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La novela española de la posguerra (comp.) Justo Fernández López Historia de la literatura española
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La novela española de la posguerra
La poesía alcanza después de la Guerra Civil (1936-1939) un notable desarrollo, pululan las producciones, luego las antologías, los premios literarios de poesía.
La novela, ya poco cultivada en la generación anterior, permaneció estancada hasta 1945. Hasta esta fecha se habían traducido autores extranjeros mediocres. Por una serie de razones, entre ellas la creación del premio de novela “Nadal” en 1944, creado en homenaje a Eugenio Nadal, fallecido a los 27 años unos meses antes.
La producción novelística después de 1945 comenzó a ser tan grande y tan buena que superó lo logrado en las tres primeras décadas del siglo. Podemos distinguir algunas promociones
1935:
Ramón José Sender (1902-1982)
Juan Antonio de Zunzunegui (1900-1982)
1945
Camilo José Cela (1916-2002)
Carmen Laforet (1921-2004)
Miguel Delibes (1920- )
Ana María Matute (1926- )
1955
Rafael Sánchez Ferlosio (1927- )
Luis Martín Santos (1924-1964)
Jesús Fernández Santos (1926-1988)
Ignacio Aldecoa (1925-1969)
Juan Goytisolo (1931- )
Luis Goytisolo (1934- )
En 1935, Ramón José Sender obtiene el Premio Nacional de Literatura.
En 1945, publica Carmen Laforet su novela Nada, que tuvo enorme resonancia.
En 1955 obtiene Rafael Sánchez Ferlosio el premio Nadal por El Jarama.
La promoción de 1935
Rasgo general de estas generaciones o promociones literarias es el apartamiento de la fórmula estético-intelectual de la generación del 27, a favor de una mayor humanización y realismo, siguiendo la misma evolución que la poesía de la época. Esta tendencia es visible en Zunzunegui y Sender, pero será también muy marcada en autores que siguieron produciendo en el exilio tras la Guerra Civil.
La promoción de 1945
Se inicia esta nueva promoción con La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela y la novela Nada (1944) de Carmel Laforet. Son los años del existencialismo europeo y del descubrimiento de Franz Kafka.
La promoción que puede adscribirse al año 1945 ofrece una cierta homogeneidad que la diferencia en cierto punto de las anteriores y posteriores. Hay un marcado propósito de realismo descarnado, que influenciará también la poesía. Es lo que se conoce como tremendismo: corriente estética desarrollada en España durante el siglo XX entre escritores y artistas plásticos que exageran la expresión de los aspectos más crudos de la vida real (tremendismo es la acción de darle a las cosas una importancia exagerada); es la descripción de la cruda realidad sin ningún convencionalismo.
El impulso inicial de los hombres y mujeres de esta generación, que acaba de sufrir los horrores de la lucha fratricida, es el de abordar la cruda realidad sin esteticismo y sin convencionalismos sedantes. Se quiere ofrecer una auténtica imagen de las cosas por el camino de la confesión individual: sátira despiadada, gesto desolado, emoción nostálgica.
Respecto a la técnica, las novedades que se registran son escasas, los autores se atienen a las formas tradicionales narrativas, despreocupándose de innovaciones como corresponde al interés por realidades humanas intensamente vividas. Predomina el carácter autobiográfico. Importa más la descripción de la intensidad vivencial que el propósito de nueva técnica novelesca o estilo.
La promoción de 1955
Hacia 1955, comienza a dar señales de vida otra promoción entre cuyos rasgos característicos figurarán: una visión deliberadamente objetiva de la vida española, con un general deseo, más o menos manifiesto de reforma social. No se busca ni el arte puro, como en el 27, ni la exteriorización de vivencias íntimas como en el 45, se para ahora a un realismo social desnudo, con clara finalidad ética.
Esta promoción comienza la novela-testimonio o novela de crítica social, con preocupación ético-social y estilo directo. Ya la generación de Cela inicia una tendencia verista en oposición a la novela triunfalista y sectaria de los vencedores de la Guerra Civil (1936-1939). Pero la novelística de la generación tremendista-existencialista no deja de tener cierta dimensión ideológica, esteticista y solipsista.
Es una generación de novelistas que vivieron la guerra civil en la niñez (entre los ocho y diez años). Casi todos nacieron entre 1924 y 1928. Son gente que no están comprometidos con el régimen, que no se consideran “vencedores”. Dado el falseamiento sistemático en el que se encontraba el país, la rebeldía de estos jóvenes lleva al realismo, al intento de contar las cosas “como son”. Ninguno de ellos está vinculado a un partido o a una ideología política, ni tienen relación con el “realismo socialista”. Pero se los puede calificar de escritores “de izquierdas”, con conciencia clara de lo que pasa en el país, distinta a la de los de la promoción de Cela y Laforet. Su realismo es, sin duda, contestatario, por lo menos en algunos de ellos. Aunque domina la dirección realista social, se nota una oscilación entre el lirismo subjetivo y la objetividad despersonalizada. Esta oscilación explica ciertas contradicciones en esta promoción.
El lenguaje se orienta hacia las formas de lo familiar y de lo coloquial. La nueva técnica se caracteriza por la abundancia del diálogo, por ser el protagonista un colectivo y por la inmersión de los personajes en un ambiente que los condiciona implacablemente. Todo al servicio de una firme voluntad realista y de una visión negativa del presente español, tras la que late la esperanza de un futuro mejor. La producción novelística de esta promoción literaria se opone a ciertos existencialismos típicos del “tremendismo” y quiere ser una tácita, pero severa denuncia de la realidad actual, en estilo opaco, alejado de metafísica.
Entre los novelistas de esta promoción, podemos estableces dos grupos:
- Ana María Matute, Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Rafael Sánchez Ferlosio y las primeras obras de Juan Goytisolo. En este periodo se escriben las dos novelas que serán el estímulo de la generación: Los bravos (1954) de Fernández Santos y El Jarama (1956) de Sánchez Ferlosio.
- Luis Goytisolo (Las afueras, 1954), Jesús López Pacheco (Central eléctrica, 1958), Antonio Ferres (La piqueta, 1959), Juan García Hortelano (Nuevas amistades, 1959), Armando López Salinas (La mina, 1960). Estas novelas inauguran explosivamente la segunda etapa del realismo social crítico.
Esta generación realista y de crítica social se cierra con la aparición de la novela de Luis Martín Santos Tiempo de silencio (1962), que liquida el ciclo del realismo crítico y abre una nueva etapa novelística en los años sesenta.
Características generales de las promociones de la posguerra
El rasgo fundamental de estas promociones literarias de la posguerra es el deseo de aproximación a la problemática humana, abandonando todo efectismo y todo esteticismo. Desean liberarse de las realidades tensas del momento español por la vía de la objetivación literaria; más tarde esta tendencia adquiere motivos éticos y sociales, hasta llegar a una postura de compromiso y denuncia de la dura realidad.
Es el mismo camino que siguió la lírica de la posguerra: De la expresión del drama existencial de la condición humana, de le existencia individual, hacia un nihilismo de búsqueda de algo trascendente, para luego encontrarlo en la solidaridad humana, en la denuncia de la condición social (no “humana”), en el testimonio de una sociedad injusta y opresora.
Tres temas se varían en la novelística de estas épocas:
La niñez.
La Guerra Civil (1936-1939).
La vida española de la época en todas sus facetas.
La reiterada presencia de niños y adolescentes en la novela de la posguerra –Delibes, Laforet, Matute, Ferlosio, Goytisolo– es uno de los fenómenos más típicos de esta generación de posguerra. Esta tendencia puede ser el querer huir de una experiencia de la vida presente posterior a la Guerra Civil o el querer refugiarse en un mundo infantil, en el que la experiencia de la guerra no enturbiaba la vida. Es frecuente el protagonista-niño en estas novelas.
En cuanto al tema de la Guerra Civil –Sende, Max Aub, Gironella, Reguera– tenemos varias posturas: El alegato en favor de uno de los mundos en lucha, el intento de explicación de los acontecimientos de forma imparcial y objetiva y el simple testimonio de los hechos sin querer darles ni valoración ni explicación.
La mayoría de las novelas de la Guerra Civil (1936-1939) fueron escritas por quieres participaron activamente en la guerra. Una de las tendencias de la novela de la posguerra es la utilización de la autobiografía para la narrativa; como testimonio de la imposibilidad e incapacidad de crear nuevos mundos diferentes al de la experiencia personal. Las promociones posteriores a la de la guerra se alejan más de la temática bélica en sí y centran su interés en la situación real del presente español.
La generación realista del XIX y la del 98 en el XX ya habían tematizado la vida física y humana del país; pero frente a una leve idealización de España y sus gentes en el XIX y el 98, las generaciones de novelistas de la posguerra acentuarán la nota pesimista. Frente al entusiasmo lírico del 98, la novela de la posguerra acentúa la dimensión ética, existencial y social. El tono será severo, condenatorio y de fría y perspicaz exactitud en la descripción realista del momento.
Ya sea como desahogo emocional, ya sea como testimonio ético y social, la novela de la posguerra trata como tema a España y sus problemas. Su sincera inquietud y su sana vitalidad compensan algunos defectos técnicos y ciertas inmadureces.
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