díselo a ellas.

Cuando el pronombre tónico forma parte de un complemento (directo o indirecto) complejo, es decir, cuando va coordinado con otras palabras, es obligatorio el uso del clítico:

Me invitó a mí y a mi señora.

Me lo dijo a mí y a mi padre.

Conócete a ti mismo, dijo Sócrates.

Te felicito a ti, a quien siempre he estimado.

Cuando el objeto directo o indirecto es un sustantivo o fórmula de tratamiento y va antepuesto al verbo, es obligatoria la aparición del pronombre átono antes del verbo doblando al objeto directo o indirecto antepuesto:

A Antonio no lo vi hoy por aquí.

A ustedes no los he saludado todavía.

Las llaves las he puesto encima de la mesa.

Se exceptúan los casos siguientes:

El sustantivo antepuesto al verbo es indeterminado, es decir, no lleva artículo, o va precedido de un adjetivo valorativo o que expresa cantidad:

Años llevaba esperando por esta noticia.

Gente inteligente encontrarás aquí muy poca.

Dinero no tenemos mucho, pero no nos falta de nada.

Alguna razón tendrá para decir eso.

Cuando más dinero tiene, más tacaño es.

Mala cara tienes.

Malas noticias me traes.

Un buen susto me has dado.

Menuda sorpresa me ha dado.

El complemento directo antepuesto al verbo es un pronombre indefinido, excepto el indeterminado todo.

Mucho has trabajado hoy.

Nada te tengo que contar.

Algo he oído de eso.

Todo lo cuenta por ahí.

Todo esto lo he ganado trabajando en los veranos.

En oraciones exclamativas e interrogativas:

¿Tan poco dinero te han dado?

¿Qué deseaba usted?

¿A quién estás llamando?

¡Cuántas ganas tenía de verte!

¿Tres botellas te bebiste tú solo?

¡Mucho dinero hemos!

¿Cuántas páginas llevas ya escritas?

¡Qué casa más grande tenéis!

¿Eso soñaste?  [Pero: Eso lo soñaste.]

El pronombre relativo como complemento de la oración:

Gastó todo el dinero que tenía.

Aquí tienes los libros que me prestaste la semana pasada.

Al pronombre impersonal se no le pueden seguir dos clíticos (uno como complemento directo y el otro como complemento indirecto); se omite el clítico que representa al complemento directo:

*Tiene algunos defectos, pero se le los perdonan porque es muy amable. =

Tiene algunos defectos, pero se le perdonan porque es muy amable.

*El título de conde se le lo concedió por su labor en favor de la democracia.

El título de conde se le concedió por su labor en favor de la democracia.

Cuando el complemento directo (acusativo) va después del verbo, no se anticipa mediante un clítico:

*Lo compré este libro en París.

Este libro lo compré en París.

Excepto cuando el complemento directo es uno o todo:

Lo cuenta todo.

Cuando lo invitan a uno hay que informarse sobre las costumbres del país.

«El atributo en una oración copulativa puede aparecer en posición inicial de oración por ‘topicalización’ –‘tematización’ o ‘dislocación a la izquierda’, en otras terminologías–, con la consecuente duplicación por el clítico lo; la construcción suele incluir algún tipo de operador discursivo (temporal, locativo o modal) que atrae el interés de la información remática:

Amable, Juan lo es muy pocas veces.

Gordo, Pedro lo es por naturaleza.

Egoísta, lo has sido toda la vida.

Un caso especial de tematización del atributo, particularmente natural en el discurso escrito, es el ilustrado por sintagmas de propiedad de carácter comparativo:

Más interesante es la última obra del autor.

Igualmente sorprendente es su comportamiento.

Menos conocida es la primera etapa de su vida.»

[Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe, 1999, § 37.2.3]

Dativos no concordados o no reflejos

«Los dativos no concordados tienen los siguientes caracteres:

1.    Conforman el paradigma no reflejo me, te, le, nos, os, les, que es común con el de los complementos indirectos.

2.    No concuerdan en número y persona con los morfemas verbales ni, por consiguiente, con el sujeto.

3.    Su presencia posee carácter optativo desde el punto de la estructura oracional (de ahí la denominación de ‘superfluos’).

4.    No son signos autónomos. No están capacitados para convertirse en enunciados autónomos.

5.    Se diferencian funcionalmente de clíticos de complemento indirecto.

6.    Predomina la primera y la segunda persona.

7.    Pueden comparecer con complementos indirectos.

8.    Gozan de la posibilidad de coaparecer con dativos concordados.»

[Gutiérrez Ordóñez, Salvador: “Los dativos”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe. 1999, vol. 2, § 30.7.4.1]

¿Sólo en primera persona?

«Al tratar de las combinaciones binarias de dos dativos, Bello (1847) enumera algunos ejemplos:

Pónganmele un colchón bien mullido.

Me le dieron una buena felpa (al ladrón).

Es menester que me le (les) sirvan una comida sana (a él, a ella, a ellos, a ellas).

A lo que apostilla: “No he visto ejemplo en que el dativo superfluo no sea de primera persona de singular, si no es el os me cato de Cervantes... y de todos modos es hoy anticuada” (§ 952: 597). Strotzer (1978) insiste en el mismo rasgo. En nuestro trabajo (Gutiérrez 1977-78) ampliábamos el espectro: “Aunque no siempre imposibles, los dativos no concordados de tercera persona son de muy rara aparición” (cf. 451). La segunda persona no sólo no es agramatical, sino también frecuente. Así tenemos a partir de los mismos ejemplos citados por Bello:

Que te le pongan un colchón bien mullido.

Te le dieron una buena felpa.

Es menester que te les sirvan una comida sana.

La tercera persona en los dativos no concordados (de ‘afectación’), aunque muchísimo menos frecuente, no es imposible:

El tutor les gastó toda la herencia de su hijo Luis.

El Betis se les subió a las barbas del Madrid.

Su escasez se debe más a restricciones formales en la combinatoria que a imposibilidad semántica. Nada impide que el afectado por el proceso representado en la oración sea una tercera persona.» [o. cit., § 30.7.4.3]

Dativos no concordados y la forma se

Los dativos no concordados pueden ir precedidos de cualquier tipo de se:

Se reflexivo

El chico se nos afeita ya la barba.

Con verbos pronominales

Los chicos se nos avergüenzan por todo, son muy tímidos.

Con un dativo reflejo

El ladrón se nos llevó todas las joyas.

«Se señala en ocasiones que la secuencia de clíticos se le (me, te, nos, os, les) introduce en los enunciados el rasgo de ‘involuntariedad’:

Se me cayó el vaso.

El jarrón se me rompió.

Se le hundió el mundo.

Se le extraviaron los papeles.

Sin embargo, estas construcciones no se pueden separar de proceso de inagentivación. La lengua diferencia de forma sistemática tres estadios en las estructuras con verbos causativos: manifestación ‘agentiva con agente’ (A), ‘agentiva sin agente’ (B) e ‘inagentiva’ (C). La anulación del agente en (B) se realiza por medio de uno de los valores de la partícula se. Este mismo signo aparece también en algunas realizaciones de la manifestación inagentiva plena (C). Pues bien, el clítico de dativo puede aparecer en los tres grupos:

 

Agentividad

con agente (A)

Agentividad

sin agente (B)

Inagentividad

plena (C)

Pepa nos hirvió la leche.

Se nos hirvió la leche.

La leche nos hirvió.

El Gobierno nos subió el gas.

Se nos subió el gas.

El gas nos subió.

Pili nos alegra a los colegas.

Se nos alegra a los colegas.

Los colegas se nos alegran.

Charo te aburra a la clientela.

Se te aburre a la clientela.

La clientela se te aburre.

Luis me aclaró la situación.

Se me aclaró la situación.

La situación se me aclaró.

Luis me rompió el jarrón.

Se me rompió el jarrón.

El jarrón se me rompió.

 

Sin embargo, el rasgo ‘involuntariedad’ sólo se halla presente en la manifestación ‘inagentiva plena’ (C). La aparición de tal característica semántica no es responsabilidad del dativo, sino de la construcción misma. La involuntariedad subsiste tras la eliminación del dativo:

La leche hirvió.

El gas subió.

Los colegas se alegran.

La clientela se aburre.

La situación se aclaró.

El jarrón se rompió.

El dativo

Se nos rompió el jarrón

viene a indicar la ‘afectación’ en el proceso:

“El jarrón se rompió y su ruptura nos afecta”.

Esta afectación puede traducirse ocasionalmente en involuntariedad:

Estaba limpiando el jarrón y se me rompió

o en simple relación afectiva

Se produjo un fuerte temblor y, como consecuencia, el jarrón se nos rompió.» [o. cit., § 30.7.4.6]

En todo caso, estas expresiones implican un suceso que queda fuera del control de la persona a la que afecta. En este contexto se habla de expresiones de ‘fuerza mayor’.


Ver también en HISPANOTECA > Gramática española:

Se impersonal y los clíticos de acusativo

Dativos superfluos y complementos indirectos

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