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Cortázar Julio (comp.) Justo Fernández López Historia de la literatura hispanoamericana
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Julio cortázar
SEMBLANZA
Julio Cortázar (Argentina, 1914-1984), escritor que fue un renovador del género narrativo, especialmente del cuento breve, tanto en la estructura como en el uso del lenguaje. Aunque nació en Bruselas, vivió en París la mayor parte de su vida –ciudad en la que murió– y en 1981 se nacionalizó francés, como protesta ante la toma del poder de las diferentes juntas militares en Argentina, es un autor argentino plenamente integrado en la literatura hispanoamericana.
Nació en Bruselas, pero sus padres se trasladaron a Buenos Aires en 1918 y se instalaron en el suburbio de Banfield, donde su madre pasó graves apuros para educarlo a él y a su hermana menor, una vez que el padre los abandonó. En ese lugar vivió Cortázar de los cuatro a los diecisiete años, y de él ha escrito: “Ese era mi reino, y he vuelto a él, lo he evocado en algunos cuentos, porque aún hoy lo siento muy presente, muy vivo”.
Estudió en la Escuela Normal de Profesores y obtuvo el título de Profesor de Letras. Entre 1939 y 1945 enseñó Lengua y Literatura Francesa en varios institutos de la provincia de Buenos Aires, y más tarde, en la Universidad de Cuyo. En 1946, tras la llegada de Juan Domingo Perón al poder, renunció a su cargo.
En 1949 viajó por primera vez a Europa; en 1951 consiguió una beca para realizar estudios en París, y ya en esta ciudad pasó a ser traductor de la UNESCO, trabajo que desempeñó hasta su jubilación.
A raíz de un viaje que realizó a Cuba, invitado por Fidel Castro, se convirtió en gran defensor y divulgador de la causa revolucionaria cubana, como años más tarde haría con la Nicaragua sandinista. Mantuvo, a lo largo de su vida, un compromiso político activo, sobre todo en defensa de los derechos humanos. Formó parte del Tribunal Russell II que, en 1973, juzgó en Roma los crímenes llevados a cabo por las dictaduras latinoamericanas. Resultado de esta actividad fue su libro Dossier Chile: el libro negro. Según su biógrafo, Miguel Dalmau: «No tiene nada de miope político: no se vendió a Moscú porque siempre estuvo por la libertad individual y por la vida, sólo hay que leer relatos como Apocalipsis de Solentiname.»
Su biógrafo, Miguel Dalmau (Julio Cortázar. El cronopio fugitivo), apunta la asfixiante relación con su progenitora, con la que en cambio mantuvo correspondencia ininterrumpida 30 años, relaciones incestuosas con la hermana y obsesiones sexuales del autor de Rayuela. «Era un hombre bloqueado por los tabúes y esclavo de su madre.
En una carta-poema que nunca se atrevió a enviar a su progenitora, escribía un Julio Cortázar ya adulto: “No puedo ser lo que todavía ve en esta cara. Y no puedo ser otra cosa en libertad, porque en tu espejo de sonrisa blanda está la imagen que me aplasta, el hijo verdadero y a medida de la madre, el buen pingüino rosa yendo y viniendo y tan valiente hasta el final, la forma que me diste en tu deseo: honrado, cariñoso, jubilable, desplomado”.
El peso de ese matriarcado como punta de iceberg de una asfixia familiar insoportable, una probable relación incestuosa con su hermana, el menor peso en la vida y la obra de su viuda Aurora Bernárdez, un tratamiento hormonal para su gigantismo que en efectos secundarios lo convirtió a sus casi 60 años en un notable depredador sexual y la muerte por leucemia, sí, pero apuntillado por el SIDA contraído por una transfusión de sangre son los aspectos mayormente de regusto freudiano del gran escritor argentino que Miguel Dalmau hace aflorar en la biografía del escritor argentino.
Cortázar no podía tener hijos y habría pasado un matrimonio en blanco desde lo sexual, tesis que Dalmau sostiene veladamente. “Aurora no hizo más que perpetuar el matriarcado argentino en el que vivió siempre el escritor, que por ello casi nunca se comportó como macho alfa sino que mostró una sensibilidad muy desarrollada, lo que explica que fuera un escritor de tanto éxito entre las féminas”, ratifica el biógrafo.
“Vivo solo en una multitud de amores” (Cortázar).
OBRA
Cortázar es el autor americano más influido por la nueva novela francesa.
«Viajero impenitente e intelectual abierto, fue uno de los protagonistas del boom de la literatura latinoamericana. Estos escritores consiguieron, a través de sus encuentros literarios y conferencias en diversos foros tanto de Estados Unidos como de Europa, sus relaciones con editoriales, sus colaboraciones con la prensa europea, un reconocimiento internacional para su obra, que, sin renunciar a sus raíces culturales, se universalizó tanto en temas como en estilos. Así, lo que empezó siendo un lanzamiento editorial de una nueva narrativa se convirtió en una presencia renovadora constante de la literatura, debido, por supuesto, a la calidad de las obras.
Gran parte de su obra constituye un retrato, en clave surrealista, del mundo exterior, al que considera como un laberinto fantasmal del que el ser humano ha de intentar escapar. En ese sentido, en el desarrollo de su narrativa fue importante el descubrimiento en 1932 de la obra de Jean Cocteau Opio, que le dio a conocer el surrealismo.
El Cortázar de los cuentos ha creado escuela por sus propuestas sorprendentes, su aprovechamiento de los recursos del lenguaje coloquial y sus atmósferas fantásticas e inquietantes que pueden emparentarse con las de los relatos de su compatriota Jorge Luis Borges. El ritmo del lenguaje recuerda constantemente la oralidad y, por lo tanto, el origen del cuento: leídos en voz alta cobran otro significado. Lo curioso de estos relatos es que el lector siempre queda atrapado, a pesar de la alteración de la sintaxis, de la disolución de la realidad, de lo insólito, del humor o del misterio, y reconstruye o interioriza la historia como algo verosímil.
Siguiendo la tradición inaugurada por Edgar Allan Poe, Cortázar ha escrito breves ensayos, como Algunos aspectos del cuento, en el que establece las diferencias entre novela, que implica varios acontecimientos en sucesión, y cuento, un acontecimiento principal que sirve de núcleo alrededor del cual se articulan las acciones del personaje y todos aquellos elementos significativos que, como la metáfora, el símbolo o las referencias a determinados objetos o situaciones, anuncian al mismo tiempo que, creando pistas inciertas o ambiguas (origen de la tensión del relato o intriga), ocultan el desenlace. Aplicando la terminología del boxeo, Cortázar dice que la novela gana por puntos, y el cuento, por knock-out. Insiste en la necesidad de condensación y en que no hay temas importantes y temas insignificantes: cualquier tema, aun el más trivial, puede volverse significativo gracias a un buen tratamiento literario.
Ejemplo de ello es el cuento “Continuidad de los parques”, en el que un hombre está leyendo una novela que narra cómo conspiran una mujer y su amante para matar al marido, que resulta ser el señor que lee la novela. Además de la constante de la mezcla de realidad y ficción, aparece aquí la figura del lector que, a su vez, es personaje del texto que lee. La llamada mise-en-abîme (la narración que contiene a su vez otra narración) es uno de los recursos tradicionales que Cortázar enriquece con su perspectiva más contemporánea.» ["Julio Cortázar." Microsoft® Encarta® 2009]
Novelas
Los premios (1960) es un texto precursor de Rayuela y fue la primera novela publicada de Cortázar, aunque en realidad fue la tercera en ser escrita. La novela gira alrededor del crucero que gana un grupo de jugadores en un sorteo, y que se va convirtiendo a lo largo del relato en una auténtica pesadilla. Lo que debería ser un viaje de placer en un crucero, se va nublando por la veda hacia los pasajeros de ir a popa. A partir de esto, muchos de ellos intentarán desentrañar este misterio, tomándolo todo como si fuera un juego. A lo largo del relato, el pasado de los personajes se va dando a conocer, pero la situación de cambio con la vida anterior que propone el viaje, va distorsionando sus personalidades y al final, hay un cambio notable en muchos de ellos.
Rayuela (1963), escrita en París y publicada por primera vez en Buenos Aires, constituye una de las obras centrales del boom latinoamericano. Se trata de una narración introspectiva, en monólogo interior, que narra la historia de Horacio Oliveira, su protagonista, de un modo tal que juega con la subjetividad del lector y tiene múltiples finales. A esta obra suele llamársela «antinovela», aunque el mismo Cortázar prefería denominarla «contranovela». Si bien el estilo que se mantiene a lo largo de la obra es muy variado, se la considera una de las primeras obras surrealistas de la literatura argentina. «De alguna manera es la experiencia de toda una vida y la tentativa de llevarla a la escritura», dijo Cortázar de Rayuela cuando se le preguntó qué significaba para él.
Contar el argumento de Rayuela de una manera lineal es, con toda seguridad, un reduccionismo que aleja al lector del sentido de la obra, pues excluye el vasto universo psicológico de los personajes y las complejas relaciones de estos con temas como el amor, la muerte, los celos y el arte, entre otros.
Cortázar rompe toda pauta convencional de linealidad narrativa y sugiere que el lector haga una incursión personal en el libro. Propone lo que la investigación lingüística y literaria ha llamado desconstrucción del texto. Al mismo tiempo, los discursos literarios, filosóficos, políticos y hasta eróticos que se insertan en la novela se corresponden en gran medida con cuestiones heredadas de la literatura del absurdo. Se trata de representar el absurdo, el caos y el problema existencial mediante una técnica nueva.
El autor pretende echar abajo las formas usuales de la novela para crear una narración basada en una especie de ars combinatoria infinita por la cual se generan las múltiples lecturas capaces de articular la trama, la intriga, los personajes, el desdoblamiento autor-narrador (dualidad que, sin duda, remite una vez más a Cervantes como creador de la novela moderna) y hasta la reconstrucción de la cronología. Él mismo ha declarado que quería superar el falso dualismo entre razón e intuición, materia y espíritu, acción y contemplación, para alcanzar la visión de una nueva realidad, más mágica y más humana. Al final de la novela, en oposición a la novela clásica o tradicional, quedan interrogantes sin resolver: nada se cierra, todo está abierto a múltiples mundos.
62 / modelo para armar (1968) está escrita a partir de una idea esbozada en el capítulo 62 de su novela Rayuela (de ahí el nombre de la obra). Puede considerarse la obra más experimental de su autor. Si Rayuela se compone de capítulos que pueden ser leídos en un orden propuesto por el lector, aquí los capítulos desaparecen, dando paso a segmentos narrativos separados por espacios en blanco que el lector puede ordenar a su gusto. La narración transcurre indistintamente en París, Londres y Viena, y los personajes alternan las lenguas indistintamente, del inglés al francés, del francés al español, etc.
Durante su escritura Cortázar tuvo numerosos inconvenientes técnicos. Pero al finalizar «62» sintió que estos no se reflejaban en la obra final, a la que consideró «lectura bastante fácil». Sin embargo, es una novela difícil de leer e interpretar, no solo por su trama sino porque para poder comprenderla es necesario conocer los trabajos previos de Cortázar e incluso trabajos contemporáneos a «62», como Último round. No se sabe por qué ocurren las acciones, no está claro cómo se relaciona cada personaje con otros y no se respeta la línea de tiempo ni la del espacio.
Cortázar realiza el proyecto de Morelli -su alter ego teorizante- en el capítulo 62 de Rayuela: sustituir el entramado de motivaciones psicológicas por el que van tejiendo las oscuras pulsiones del amor y la muerte. Así, por debajo de la insensatez y la arbitrariedad de las conductas, vemos asomar una forma de coherencia, una figura coherente que involucra a los protagonistas y los trasciende.
Libro de Manuel (1973). En esta novela Cortázar recurre al pastiche como técnica literaria, entrelazando diversos elementos de la novela de distintos orígenes. La narración se superpone con artículos periodísticos, poemas, gráficos y otros materiales que rompen la linealidad de la lectura.
Esta es la gran novela política de Julio Cortázar. Una síntesis polémica de sus búsquedas estéticas y su interés por los movimientos revolucionarios de aquellos años. Puede leerse como un desplazamiento natural de los personajes y los temas de Rayuela hacia las urgencias y los fervores de un mundo convulsionado. Pero conserva de aquella novela fundamental toda la fantasía, el desenfado y la frescura que han hecho de Cortázar un escritor único e irrepetible dentro del panorama literario del siglo veinte.
Es también una de las novelas más cuestionadas de Cortázar. Se ha criticado su contenido político, distante de las otras obras del autor de contenido fantástico e incluso llamada «obra menor». Muchos de los movimientos guerrilleros de izquierda que no aceptaron la visión que se da de ellos en el cuento, pues los personajes de este libro casi no se relacionan con los militantes y guerrilleros de la década de 1960 y 1970 en América Latina, marcados por el modelo cubano e ideologías «marxistas leninistas». La novela destaca con ironía «la necesidad de cambios no sólo políticos sino también ideológicos, poco o nada contemplados por tales sectores».
En esta obra la narrativa se confronta con la historia. Cortázar lo define como «el paso del yo al tú o al vos. Y del vos a todo el resto. Es, en el plano literario, mi evolución en el plano personal». El objetivo central de la novela es defender la misma idea desarrollada por Cortázar en sus ensayos: la revolución total, y no una propuesta política específica. El propósito principal de Cortázar no es hacer una "novela de tesis" tradicional sino transformar el modelo narrativo –el género "novela de tesis"– que sirve de base a este tipo de novelas revolucionarias, puesto que las características de la novela de tesis coinciden en su mayor parte con las de la novela revolucionaria. Libro de Manuel, aunque obra de "tono político," es fundamentalmente una experiencia revolucionaria en el plano de la narrativa.
Uno de los objetivos en la evolución del pensamiento crítico de Julio Cortázar es clarificar las relaciones entre el escritor, su literatura y la causa revolucionaria. Cortázar es consciente de su responsabilidad como hombre e intelectual con el mundo que le rodea; pero, como escritor, no quiere perder el derecho a la libertad estética. A pesar de intentar armonizar ambas actitudes, ha sido continua su negativa a ceder a las exigencias de ciertos sectores intelectuales de izquierda y crear una “novela revolucionaria”. La Revolución, según Cortázar, solo sale del esfuerzo conjunto de todos los sectores para cambiar el total de la realidad: el escritor debe luchar por el triunfo de la Revolución en América Latina, pero con los medios que le son propios: los de la creación. “En Hispanoamérica se necesitan más los revolucionarios de la literatura que los literatos revolucionarios”.
Divertimento (1986). En esta novela, escrita en 1949, Cortázar hace una primera exploración por el camino bohemio e intelectual, las calles de Buenos Aires, y un misterio que incluye un fantasma, un médium y una sesión de espiritismo. Es una fábula sin moraleja.
La historia está narrada por Insecto, -una especie de alter ego de Julio Cortázar-, amigo del pintor surrealista Renato Lozano y su hermana Susana, amigo de los Vigil, Jorge y Marta, una extraña pareja de hermanos, mientras Jorge declama poemas que se le ocurren en el momento, Carmen los debe transcribir a la brevedad para que queden registrados. También están las hermanas Dinar, Laura y Moña, que enredadas en un ovillo son las últimas en hacerse parte de este singular grupo. Todos ellos se juntan en el Vive como puedas, un lugar de reunión en el que hablan de pintura, poesía y música, el centro de operaciones de esta bohemia bonaerense que preanuncia el célebre Club de la Serpiente de Rayuela.
Es necesario descubrir ese “algo” en los cuadros que realiza Renato en ese momento: un algo desconocido e intrigante, una especie de premonición del futuro que no permite a Renato pintar tranquilo. Por tanto los personajes requieren la ayuda de Narciso, un mago o charlatán, que en una sesión de espiritismo convoca a un fantasma para que les entregue la clave que necesitan para que Renato pueda terminar la pintura.
El cruce entre pintura y literatura recorre toda la novela, con reflexiones profundas y entretenidas como la importancia del título en un cuadro “Si hay algo que un cuadro no aguanta bien es el título. Fíjate que termina siendo una especie de marco mental para la gente, mucho más durable y peligroso que el de madera”.
El examen (1986: escrita en 1950). Un grupo de amigos se encuentra conviviendo durante poco más de veinticuatro horas en un Buenos Aires que se desmorona. La acción se articula como un vagabundeo por zonas típicamente porteñas (el Teatro Colón, la Avenida Corrientes, la Plaza de Mayo, etc.) esperando el examen que deben rendir Juan y Clara, un matrimonio de estudiantes. Están acompañados por Andrés Fava y Stella, su pareja, y por el cronista. Los persigue la figura de un personaje enigmático, Abel, que busca a Clara.
El recorrido de los personajes, desde la Casa, lugar donde se realizan lecturas a modo de conferencias, o de funciones de cine, hasta la zona del puerto, desde donde Juan y Clara se van, para evitar la peligrosa presencia de Abel, pasando por bares, plazas y manifestaciones, da pie para que los personajes dialoguen sobre el arte, la cultura, la literatura, la poesía y la realidad.
La imagen perturbadora de un Buenos Aires que está invadido por la niebla, que se agrieta y se descompone, las escenas carnavalescas de la Plaza de Mayo, del Teatro Colón y de la Universidad, crean un clima de desasosiego, de intranquilidad que en la novela no se resuelve, tal vez porque no haya una respuesta satisfactoria para el espanto.
Prosas breves
Historias de cronopios y de famas (1962). Enmarcada dentro del género surrealista, en esta obra el autor viene a realizar, a su manera, un repaso por los actores sociales más importantes de las décadas de los años 50 y 60 en Argentina. Es decir, por los burgueses. De una forma auténtica crítica y mordaz lleva a cabo la descripción de esa clase alta que, entre otras, se encuentra conformada por personas venidas a menos que, sin embargo, para aparentar siguen llevando el nivel de vida que presumiblemente tenían antes. Esa situación produce que tengan lugar momentos realmente divertidos y absurdos.
"Un cronopio es un dibujo fuera del margen, un poema sin rimas", en palabras de autor. Los cronopios son seres verdes y húmedos, de acuerdo a lo imaginado por el autor de Rayuela, quien nunca dio demasiadas precisiones sobre el aspecto físico de estos personajes, que, junto con los famas y las esperanzas, integran el universo de este libro. Los cronopios son criaturas idealistas, sensibles e ingenuas. De esta manera se diferencian de otros seres imaginados por el escritor, como los famas (pretenciosos y formales) y las esperanzas (aburridas e ignorantes).
El escritor explicó que este término no tenía nada que ver con el tiempo (por el prefijo crono), sino que se le ocurrió estando dentro del teatro, porque vio pequeños globos verdes que flotaban dentro del lugar. Cortázar no describe demasiado la forma física de estos personajes más que diciendo que eran de color verde y húmedos. También hablaba de su personalidad, presentándolos como ingenuos, amantes de la naturaleza, alegres, idealistas, desordenados, despreocupados, sensibles y poco convencionales. También los caracterizaba como opuestos a otros personajes llamados famas, que eran más bien rígidos, organizados y sentenciosos. Quienes bien conocían a Julio Cortázar, afirman que estos personajes eran casi una copia de él mismo, ya que percibían la vida de la misma manera en que él lo hacía. Con el paso de los años, tanto Cortázar como sus amigos y seguidores comenzaron a usar la noción de cronopio como un adjetivo o un tratamiento honorífico aplicado a las personas que admiraban.
Un tal Lucas (1979). El lector puede darse cuenta de que, a pesar de haber llamado «Lucas» al protagonista, la gran mayoría de situaciones, ideas y cavilaciones son más que nada opiniones propias del mismo Cortázar. Lucas es en realidad un alter ego de Cortázar, es un otro el. Intercala cuentos sueltos de diversos temas junto con capítulos que tratan de la vida de un hombre llamado Lucas, relatando situaciones diarias suyas. Dichos capítulos no tienen correlación alguna, ni el libro sigue alguna línea cronológica narrativa, pudiéndose llegar a considerar como un libro de cuentos. El libro es humorístico en casi toda su extensión. En el póstumamente publicado Papeles Inesperados (2009), se encuentran más capítulos inéditos, nunca incluidos en el libro original.
Cuentos
La otra orilla (1945) reúne la narrativa que va desde 1937 a 1945. Son sus primeros cuentos, o al menos, de los publicados, los primeros. Se divide en una serie de tres corpus subtitulados: Plagios y traducciones, Historias de Gabriel Medano y Prolegómenos a la Astronomía. En estos cuentos no se perfila todavía el estilo característico que definirá al escritor y por el cual lo reconocemos más adelante; son narraciones un poco experimentales. Son cuentos tempranos, que se abren paso al mundo de la narrativa con un poco de miedo de separarse de los modelos convencionales, pero señalando ya una clara orientación exploratoria y lúdica en la que el lector deberá formar parte activa en la interpretación.
Estos cuentos, de género fantástico todos, manifiestan una inquietante curiosidad metafísica, la aparición de fuerzas desconocidas y misteriosas, paradojas, fenómenos paranormales y situaciones que hacen pensar en lo onírico, lo subconsciente.
Tema recurrente es una organización narrativa que somete al personaje a un hecho irreal o absurdo del cual se restituye por medio de razonamientos lógicos y argumentaciones (capaces de explicar los hechos insólitos acaecidos), para luego arrancarlo de cuajo de esa convicción por medio de alguna seña, objeto o peculiaridad probatoria de que lo irreal sí ha sucedido. En casi todos, la muerte impera sobre el fondo de la trama.
Bestiario (1951) es un libro de cuentos que revela ya la tendencia que marcará la literatura de Cortázar hacia lo fantástico, pero de un modo original, porque no sólo se presentará ese registro en lo temático o en los sucesos narrados, sino que también estará reforzado desde lo discursivo y desde la estructura misma de los relatos.
El libro presenta ocho relatos que comparten una serie de características comunes. Durante la lectura de cada uno de ellos, el lector percibe dos hilos que se entrecruzan: lo que dice el relato de forma explícita, aquello que sucede y por otro lado, aquello que percibimos primero inconscientemente, pero que hacia el final se va haciendo cada vez más fuerte y termina por emerger para dejarnos totalmente estupefactos y descolocados. Esto último es lo que no está dicho, lo latente que corre por debajo del relato.
«Se instaura así una lógica propia y original que rompe con la lógica tradicional para crear justamente esta sensación de vacío abismal en un mundo nuevo donde el lector es incluido como habitante. Si reparamos en cada uno de los relatos veremos que el tradicional orden causa-efecto no funciona desde la racionalidad: ¿Cuál es la causa de que el narrador de “Carta a una señorita en París” vomite conejitos?
El narrador afirma: “me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire. Me es amargo entrar en un ámbito donde alguien que vive bellamente lo ha dispuesto todo como una reiteración visible de su alma”. El supuesto orden “racional” del departamento de Andrée perturba y desordena la vida del protagonista. Y cuando la situación se descontrola decide matarlos, pero no puede. El orden del “mundo de los conejos” comienza a imponerse. De a poco estos animales van invadiendo la vida del personaje hasta que éste en su interior no encuentra otra alternativa que el suicidio, dando cierre a un proceso donde la racionalidad y la lógica tradicional no están presentes, donde las “leyes de los conejos” terminan dominando la vida del hombre: “llenaron de pelos la alfombra y también gritaron, estuvieron en círculos bajo la luz de la lámpara, en círculos y como adorándome. He querido en vano sacar los pelos que estropean la alfombra”.
Se presentan, de este modo, dos mundos antagónicos: el cotidiano, real, y el otro inexplicable, inasible, extraño, siniestro. Por un lado, la vida rutinaria, ociosa, aparentemente tranquila y sin sobresaltos de dos hermanos; y de pronto, la invasión de algo extraño, misterioso, indeterminado y, a la vez, esperado y aceptado por los protagonistas. Es un “de repente” y el cambio de tiempo verbal (del pretérito imperfecto al pretérito perfecto simple) el que anticipa la inminencia de un suceso que suspenderá la cotidianeidad que se describió antes: “Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza”.» [María Clara Lucifora]
Final del juego (1956) es un cuento incluido en la tercera parte del libro homónimo de Cortázar. Posteriormente apareció en Ceremonias (2000), un libro que reúne Final del juego y Las armas secretas.
El cuento está narrado por una niña que vive en una casa con su madre, su tía y sus hermanas Holanda y Leticia. Leticia tiene un problema en su espalda por el cual no se puede mover mucho. A la hora de la siesta, las niñas salen por la puerta que da a las vías Central Argentino. Juegan un juego llamado estatuas y actitudes en el cual se sortea quién de ellas tiene que interpretar una estatua o actitud. La gente que viaja en el tren las observa mientras juegan y ellas piensan que esto hace más divertido el juego.
Un día, un papelito cae del tren: Me gustan mucho sus estatuas, firmado por Ariel B.. A partir de ese momento siguen cayendo papelitos y uno de ellos dice: La más linda es la más haragana (Ariel no se da cuenta del problema de Leticia, piensa que está descansando a la sombra de un árbol ya que siempre está acostada).
Finalmente cae un papelito diciendo que las va a ir a visitar. La noche anterior a la visita, Leticia escribe una carta dirigida a Ariel que entrega a Holanda, a quien anuncia que no va a ir a jugar al día siguiente y que si Ariel pregunta por ella, que le entregue la carta.
Al día siguiente, juegan por última vez y Leticia pide a sus hermanas que la dejen a ella hacer la estatua. El tren pasa y Ariel ve a Leticia. Nunca más vieron a Ariel de ese lado del tren.
Las armas secretas (1959) Recopila cinco cuentos: «Cartas de mamá», «Los buenos servicios», «El perseguidor» –uno de los clásicos de Cortázar–, «Las babas del diablo» –cuento con superposición de planos y realidades– (célebre por ser la inspiración para el film Blow-up de Michelangelo Antonioni). En estos dos cuentos Cortázar utiliza lo surreal para sustentar la realidad. Y «Las armas secretas», que ya señalan la pauta que tomará Cortázar en su narrativa y que tendrá su apogeo en la experimental Rayuela.
Este libro de apenas cinco relatos se convertirá con el tiempo, junto a Final del juego e Historias de cronopios y de famas, en uno de los títulos de referencia de la excelente y diversa narrativa de Cortázar. Lo cierto es que los cinco cuentos de que consta son espléndidos y, por sí solo, el libro justificaría la fama de un escritor.
Todos los fuegos el fuego (1966) presenta dos historias con argumentos parecidos y paralelos que desenlazan en un final común: el fuego. En las yuxtaposiciones que se presentan entre las dos historias se presentan dos triángulos amorosos. A partir de ellos Cortázar pretende pintar el fracaso amoroso en la sociedad causado por la incomunicación.
Se trata de un relato fantástico dada la imposibilidad física de la simultaneidad de las dos historias que ocurren en periodos históricos distintos y en lugares distintos (el primero en la época del Imperio Romano y el otro en París del siglo XX). El narrador (omnisciente) no da explicación alguna. Esta situación le crea al lector una seria duda sobre la posible explicación para esta simultaneidad de las historias
Octaedro (1974) reúne, como su propio título indica, ocho historias disímiles que, sin embargo, podrían ser partes integrantes de una totalidad, las caras de una misma figura. Cuando parecía que Julio Cortázar lo tenía difícil, después de una serie de libros y cuentos magistrales, fue capaz de deslumbrar de con unos relatos no ya de altísima calidad, sino renovadores de un género que se juzgaba ya casi sin vías posibles de cambio y ampliación.
Ocho cuentos en los que el lector se va a encontrar, a la vez, con aburridos matrimonios y con amores ardientes; con viajes e itinerarios tan usuales y cotidianos como con otros violentos e impetuosos; desde misterios y enigmas literarios y existenciales hasta momentos tan mundanos y conmovedores como son la pena y el llanto ante el dolor y la soledad. Son las caras diferentes de un poliedro dibujado con un lenguaje que se ciñe a la naturaleza propia de cada relato, y donde es que es capaz de encontrar esa difícil unidad que nace de lo diverso. Esta capacidad es la que concede excepcionalidad a este volumen de cuentos imprescindibles.
Son historias que, entre lo irreal y lo fantástico, tratan de transformar lo abstracto en concreto a través de los deseos de cada personaje. La figura del octaedro viene a sugerir el juego que permite mostrar una misma situación desde diferentes ángulos, uno para cada uno de los relatos, allí donde aparecen esos temores que cualquier persona asume y reconoce dentro de una rutina ordinaria totalmente realista.
Alguien que anda por ahí (1977) es una selección de cuentos, censurada en Argentina por el régimen militar (1976-1983). En estos relatos, Cortázar abarca diversos géneros, morfologías literarias y temáticas. El primer cuento "Cambio de luces", es una narración típica de la escritura del argentino donde hilvana una historia de una Buenos Aires melancólica con un final inesperado. Cierra el libro con una historia de violencia policial "La noche de Mantequilla", que recuerda al espíritu de la novela Libro de Manuel.
Apocalipsis de Solentiname (1977) se publicó en el volumen de la selección de cuentos Alguien que anda por ahí. Es una refundición, con nuevos significados, de un cuanto anterior de Cortázar, “Las babas del diablo” y las similitudes entre los dos son deliberadas. Este cuento cuasi-autobiográfico relata la historia de un escritor, Cortázar él mismo, que ha viajado por Latinoamérica. Al principio está en Costa Rica en plena asombro de ‘Blow Up’ pero no quiere responder a las preguntas de la prensa y termina su recorrido en Solentiname, una pequeña comunidad insular de cristianos radicales. Allí se encuentra con unas pinturas inocentes en un rincón, que le impresionan por su belleza y se da cuenta que son pinturas de campesinos de la zona, los cuales describen la esencia hermosa del lugar: “Una vez más la visión primera del mundo, la mirada limpia del que describe su entorno como un canto de alabanza”. El hombre está extasiado y toma fotografías de las pinturas.
Detrás de su casa, en París, muestra las fotografías a su mujer. En una segunda ojeada va a descubrir que, detrás de las fotografías se esconden imágenes del terror; escenas de la tortura de la masacre de Solentiname, de la guerra, del horror. El hombre esta horrorizado, pero dice nada porque la mujer solo ve la belleza.
La película ‘Blowup’ de Michelangelo Antonioni del año 1966 se trata de un fotógrafo que toma fotografías de una pareja de enamorados en un parque. La mujer lo visita el mismo día y quiere las fotografías. Dice que el hombre está con su amante. El fotógrafo la da un otro carrete. Cuando mira las fotografías otra vez, descubre otro hombre con una pistola con un silenciador entre los arbustos. En las fotografías más tarde, el hombre, que ha besado la mujer, está en el suelo. El fotógrafo esta horrorizado. Parece que ha fotografiado un crimen. Regresa al parque y descubre el cadáver del hombre.
Queremos tanto a Glenda (1980) contiene 10 relatos con variantes para todos los paladares: rituales públicos y privados, pesadillas que surgen a plena luz del día, cruces imperceptibles entre la realidad y la imaginación, humor, violencia y melancolía. Aparecen los temas recurrentes de Cortázar: la manera característica de construir las historias, que avanzan en aparente imprecisión, con detallada morosidad, haciéndonos esperar el paso siguiente con anticipada sorpresa, que, cuando llegue, será asombro, no engaño; el empleo de lo trivial como ámbito del misterio; el uso de lo sentimental, y aun de lo cursi, para elaborar lo fantástico; el convencimiento que nos deja de que no hay nada más irreal que esa extensión plana que llamamos vida diaria.
Cortázar acepta con el mismo gesto lo insólito y lo banal, y entiende lo fantástico, más que como invención, como descomposición de lo real en sus múltiples espejos y laberintos. No hay lado de acá y lado de allá, sino tiempo; y no sólo en la relación misterio-realidad, sino incluso en lo ético.
Deshoras (1982). Esta colección de cuentos aborda varios temas: el amor ("Botella al mar", "Deshoras", "Diario para un cuento"); las relaciones ("La escuela de noche", "Segundo viaje", "Pesadillas"); en cuatro el recorrido del protagonista tiene como destino la muerte ("Segundo viaje", "Satarsa", "Pesadillas" y "Fin de etapa").
A simple vista no parece existir una estructura que englobe a la totalidad de los cuentos. Sin embargo, el hilo conductor parece ser la relación del narrador con el personaje femenino de los cuentos.
Misceláneas
La vuelta al día en ochenta mundos (1967) se construye como los textos-collage, semejante a los libros llamados almanaques que circulaban en Argentina y en otros países en la época en que el autor vivía allí, y que incluían todo tipo de discursos. Cortázar construye su libro a semejanza de esos almanaques, rompiendo todos los encasillamientos de los géneros literarios tradicionales.
Se caracteriza por la co-presencia en el mismo espacio textual de la palabra y de la imagen icónica. Las relaciones intertextuales tan evidentes en la obra de Cortázar se acentúan en éste y actúan como agentes de transformación y expansión translingüísticos. El pasaje intersticial funciona en toda la obra de Cortázar como metáfora de la búsqueda, la apertura y la libertad humana, sirve de vínculo, otra vez, entre las distintas instancias semióticas. Recordemos el comentario de Oliveira acerca de un extraño texto morelliano en Rayuela: "En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay". La frase se repite a lo largo de toda la página, dando la impresión de un muro, de un impedimento. No hay puntos, ni comas, ni márgenes. De hecho, un muro de palabras ilustrando el sentido de la frase, el choque, el choque contra una barrera, detrás de la cual no hay nada. Pero hacia abajo, y a la derecha, en una de las frases falta la palabra lo. Un ojo sensible descubre el hueco entre los ladrillos, la luz que pasa (Rayuela: 425).
Último round (1969) es la segunda parte de La vuelta al día en ochenta mundos, el libro que fue lanzado en 1967 junto con la traducción al inglés de Rayuela. Se divide en dos volúmenes que invitan al lector al juego desde su portada cubierta de pequeños fragmentos textuales a modo de sección de anuncios de diario. Si hubiera que describir esta obra en pocas palabras, éstas podrían ser collage literario: los microrrelatos y microensayos se alternan con fotografías y poemas. De un fragmento textual a otro, la tipografía no se mantiene constante e incluso la orientación del texto pasa en ciertos puntos a ser apaisada para volver más adelante a la orientación normal.
Territorios (1978) es un libro homenaje que Julio Cortázar quiso hacer a los artistas a los que admiraba, que le habían obligado a aceptar la libertad como único territorio habitable. Analiza, desde su subjetividad, la obra plástica de 17 creadores y sus 17 territorios, procedentes de ámbitos plásticos muy diferentes, hasta formar un libro-collage, como también lo son La vuelta al día en ochenta mundos y Último round.
Cada uno de estos territorios es una verdadera pieza maestra en donde conviven poesía, cuento y crítica. Revoluciona el ensayo y lo convierte en un orden literario de máxima libertad formal volviéndose contra la imparcialidad y la impersonalidad que lo caracteriza, haciéndolo narrativo y manteniendo el difícil equilibrio entre pensamiento crítico e imaginación poética.
Los autonautas de la cosmopista (con Carol Dunlop) (1982) es un libro escrito en coautoría por el escritor argentino Julio Cortázar y su esposa, la fotógrafa canadiense Carol Dunlop, en el que se narra el viaje emprendido a bordo de una Volkswagen Combi roja, denominada Fafner como el dragón de Wagner, por la Autopista del Sur, partiendo desde París rumbo a Marsella, durando 33 días.
Antes de realizar el viaje la pareja se impone reglas de juego que deben cumplir en forma obligatoria, como hacer expediciones científicas en cada parada que realizan, lo que contribuye a que haya humor y fantasía. La pareja compara el viaje con los realizados por Cristóbal Colón o Marco Polo, que los transporta a una realidad paralela surrealista y lúdica en la que los viajeros terminan descubriéndose a sí mismos. De estas reglas científicas provienen los materiales que se incluyen en la obra como fotografías y descripciones de flora y fauna entre otras que según los autores «sin las cuales dicho libro no tendría un aire serio».
En el libro se suceden situaciones peligrosas y de misterio como espías, brujas e incluso personajes recurrentes en otras obras de Cortázar como Calac y Polanco, provenientes de 62 / modelo para armar. También aparecen los «demonios», personificaciones de la enfermedad que aquejaba a Carol.
Papeles inesperados (1940-1984) reúne los textos que el propio Cortázar descartó de Historias de Cronopios y de Famas, de Libro de Manuel y de Un tal Lucas. Es una deslumbrante colección de textos inéditos y dispersos escritos por Julio Cortázar a lo largo de toda su vida, recientemente encontrados en su domicilio parisino. Reúne once relatos nunca incluidos en libro; tres historias de cronopios que habían desaparecido; un capítulo inédito de Libro de Manuel; once episodios protagonizados por Lucas; cuatro autoentrevistas; trece poemas inéditos; artículos sobre literatura, pintura, política, viajes; discursos; prólogos; y textos inclasificables, entre otras muchísimas páginas de innegable valor y atractivo. Papeles inesperados permite disfrutar las múltiples facetas del gran escritor: el cuentista genial, el lúdico, el comprometido, el sagaz crítico de música y artes plásticas, el cronista, el poeta.
Teatro
Los reyes (con el seudónimo de Julio Denis) (1949) son cinco escenas que se centran en el mito del Minotauro, creando diálogos y reescribiendo los hechos de una manera innovadora y nunca antes pensada.
Adiós Robinson y otras piezas breves (obra póstuma) (1995) reúne el teatro de Cortázar con posterioridad a Los reyes, las primeras piezas, Dos juegos de palabras, escritas en 1948 y 1960, son de inspiración poética. De los años setenta es Nada a Pehuajó, que se inscribirá en el teatro del humor y del absurdo. Adiós, Robinson, texto radiofónico escrito también en los años setenta, se puede calificar de fábula anticolonialista. Estos breves textos quieren ser juegos, divertimentos, y lo son tanto por su lado transgresivo, su lenguaje a menudo irreverente, como por su seriedad secreta, ajena a cualquier forma de énfasis.
Poesía
Presencia (1938), sonetos, con el seudónimo de Julio Denis.
Pameos y meopas (1971)
Salvo el crepúsculo (1984)
Crítica:
Obra crítica (2006)
Imagen de John Keats (obra póstuma, escrita entre 1951 y 1952)
Clases de literatura (1980; publicación póstuma en 2013)
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