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Paz Octavio

(comp.) Justo Fernández López

Historia de la literatura hispanoamericana

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OCTAVIO PAZ

SEMBLANZA

Octavio Irineo Paz y Lozano (México, 1914-1998) fue un poeta, escritor, ensayista y diplomático, Premio Nobel de Literatura en 1990. Se le considera uno de los más influyentes escritores del siglo XX y uno de los grandes poetas hispanos de todos los tiempos. Su extensa obra abarcó géneros diversos, entre los que sobresalieron poemas, ensayos y traducciones.

Octavio Paz nació el 31 de marzo de 1914, durante la Revolución mexicana. Fue criado en Mixcoac. Lo cuidaron su madre Josefina Lozano, su tía Amalia Paz Solórzano y su abuelo paterno, Ireneo Paz (1836-1924), un soldado retirado de las fuerzas de Porfirio Díaz, intelectual liberal y afamado novelista. Gracias a la extensa biblioteca que su abuelo poseía, Paz entró en contacto con la literatura de forma temprana.

Su padre, Octavio Paz Solórzano (1883-1935), el menor de siete hermanos, trabajó como escribano y abogado para Emiliano Zapata; estuvo involucrado en la reforma agraria que siguió a la Revolución, fue diputado y colaboró activamente en el movimiento de Vasconcelos. Todas estas actividades provocaron que el padre se ausentara de casa durante largos periodos. Su padre se retiró de la política en 1928 y murió el 10 de marzo de 1935.

Desde muy niño, Paz demostró sus cualidades para la literatura. Se dedicó a escribir sus primeros poemas, que fueron publicados en revistas del género. Asistió a la Universidad Nacional, donde cursó las especialidades de Leyes, Filosofía y Letras. Al mismo tiempo desarrolló la voluntad de cooperar con las causas sociales. Por ello, se trasladó a Yucatán con el propósito de crear una escuela especialmente establecida para atender a los hijos de los trabajadores de las zonas mineras.

Octavio Paz estudió Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 1937 se desplazó a Yucatán como miembro de las misiones educativas en una escuela para hijos de obreros y campesinos. Allí escribió Entre la piedra y la flor (1941), poema que retrataba la penosa explotación del campo yucateco y de sus campesinos.

Octavio Paz realizó sus estudios en las facultades de Derecho y Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se alejó de sus compromisos académicos para realizar un importante viaje por Europa. Esta vez, ya casado con la escritora Elena Garro, aprovechó para nutrirse de las corrientes literarias que se convirtieron en fundamento de su obra futura. En París, Francia, hizo amistad con André Breton e intensificó su relación con Benjamín Péret.

Durante la década de 1920-30, descubrió a los poetas españoles Gerardo diego, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, quienes influyeron en sus primeros escritos. Para 1937 ya era considerado el poeta más joven y prometedor de México.

En 1937, durante la Guerra Civil (1936-1939) española, Paz fue invitado a Valencia como miembro de la delegación mexicana para participar en el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas. Allí mostró su solidaridad con los republicanos, conoció y trató a los poetas de la revista Hora de España, cuya ideología política y literaria influyó en su obra juvenil. Sin embargo, ese sentimiento de solidaridad con la causa republicana se vio afectado por la represión contra los militantes del Partido Obrero de Unificación Marxista de Cataluña (POUM) entre quienes tenía camaradas. Este prolongado proceso de desilusión lo llevaría a denunciar los campos de concentración soviéticos y los crímenes de Stalin en marzo de 1951. Más tarde escribió sobre la guerra española en apoyo de la República.

En España permaneció casi un año, por eso tuvo la oportunidad de relacionarse con los poetas Antonio Machado, Miguel Hernández y Vicente Huidobro, todos pertenecientes al movimiento Generación del 27.

Al regresar a México un año después, se convirtió en uno de los fundadores de la revista "Taller", la cual marcó el surgimiento de una nueva generación de escritores en México, así como una nueva sensibilidad literaria. Continúa escribiendo ensayos y poemas, tomando la inspiración de las actividades realizadas. Se dedica a brindar apoyo a los españoles exiliados y colabora con la publicación Hora de España.

En 1943 recibió la Beca Guggenheim e inició sus estudios en la Universidad de California, Berkeley en los Estados Unidos. Dos años después comenzó a servir como diplomático mexicano, y fue destinado a Francia donde permaneció hasta 1951 y donde conoció a los surrealistas, que le influyeron, y colaboró en la revista Esprit. En Europa aun se sufrían las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, esto lo llevó a separase de su inclinación marxista y en su lugar se dirigió hacia el socialismo. Durante esa estancia, en 1950, publicó El laberinto de la soledad, un innovador ensayo antropológico sobre los pensamientos y la identidad mexicanos.

De enero a marzo de 1952 trabaja en la embajada mexicana en la India y después, hasta enero de 1953, en Japón. Regresa a la Ciudad de México a dirigir la oficina de Organismos Internacionales de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

En 1954, Paz tuvo una participación muy estrecha en la fundación de la Revista Mexicana de Literatura, influenciada políticamente con la idea de la llamada “tercera vía”, que significaba ni con la izquierda, ni con la derecha. Esta idea venía de París, con León Blum.

En 1968, estaba en Nueva Delhi cuando tuvo lugar la masacre de Tlatelolco como parte del Movimiento de 1968 en México el 2 de octubre. En señal de protesta contra estos lamentables sucesos, que empañaron la celebración de los Juegos Olímpicos, renunció a su cargo de embajador, dejando patentes sus diferencias con el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Fue el único que se atrevió a hacerlo. Trabajará los próximos años enseñando en diversas universidades estadounidenses, como las de Texas, Austin, Pittsburgh, Pensilvania, Harvard.

Tres años más tarde, en octubre de 1971, ya bajo la presidencia de Luis Echeverría, “un poco con esa idea de redescubrir los valores liberales y democráticos en la sociedad mexicana”, fundaría la revista Plural, “elegante fusión de literatura y política”. A diferencia de otros escritores e intelectuales mexicanos, Paz no tardó en retirarle su apoyo al presidente Echeverría, una vez que éste demostró su escasa voluntad de aclarar las matanzas de Tlatelolco, en 1968, y en San Cosme, el llamado Jueves de Corpus, en 1971, en donde hubo una represión brutal contra una protesta estudiantil.

Paz denunció las violaciones a los derechos humanos de los regímenes comunistas, lo que le enemistó con la izquierda latinoamericana y algunos estudiantes universitarios. En el prólogo del tomo IX de sus obras completas, publicado en 1993, Paz declaró: «En México, antes había sido visto con sospecha y recelo; desde entonces, la desconfianza empezó a transformarse en enemistad más y más abierta e intensa. Pero en aquellos días [década de los 1950] yo no me imaginaba que los vituperios iban a acompañarme años y años, hasta ahora».

Estuvo casado con la dramaturga, escritora y poeta Elena Garro a quién conoció en la UNAM (1938-1959), con quien tuvo una hija. Se divorció en 1950. En 1959 se unió a Bona Tibertelli de Pisis, con quien convivió hasta 1965, mientras era embajador de México en la India. Al año siguiente contrajo matrimonio con la francesa Marie José Tramini, su compañera hasta el final.

El 19 de abril de 1998 Octavio Paz murió Ciudad de México.

Obra

«El valor supremo no es el futuro sino el presente; el futuro es un tiempo falaz que siempre nos dice “todavía no es la hora” y que así nos niega. El futuro no es el tiempo del amor: lo que el hombre quiere de verdad, lo quiere ahora. Aquel que construye la casa de la felicidad futura edifica la cárcel del presente». (Octavio Paz)

Para Octavio Paz es clave distinguir entre experiencia de lo sagrado y la expresión del mismo. Es la diferencia entre arte y vida, o entre arte puro y arte de tesis. Ya en Ética del artista (1931) el joven Octavio Paz condena la estética purista por su escapismo decadente y su distanciamiento de las circunstancias históricas. Paz aboga por una postura ética que integre arte y vida.

la Guerra civil española, vivida por Octavio Paz en 1937 con motivo de su asistencia al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, que tuvo lugar en Valencia, Madrid y Barcelona, marcó su interpretación del mundo. A este Congreso asistieron destacados autores como Ernest Hemingway, César Vallejo, André Malraux, Louis Aragon y Pablo Neruda. La amistad con algunos de ellos propició una renovación de sus paradigmas estéticos y amplió su horizonte hacia otras formas de creación. Tomó contacto con los poetas españoles ligados a la revista Hora de España (1937-1939) como Juan Gil-Albert, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, entre otros.

Desencantado por el asesinato de Trostky en 1940 en México, Paz empezó salió de su país en 1943 aprovechando una Beca Guggenheim. Este fue el inicio de un periplo por Estados Unidos, Europa y Asia. En EE UU leyó a varios poetas anglosajones que lo marcaron, como T.S. Eliot, Ezra Pound, W.B. Yeats y William Blake. Viajó luego a París como diplomático, y allí conoció a los militantes del surrealismo, encabezados por su líder André Breton, y a los existencialistas Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. De ambas corrientes de pensamiento recibirá una enorme influencia.

Desde la perspectiva de la distancia, el poeta comienza a interrogarse sobre el ser mexicano y sobre la identidad latinoamericana en su libro El laberinto de la soledad (1950).

«Tanto Romanticismo como Surrealismo se configuran como dos momentos históricos que suponen para Paz el vislumbramiento de los problemas del hombre moderno ante la realidad y la vida. Ya en uno de sus primeros ensayos críticos apunta la interrelación existente entre ambos: “El programa surrealista (transformar la vida en poesía y operar así una revolución decisiva en los espíritus, las costumbres, la vida social) no es distinto al proyecto de Federico Schlegel y sus amigos: hacer poética la vida y la sociedad. Para lograrlo, unos y otros apelan a la subjetividad: ka disgregación de la realidad objetiva, primer paso para su poetización, será obra de la inserción del sujeto en el objeto. La ‘ironía’ romántica y el ‘humor’ surrealista se dan la mano. El amor y la mujer ocupan en ambos movimientos un lugar central: la plena libertad erótica se alía a la creencia en el amor único. La mujer abre las puertas de la noche y de la vedad; la unión amorosa es una de las experiencias más altas del hombre y en ella el hombre toca las dos vertientes del ser: la muerte y la vida, la noche y el día”.» [Antonio Puro Morales]

«Octavio Paz pretendió rechazar o distanciarse de las raíces del surrealismo, dadas esencialmente por el psicoanálisis de Freud, como un acto pretendidamente consciente de separar el principio de la práctica y la actitud de la actividad, lo cual no deja de ser contradictorio, cuando este autor valoraba las exploraciones surrealistas de la inspiración, relacionadas con el concepto del Otro (léase inconsciente) frente al ego dominante, la falsa persona y sus distintos papeles. Para él los conceptos de utopía, analogía e instante poético convertían al surrealismo en algo universal, en algo más que un estilo literario.

Diego Martínez Torrón, en el prólogo del libro de Octavio Paz La búsqueda del comienzo: escritos sobre el surrealismo, refiere que: “Paz pide un imposible. Pero en él, la poesía cobra una nueva vida, la palabra una nueva aspiración. Éste es el secreto de su duende, ésta es la fuerza de su poesía. Trascender la materia, para divinizarla de nuevo. Integrar el mundo con su origen, con la tierra madre, con el limo, con el sustrato que percibe en el confuso arquetipo de todos sus sueños”.

Es aquí donde intuyo un acercamiento más a la teoría psicoanalítica de Jung y, por ende, un distanciamiento de Freud; un intento de explicarlo todo bajo una sola visión, la poesía, la palabra. Es elevarnos al nivel de Dios. Aquí es donde algunos lectores, como yo, nos distanciamos de tal intento prepotente de llegar a ser ese Octavio Paz, siempre tan lúcido y compuesto, tan poseedor de la verdad a la que otros mortales no se han podido ni acercar. Quiero intentar decirlo sin residuos de ironía.» [Juan Carlos Rojas Fernández]

«Experimentación e inconformismo pueden ser dos de las palabras que mejor definen su labor poética. Con todo, Paz es un poeta difícil de encasillar. Ninguna de las etiquetas adjudicadas por los críticos encaja con su poesía: poeta neomodernista en sus comienzos; más tarde, poeta existencial; y, en ocasiones, poeta con tintes de surrealismo. Ninguna etiqueta le cuadra y ninguna le sobra, aunque el mismo Paz reconoció que en su formación "fundamentales fueron los surrealistas, con quienes hice amistad en el año 46 o 47, que en esa época estaban más cerca de los libertarios".

En realidad, se trata de un poeta que no echó raíces en ningún movimiento porque siempre estuvo alerta ante los cambios que se iban produciendo en el campo de la poesía y siempre estuvo experimentando, de modo que su poesía, como toda poesía profunda, acabó por convertirse en una manifestación muy personal y original. Además, se trata de un poeta de gran lirismo cuyos versos contienen imágenes de gran belleza. Después de la preocupación social, presente en sus primeros libros, comenzó a tratar temas de raíz existencial, como la soledad y la incomunicación. Una de las obsesiones más frecuentes en sus poemas es el deseo de huir del tiempo, lo que lo llevó a la creación de una poesía espacial cuyos poemas fueron bautizados por el propio autor con el nombre de topoemas (de topos + poema). Esto es lo que significa poesía espacial: poesía opuesta a la típica poesía temporal y discursiva. Se trata de una poesía intelectual y minoritaria, casi metafísica, en la que además de signos lingüísticos se incluyen signos visuales. En los topoemas, igual que ocurría en la poesía de los movimientos de vanguardia, se le da importancia al poder sugerente y expresivo de las imágenes plásticas. No cabe duda de que en la última poesía de Paz hay bastante esoterismo, pero, al margen de ello, toda su poesía anterior destaca por su lirismo y por el sentido de transubstanciación que el autor da a las palabras.» [Wikipedia]

PoesíaS

Luna silvestre (1933). Octavio Paz no tenía aún dieciocho años de edad cuando se publicó su primer libro, el único que firmó con sus apellidos paterno y materno: Paz Lozano. En esta su primera obra ya están presentes el lirismo y el erotismo que serán una constante en su obra posterior. En esos primeros poemas los versos del vate mexicano denotan una influencia tardomodernista aunque destacan por su lirismo y ya insinúan a un poeta que hurgará en el lenguaje.

¡No pasarán! (1936), poema que escribió apenas iniciado el golpe militar de Franco que daría comienzo a la Guerra Civil española (1936-1939). La permanencia de cuatro meses en tierras españolas, donde el mexicano clamó en favor de la República y vivió en carne propia los horrores de esa guerra, motivó que escriba este poema.

Raíz del hombre (1937) canta la historia de una pasión en sus distintos momentos (encuentro, enamoramiento, clímax, separación, rememoración, soledad, comprensión de lo vivido). No hay una secuencia lógica estricta que siga un hilo narrativo (todo está más bien condensado en el presente eterno del canto), pero la experiencia erótica implica necesariamente una conciencia de la temporalidad amenazante y una interiorización de la presencia de la muerte.

Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España (1937). Bajo tu clara sombra (1935-1938) se publicó como un poema extenso en 1941. El libro que se titula Bajo tu mala sombra y otros poemas sobre España se publicó en 1937 y recoge apenas un fragmento de lo que llegará a ser el poema extenso.

Entre la piedra y la flor (1941). Paz había descubierto a T. S. Eliot en 1930. Paz vio similitudes con The Waste Land (Tierra baldía) en la blanca y árida llanura yucateca, "rodeada de infinito por todas partes". Impulsado por el paisaje helado y estéril de Eliot, comenzó a escribir un poema ambicioso, "Entre la piedra y la flor".

«Este poema es una respuesta calculada de Paz a una de las preguntas centrales de Eliot en El páramo: "¿Quiénes son aquellas hordas encapuchadas que hormiguean sobre planicies infinitas, que tropiezan con las grietas de la tierra tan sólo circundada por el horizonte raso?" Son las hordas de los desposeídos, dice Paz; y las "planicies infinitas" son la rebaba que deja detrás de sí lo que Eliot llama "la maquinaria" y Paz llama "la rueda": el capitalismo, "porque el dinero es infinito y crea desiertos infinitos". Y en ese momento de su vida, es con ese "todo" con lo que Paz cree que es imperativo acabar. A principios de mayo de 1937, poco antes de viajar a Chichén-Itzá, había escrito: "Sabemos que este mundo, por más encantador que nos parezca, desaparecerá. Que la palabra no dicha se dirá. Que una nueva vida, una hermosa y limpia vida, rescatará a la mujer de todo esto y tornará claras las relaciones casi sobrenaturales de hombre y mujer, libres de angustia y sombras".» [Guillermo Sheridan]

A la orilla del mundo y Primer día, Bajo tu clara sombra, Raíz del hombre, Noche de resurrecciones (1942), recopilación en un solo volumen algunos de sus mejores títulos poéticos.

¿Águila o sol? (1951). Libro de poemas en prosa, narraciones, fábulas y fantasías, se encuentra en el mediodía creador del poeta y no solo marca la intensidad de una búsqueda personal "Hacia el poema" –como se titula la serie de aforismos con que concluye el libro–, sino que perfila esa reinvención de la persona y el quehacer poético, uno de los rasgos de la obra poética de Octavio Paz.

Semillas para un himno (1954) es la tercera sección de las cinco que componen Libertad bajo palabra. Componen esta sección un total de veinticinco poemas de los cuales trece poseen como núcleo temático el amor.

La hija de Rappaccini (1956) es la única pieza dramática escrita por el poeta mexicano. La obra es una pieza en un acto estructurada en nueve escenas. La acción del drama transcurre en Padua, a donde llega un joven estudiante para estudiar Derecho en la universidad. EL misterioso jardín que contempla desde su cuarto, sede de los experimentos del doctor Rapaccini, lo impresiona profundamente, así como su hija Beatriz, por cuyo amor disolverá el poder secreto del sabio y su locura. El Mensajero cumple la función del coro griego al dirigirse a la conciencia del protagonista al tiempo que anuncia los sucesos trágicos que se avecinan.

Piedra de sol (1957). El poema completo está escrito en 584 versos, cifra igual (según explica el mismo Octavio Paz) a los días que tarda el planeta Venus en realizar la conjunción con el Sol. Octavio Paz lo definía como una "frase circular", es decir, el poema acaba donde inicia o inicia donde acaba. Cada verso es una afirmación, es decir, cada verso es completo en sí mismo, salvo en ocasiones donde se completa con dos versos o más. La "Piedra de Sol" es el Calendario Azteca, los 584 versos endecasílabos son los días del planeta Venus (Quetzalcóatl en la mitología mexica) en su camino hacia el Sol; puede ser también el "eterno retorno", pues el poema es claramente circular. La idea del poema, además de que cada verso se corresponda con los días del calendario azteca, es poner en relieve uno de los conceptos que más diferencian a las poblaciones nativas del extremo occidente con el pensamiento occidental: el tiempo circular.

La estación violenta (1958). El yo lírico nos lleva a descubrir lo humano, un recorrido espiritual del hombre. Tres elementos resaltan en la poesía de Paz: el tiempo, el ritmo y la palabra. Paz borra la oposición entre lo antiguo y lo contemporáneo, y entre lo distante y lo próximo: “ni vivo ni muerto” “comienzo y recomienzo”, “es principio y fin” o “bajo tu clara sombra”.

Libertad bajo palabra: obra poética: (1935-1957) (1960) reúne una gran parte de los poemas escritos por Octavio Paz desde 1935 a 1957. El título elegido para este libro es más que simbólico: encarna la postura del poeta, el modo en que asume su labor y pasión. El autor excluye y modifica poemas, hasta la segunda edición de 1968, en un libro-río, al que considera su “verdadero primer libro”. El título, que nombra escritos previos del propio Paz, hace referencia a la idea que este tiene de su poesía y registra influencias de T. S. Eliot, de Mallarmé, y del surrealismo. Está dividido en cinco secciones: Bajo tu clara sombra, Calamidades y milagros, Semillas para un himno, ¿Águila o sol?, La estación violenta.

La soledad –central en la obra de Paz-, el amor, la muerte, la solidaridad, las contradicciones sociales, son algunos de los temas que recorre en el libro este poeta, una de las figuras más importantes del pensamiento hispánico del siglo XX. Algunos poemas que incluye este volumen: «La vida sencilla», «las palabras», «el ramo azul» y el gran poema «Piedra de sol».

Salamandra (1962) es uno de sus textos más surrealistas de Octavio Paz. Según Pere Gimferrer: la poesía de Paz encarnaba como pocas aquello que, en el momento presente, podía justificar aún la existencia misma de la poesía como género literario. Hablo de una doble justificación: estética y moral. Hablo, pues, de una razón de ser.

Viento entero (1965) fue escrito en Nueva Delhi, India, y es considerado un poema central en la obra de Octavio Paz, quien lo escribe alrededor de sus 50 años: “Le agarra como en la mitad de la vida, es un poema de amor, pero al mismo tiempo es un poema donde irrumpe la historia, como suele suceder en los poemas de Paz. La experiencia en la India, cambia su manera de ver y pensar el mundo, cambia su manera de escribir poesía”, explica Trujillo.

Blanco (1967), poema especialmente original desde sus inicios, está impreso a dos tintas y dividido en dos columnas que permitían lecturas diferentes del texto. En el poema abundan las huellas dejadas por la intertextualidad. La central aborda el tránsito desde el silencio: del blanco al blanco, pasando por cuatro estados asociados a cuatro colores (amarillo, rojo, verde y azul), que corresponden a los elementos fuego, agua, tierra y aire.

La columna de la izquierda es un poema erótico. La de la derecha, una composición que consta de cuatro variaciones sobre la sensación, la percepción, la imaginación y el entendimiento. Atributos humanos estos  con los que, a su vez, se  corresponden los cuatro  elementos.

En diciembre de 2011, Conaculta presentó la aplicación para iPad del poema Blanco, de Octavio Paz. La versión multimedia nace con vocación universalizadora de la expresión artística.

En una hoja suelta insertada en el libro, se señalan distintos métodos de lectura posibilitados por la distribución de los versos. José Miguel Oviedo advierte que, a partir de la edición de Salamandra en 1962, se inicia una nueva etapa en la obra de Paz, donde el poeta “descubre la otra dimensión de la poesía: la espacial, que supone un distinto arreglo del texto ante los ojos del lector para explorar las posibilidades que se crean cuando se presenta el poema como algo visible, además de legible.

Paz publicó otras obras en las que seguía explorando la poesía como un arte sonoro, escrito y visual.

Discos visuales, con Vicente Rojo (1968). Octavio Paz colaboró con artistas visuales, empezando con el primer proyecto compartido entre dos personas que iban a emprender muchos otros trabajos colectivos a lo largo de sus respectivas carreras: Paz y Vicente Rojo, con Discos visuales.

La obra consiste de una funda, en forma de carátula de un elepé, que contiene cuatro discos. Cada uno está formado por dos círculos de cartón conectados en el centro por un ojete. La capa superior de cada disco contiene aberturas. La rotación de la cartulina de arriba permite ver el texto impuesto en la capa inferior cuando se alinean los dos cartones en distintos puntos. Los discos se giran en el sentido de las agujas del reloj y según los números ascendentes que aparecen en cada ventana.

«Mi proyecto introduce un elemento de movimiento que la poesía concreta generalmente no tiene; al mismo tiempo, evita caer en la imagen a la manera surrealista. Otra característica que los distingue tanto de la poesía concreta y del surrealismo como del cine: la intervención, así sea mínima, del lector.»

Ladera este (1962-1968) (1969) recoge todos los poemas que Octavio Paz escribió durante los seis años que vivió en la India. Estos poemas, de los más intensos del autor, muestran las impresiones, observaciones y sentimientos del poeta ante un mundo insólito.

Topoemas (1971). Palabra compuesta de topos (del gr. topos, ‘lugar’) + poemas. es otro lugar de encuentro entre versos escritos y representaciones pictóricas. Son seis poemas visuales. Poesía espacial, que surgió a partir de su deseo por huir del tiempo, por oposición a la poesía temporal, discursiva. Recurso contra el discurso. Es una poesía metafísica, en la que además de signos lingüísticos se incluyen signos visuales. Se más importancia al poder sugerente y expresivo de las imágenes plásticas, o a los símbolos esotéricos.

Renga (1972), poema escrito en colaboración con el francés Jacques Roubaud, el italiano Edoardo Sanguineti y el británico Charles Tomlinson. Atraídos por la idea de la creación colectiva y olvidando por un momento la noción individualista de autor, estos cuatro poetas ensayan con una forma canónica de poesía japonesa llamada renga (literalmente “poemas encadenados”) Esta forma se desarrolló mucho en Japón entre los siglos VIII y XV. Los poetas se reunieron durante cinco días, a comienzos de abril de 1969, en el sótano del hotel Saint-Simon el distrito VII de París, para encadenar no tankas ni haikus sino cuatro secuencias de siete sonetos. Y lo hicieron en las cuatro lenguas maternas de cada uno de ellos. El resultado: una obra única en el doble sentido del término, un cuarteto cuatrilingüe cuya riqueza y dificultad han desalentado a las voces críticas.

El mono gramático (1974) es un híbrido textual (entre ensayo y poema en prosa), donde la puesta en práctica del lenguaje no puede distinguirse de la teoría del lenguaje.

Un hombre recorre un camino en dirección a la ciudad de Galta, muy próxima a Delhi. A lo largo del viaje el hombre conocerá a personajes tan increíbles como los propios mitos indios; sorteará los vericuetos de la naturaleza; y asistirá al esplendor de impresionantes construcciones y de un paisaje que le traerá recuerdos de alguna ciudad del sur de España o de México. El lector tropezará sobre todo con las metáforas, oposiciones, contrasentidos y juegos de palabras sobre los que invita a pensar Octavio Paz con su habitual lucidez. Comienza con la frase: “Lo mejor será escoger el camino de Galta.”  En esta obra Octavio Paz acude a la literatura clásica de la India para cuestionar las insuficiencias del lenguaje.

El Rey de los Monos llevó a China la sabiduría sánscrita que desembocaría en el budismo zen, familiar a Paz. El texto de El mono gramático es una composición inspirada en el Sarga IX del “Sundarakanda” que lleva por título “Hanuman inspecciona el gineceo”.

«Paz deja que sus felinos sentidos interiores jueguen y corran en libertad sin dejar de ser fiel a la constelación de sus obsesiones. Las veintinueve estancias en que está compuesto el libro parecen escritas como variaciones de un puñado de frases insistentes. El libro da la impresión de haber sido transcrito después de una experiencia singular en la cual la escritura, la flora, la meteorología, el mundo interior y el espacio exterior aparecen unidos por una yedra subyacente de etcéteras. En el centro de ese bosque de signos se abre un claro y en el centro del claro vibra una pregunta incesante en torno al decir, a la posibilidad de decir, las cuestiones perennemente planteadas, evadidas y pendientes se estremecen como hojas que cuelgan de los árboles: son las preguntas que Buda mismo elude responder y que alimentan o deslindan la orilla de este cráter textual que es El mono gramático. En él se dibuja la figura de un poeta cuya canción son las preguntas y cuya casa son las palabras que lo inventan a él y a su doble Esplendor, quien es también un personaje de Valmiki.

El poeta dice que ha hecho de Hanuman, el “mono gramático”, una de sus figuras tutelares: “en todo el diccionario no hay una sola palabra sobre la que reclinar la cabeza, todo es un continuo ir y venir de las cosas a los nombres a las cosas”. De ahí la importancia de establecer un “catálogo de un jardín tropical” como el que este avatar-lector mexicano de Valmiki y Hanuman recoge en el octavo capítulo de su obra. El bosque recreado por Paz trae a la memoria la voracidad léxica de Saint-John Perse. El mono gramático se presenta en la obra de Octavio Paz como una cima y un testamento, un pliego de mortaja, una herencia y un ritual que el poeta eleva como un sacrificio a esa figura cuyo sol lo hermana y lo devora y lo hace capaz no solo de descifrar el sentido oculto de las escrituras sino de hundirse en ellas con todo y sombra, con todo y Esplendor.» [Adolfo Castañón]

«Al empezar como una narración, el libro parece primero describir el camino que siguieron Paz y su esposa para visitar las ruinas de Galta, cerca de Jaipur, en el Rajastán, donde se encuentran antiguos palacios y templos, entre los cuales hay uno dedicado a Hanuman, el dios-mono al que remite el título. Pero los siguientes capítulos hacen alternar evocaciones del entorno inglés del autor, que está escribiendo en Cambridge, con escenas eróticas dedicadas al personaje de Esplendor, pasajes inspirados en el Ramayana, descripciones de cuadros insertos en el libro, reflexiones más explícitamente metapoéticas, y constantes regresos al camino de Galta.

El punto de partida de El mono gramático es una visión profundamente pesimista frente al lenguaje, propia de la literatura moderna, propensa a cuestionar su propio material lingüístico. Esta preocupación se centra, más precisamente, en las capacidades analógicas del lenguaje frente a la realidad, y se traduce por distintas dificultades expresivas. El tema del lenguaje como doble del mundo es una fascinación constante para Paz.» [Penélope Cartelet]

Pasado en claro (1975) es un largo poema que unifica el ser y el no ser en un instante intemporal, tentativa de evocar vivencias de su infancia y adolescencia en un espacio mental, donde la memoria involuntaria inventa el pasado. Poemas recientes escritos en la década de los setenta."

Vuelta (1976) es un libro de poemas del tiempo hecho verbo que se abre y se cierra revelándose en un instante único y diverso. Es un libro donde los poemas que lo componen no presumen una unidad temática, pues es la vuelta, el mirar, el ver constante del poeta lo que se celebra y da unidad al libro. Su ver y palpar como el aliento que impulsa su creación.

«Vuelta no es el libro de ocasión donde el poeta aprovecha para dar cuenta de su regreso a su ciudad y cuanto ello pudiera implicar en su recuerdo. Vuelta es el libro de la imantación, donde sus poemas convocan el suceder como un tiempo presente, empero un “presente intocable”, de raíces “escritas por el sol”.  Siempre en las ascuas del hallazgo, “la memoria y sus moradas” inéditas.» [Omar Castillo]

Air Born / Hijos del aire (1979), poemas de Octavio Paz, escritos en colaboración con Charles Tomlinson.

Poemas (1935-1975) (1979). «Los poemas son objetos verbales inacabados inacabables. No existe lo que se llama versión definitiva: cada poema es el borrador de otro, que nunca escribiremos... pero hay por poetas precoces que pronto dicen lo que tienen que decir y hay poetas tardíos. Yo fui tardío y nada de lo que escribí en mi juventud me  satisface; en1933 publiqué una plaquete, y todo lo que hice durante en los 10 años siguientes fueron borradores de borradores. Mi primer libro, apareció en 1949: Libertad bajo palabra. En 1960 se publicó, con el mismo título, un tomo que reunía mis trabajos poéticos desde 1935 hasta 1957. Se ha editado varias veces y es el origen de este volumen. La reimpresión de 1967 fue una edición corregida y aligerada: modifiqué muchos poemas y suprimí más de 40. Algunos aprobaron el rigor, otros lo lamentaron. Ahora, con la misma dudosa justicia, he indultado a 11 de los condenados. Repito lo que dije entonces: este libro no es una selección de mis poemas. Si lo fuera, habría desechado sin remordimiento muchos otros más. La selección la hará el tiempo. Ya se que es un juez ciego y guiado por otra ciega: la casualidad. No importa: a lo largo de los años, a sabiendas de la inutilidad de mis esfuerzos, he corregido una vez y otra vez mis poemas. Homenajes a la muerte del muerto que seré. Los escrúpulos me han llevado a eliminar, rehacer y corregir mis poemas, me han impedido también recoger los de mi adolescencia, con la excepción de los cuatro primeros de Puerta Condenada. Equidistante de la antología y de las poesías completas, este libro reúne mi obra poética - mía tanto como del tiempo y sus accidentes. En la primera edición me incliné por una división en la que atendí, más que a la cronología, a las afinidades de tema, color, ritmo y tono. En la segunda procuré ajustarme con mayor fidelidad a las fechas iniciales de composición. En esta nueva edición el criterio predominante ha sido el cronológico. Triunfo final de la memoria, quiero decir: de la vida, sobre la estética.» [Octavio Paz]

Árbol adentro (1987): Creció en mi frente un árbol. / Creció hacia dentro. / Sus raíces son venas, / nervios sus ramas, / sus confusos follajes pensamientos.

Figuras y figuraciones (1999), con Marie José Paz. Es un diálogo profundo e intenso entre arte y poesía, una unión entre la palabra y la imagen que nace de la admiración del gran poeta por la obra de Marie José Paz, con quien compartió los últimos treinta años de su vida. A cada uno de los collages de Marie José Paz está dedicado un poema que recrea su universo plástico. Los pequeños objetos de Marie José, de profunda y delicada esencia onírica, son las figuras que alimentan el sentimiento del poeta.

Obra poética (1935-1988) (1990) recoge en parte los tomos XI y XII de la primera edición de las Obras completas, publicados, respectivamente, en 1996 y 2003. Se conservan aquí los preliminares y se disponen como introducciones consecutivas en dos partes con el título de «Preliminar». En esta edición también se reproducen los poemas que se recogieron como novedad en las dos ediciones sucesivas de las Obras completas.

EnsayoS

El laberinto de la soledad (1950) es el reflejo de las preocupaciones de su autor en torno al mexicano, su sicología y su moralidad. En esta obra, busca los orígenes y las causas del comportamiento del mexicano tanto individualmente como en lo colectivo, así como su forma de afrontar y desafiar al mundo; búsqueda que desemboca en el inconsciente como origen y causa de su conducta. El propósito de esta obra es encontrar una identidad para los mexicanos; el argumento central del autor es que los acontecimientos históricos tienen una influencia significativa en los sentimientos de pesimismo e impotencia que predominan en la mentalidad mexicana.

El laberinto de la soledad parte de una opinión trágica e irrevocable: en el ser mexicano está presente, aun después de muchas generaciones, el hecho de que se trata de un pueblo surgido de una violación. Dice Octavio Paz: "En todas sus dimensiones, de frente y de perfil, en su pasado y en su presente, el mexicano resulta un ser cargado de tradición que, acaso sin darse cuenta, actúa obedeciendo a la voz de la raza..."

En esta obra, Octavio Paz realiza un análisis de la psicología y actuar del mexicano a través de las etapas históricas más sobresalientes; la conquista y la colonia, la reforma, la revolución y la época contemporánea, señala que el mexicano, una vez consumada la conquista, se encuentra huérfano, teniendo que volver a la naturaleza para llenar ese vacío generado por la destrucción de sus dioses, sus templos, su creencia; su ser. El mexicano no adopta al Dios traído por los españoles, se deja adoptar por él.

«Nuestra actitud vital también es historia. Quiero decir, los hechos históricos no son el mero resultado de otros hechos, sino de una voluntad singular, capaz de regir dentro de ciertos límites su fatalidad.» [Octavio Paz]

Ante los conflictos de la civilización occidental, Paz intenta restituir la individualidad histórica del mexicano y de la nación mexicana. Todo el material que aportó Paz para este libro sirvió para las interpretaciones sociológicas posteriores sobre la identidad. En “Los hijos de la Malinche”, analizó la figura de la presunta traidora que ayudó a Hernán Cortés como traductora en la conquista de México.

El arco y la lira (1956). En este texto Paz expone que el hombre en su evolución o progreso es una construcción del lenguaje, como sistema de pensamiento, de creación, porque es eso lo que nos diferencia, nos hace construir y elaborar lo que somos: “Hombre, árbol de imágenes, / palabras que son flores que son frutos que son actos”. Este libro es una demostración del conocimiento de la técnica de Paz para escribir poesía, similar a las que en su tiempo ofrecieron Edgar Allan Poe en Filosofía de la composición (1846) y Ezra Pound en El ABC de la lectura (1934).

Las peras del olmo (1957) “El hombre es el olmo que da siempre peras increíbles” (Octavio Paz). En este libro Paz sondea una gran variedad de temas: entre lo regional (mexicano) y lo extranjero (japonés); entre la literatura, la pintura, la critica de cine y un vistazo a los movimientos que marcaron el siglo XX, como el surrealismo.

Cuadrivio (1965) Cuadrivio reúne cuatro ensayos sobre cuatro poetas: Rubén Darío, Ramón López Velarde, Fernando Pessoa y Luis Cernuda. Para Octavio Paz, los cuatro subrayaron su disidencia y su creación fue también crítica, ruptura con el lenguaje, la estética o la moral de su tiempo. Sus obras están selladas por la voluntad de ser diferentes, y por esa ruptura con la tradición inmediata vienen a constituir precisamente una tradición de la ruptura (la tradición de nuestra poesía moderna).

Los signos en rotación (1965) fue añadido como colofón a la edición de El arco y la lira de 1967 y escrito expresamente para responder a algunos aspectos de ese libro que inicia una honda meditación sobre el sentido de la poesía.

«En 1964 escribí medio centenar de páginas que llamé Los signos en rotación. El editor anunció el folleto como un “manifiesto poético”. No sé si realmente lo haya sido. Sé, en cambio, que fue una tentativa por esclarecer la manifestación de la poesía en nuestro siglo, su aparición como un signo errante en un tiempo también errante: este tiempo que acaba y ese tiempo, aún sin nombre, que ahora comienza. Vi a la poesía como una configuración de signos. Y la figura que trazaba era la de la dispersión. Poema: ideograma de un mundo que busca su sentido, su orientación, no en un punto fijo sino en la rotación de los puntos y en la movilidad de los signos.» (Octavio Paz)

Puertas al campo (1966). «A medida que pasa el tiempo me parece más cierto que la creación artística requiere temple moral. Y hay un momento en que el poema interroga al poeta, el cuadro contempla al pintor. Ese momento es una prueba: aunque podemos traicionar a nuestras creaciones, ellas nunca nos traicionarán y siempre nos dirán lo que somos y lo que fuimos». (Octavio Paz)

Corriente alterna (1967) es un libro de ensayos estructurado con una trabazón y una continuidad extremadas, sólo puede ser debido a la preocupación del autor por los acontecimientos de un presente que no deja que las raíces del futuro sean evidentes y, por lo tanto, hay que buscarlas y examinarlo todo paso a paso, cosa a cosa, pensamiento a pensamiento. Paz se permite reflexionar y dar a conocer sus pensamientos sobre la revuelta, la rebelión y la revolución en el mundo contemporáneo a través de ensayos breves.

Claude Levi-Strauss o El nuevo festín de Esopo (1967) es agudo análisis del pensamiento de Lévi-Strauss por una figura imprescindible de la literatura contemporánea: «La lectura de Lévi-Strauss me descubrió tantas cosas y despertó en mí tales interrogaciones que, casi sin darme cuenta, hice algunos apuntes. Este texto es el resultado de mi lectura.» Con estas palabras Octavio Paz emprende una lúcida reflexión sobre la obra del prestigioso antropólogo francés.

Marcel Duchamp o El castillo de la pureza (1969; edición ampliada: 1973). A juicio de Paz, el lenguaje del arte es analógico, o sea, encarna una visión del mundo que reconoce la relación de correspondencias existente entre todo lo que es. Asimismo, el poeta alude a vasos comunicantes que incluyen el encuentro entre las culturas y entre el pasado y lo actual; encuentro siempre inconcluso que se asume en la exuberancia y el carácter enigmático de la existencia y del universo.

Conjunciones y disyunciones (1969). En esta obra, Paz despierta la curiosidad de críticos y aficionados a la literatura a través de diversos planteos enfocados a establecer vínculos de unión y separación de los signos cuerpo y no cuerpo dentro del contexto cultural y religioso de diferentes civilizaciones. El signo cuerpo refiere a aquella realidad que se ha dado a conocer bajo el concepto de materia, naturaleza o sustancia tangible, mientras que el no cuerpo está asociado al espíritu, la mente y el arte.

Posdata (1970), continuación de El laberinto de la soledad.

El signo y el garabato (1973). Esta obra está compuesta de dieciocho ensayos clasificados dentro de cuatro temáticas: la modernidad y sus desenlaces, teoría y práctica de la traducción, acercamientos al Este y fundación y disidencia. El contenido de esta obra es muy didáctico. Los temas más tratados son: literatura, traducción, poesía y el arte pictórico. El elemento común entre todos estos temas es el lenguaje, ya que es a partir de el que se puede hablar de lo demás, ya que todo se da en el lenguaje. La palabra garabato alude a la muerte: que es un signo no solo indescifrado sino indescifrable y, por tanto, in-significante. «La presencia se oculta a medida que el sentido se disuelve» (Octavio Paz).

Los hijos del limo (1974) analiza la modernidad literaria en el siglo XX a través de las obras más relevantes de poetas de distintas tradiciones y ahonda en los procesos culturales según el contexto de cada época. Rescata autores olvidados por la tradición, como William Blake, y reivindica el valor de las vanguardias artísticas. La enorme capacidad de síntesis de Paz abarca gran cantidad de períodos históricos y los expone, en apenas 150 páginas, con insuperada claridad.

La búsqueda del comienzo. Escritos sobre el surrealismo (1974). En esta obra Paz reúne sus juicios sobre el surrealismo. «He encontrado en el surrealismo la idea de rebelión, la idea del amor y de la libertad en relación con el hombre» (Octavio Paz).

Es conocida la deuda de Octavio Paz con el surrealismo y particularmente con Breton. En su adolescencia hizo una lectura del quinto capítulo de L’amour fou de Breton: “Fue un arte de amar no a la manera trivial del de Ovidio, sino como una iniciación a algo que después la vida y el Oriente me han corroborado: la analogía o, mejor dicho, la identidad entre la persona amada y la naturaleza”.

«Paz rechazó la escritura automática, porque no era una forma de escribir, sino un ejercicio psíquico; pero aprobaba la idea de que era una manera de destrucción sistemática del ego, de la objetivización del sujeto. ¿Qué quiso decir con esto último? Dicha actitud también la trasladó a la hipnosis, a los récits oníricos, a los poemas-objetos, a los juegos colectivos. Afirmó que muchos de los textos surrealistas no eran sino “textos psicológicos”. En cuanto a la relativa indiferencia ante las exploraciones surrealistas de la locura o el humor negro, Paz no compartía la pasión por las coincidencias, los encuentros casuales, los trouvailles; sin embargo, su proximidad a Breton lo llevaba a afirmar que el amor erótico era regenerador, que la mujer era la respuesta al enigma o la mediadora y que la poesía era la clave para los problemas de la vida.» [Juan Carlos Rojas Fernández]

Xavier Villaurrutia en persona y obra (1978), agudo estudio de la obra de este autor.

El ogro filantrópico (1979). Una parte de este libro está compuesta por distintos ensayos acerca de la situación mundial, desde la revuelta erótica de Occidente hasta la crisis de los regímenes socialistas. La sección final examina las relaciones entre el escritor y los poderes de nuestro mundo. El crecimiento monstruoso del Estado, el ogro filantrópico, es simultáneamente causa y expresión de nuestros males. Pero a la universalidad de las tiranías corresponde -responde- la universalidad de la rebelión. Los disidentes son la nobleza y el honor de nuestro tiempo. Todo puede cambiar -si hay almas que resisten.

«Los liberales creían que gracias al desarrollo de la libre empresa florecería la sociedad civil y, simultáneamente, la función del Estado se reduciría a la de simple supervisor de la evolución espontánea de la humanidad. Los marxistas, con mayor optimismo, pensaban que el siglo de la aparición del socialismo sería también el de la desaparición del Estado. Esperanzas y profecías evaporadas: el Estado del siglo XX se ha revelado como una fuerza más poderosa que la de los antiguos imperios y como un amo más terrible que los viejos tiranos y déspotas. Un amo sin rostro, desalmado y que obra no como un demonio sino como una máquina. Los teólogos y los moralistas habían concebido al mal como una excepción y una transgresión, una mancha en la universalidad y transparencia del ser».  [Octavio Paz: El ogro filantrópico]

In-mediaciones (1979) reúne ensayos de los años 70 sobre temas de arte y literatura mexicanos, centrados en el arte que vive al margen de las corrientes en boga.

Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982). Este ensayo monumental, extenso y preciso conjuga la vida de una persona, Inés de Asbaje, con la historia de México. La figura de la monja mexicana siempre fue de su predilección, y en este texto nos muestra el recorrido de Sor Juana tanto a nivel espiritual como literario. Octavio Paz rebate en esta obra la interpretación que biógrafos y críticos religiosos, como Alfonso Méndez Plancarte, han establecido acerca de la relación entre vida y obra de Sor Juana. No es una autora religiosa y mucho menos mística, tampoco debe ser tomada por una poetisa moderna que vierte en su obra sus vivencias subjetivas. Se trata de una autora barroca en la que la experiencia personal se transmuta en un conjunto de artificios establecidos por una tradición canónica. El arte barroco separa al máximo al autor y su obra, por lo que es ajeno a la actitud romántica. "El poema barroco -escribe Paz- no es un testimonio sino una forma verbal (...) la reiteración de un arquetipo y la variación de un tema heredado".

Tiempo nublado (1983) es un libro de perfil ensayístico sobre la política internacional. Una primera parte concluye con conceptos aleccionadores a modo de alegoría moral y otra que apunta a plasmar el debate ético del autor. Las crisis de la democracia imperial de Estados Unidos, la revuelta de los particularismos, el modelo moderno y sus consecuencias sociales, la multiplicación de las ortodoxias ideológicas y la relación existente entre América Latina y el sistema democrático son algunas de las cuestiones que Paz ha tratado también en otras obras.

Sombras de obras (1983). Una cita de Demócrito da título a esta amplia compilación de artículos, ensayos y comentarios sobre temas de arte y literatura escritos en los últimos años por Octavio Paz. En palabras del propio autor: «Entre los hechos y las cosas están las hechuras, las cosas hechas por el hombre: las obras. Nuestros comentarios y reflexiones ante una obra de arte, ¿qué son sino sombras?» Los temas aquí neunidos van desde los poetas de Laurel hasta Quevedo y Apollinaire, desde Cernuda hasta Onetti, Chillida, Efraín Huerta o Milosz.

Hombres en su siglo y otros ensayos (1984).

«Los intelectuales que se llaman así mismos de izquierda -una denominación que ha dejado de tener un sentido preciso- son insensibles a estos argumentos. En cuanto un hecho desmiente sus esquemas simplistas, mueven la cabeza, sonríen y acusan de «empirismo» a sus opositores, ciegos «ante la complejidad del tejido social e incapaces de pensar los fenómenos sociales como totalidades». Verborrea y suficiencia. Es como si un tejedor, por amor a la geometría de su diseño, se empeñase en no ver los agujeros de su tejido. Las teorías sirven para explicar los hechos, no para escamotearlos. Tampoco para sustituirlos por entelequias ideológicas. Cuando los hechos desmienten a las teorías, hay que abandonarla o modificarla. Esto es lo que no han hecho esos intelectuales.» (Octavio Paz)

Pasión crítica (1985): conversaciones con diversos interlocutores.

Primeras letras: 1931-1943, colección de sus prosas de juventud (1988)

Pequeña crónica de grandes días (1990). Contribución a la comprensión de las vertiginosas transformaciones de nuestro tiempo, esta colección de artículos de Octavio Paz reúne al poeta con el visionario y al crítico de la política con el apasionado de la libertad.

La otra voz. Poesía y fin de siglo (1990). Para Octavio Paz la poesía es la voz de la tribu, la única arma que puede salvar al mundo del tedio, el asedio tecnológico y el vacío.

Convergencias (1991). El libro se abre con "La búsqueda del presente", el discurso que leyó ante la Academia Sueca en 1990. En él Paz define la modernidad, pero desde un lugar múltiple, más allá de la historia como quien escapa a los acondicionamientos culturales del presente. Y al definir la modernidad compromete en ello una tentativa por ver en ella, más que una realidad, un espejismo, "un haz de reflejos" que llevan a una real búsqueda del origen. Los siete textos sobre poetas y pintores modernos y los dos sobre temas culturales, emprenden un viaje por una geografía cultural amplia y diversa

Al paso (1992) reúne textos escritos durante los últimos años sobre distintos temas literarios y artísticos.

Un más allá erótico: Sade (1993). Octavio Paz establece los límites de la filosofía del Marqués de Sade. Lo que con el tiempo quedará de Sade no son sus descripciones monotemáticas, sus inventarios de perversiones sexuales, hoy sin ningún atractivo, sino su filosofía de lo erótico, de lo sensual; su búsqueda del más allá de la agresión que existe en cada acto erótico. Y Paz acude a la naturaleza de lo sexual y de lo erótico, a la naturaleza de la naturaleza y de la cultura, para por ahí entrar a la esencia de un más allá que aún el hombre, con Freud y sin él, con los trágicos griegos, no puede descifrar.

«El erotismo no es solo transgresión sino representación. Violencia y ceremonia: caras opuestas y complementarias del erotismo. El erotismo es algo más que violencia y laceraciones. Más exactamente: algo distinto. El erotismo pertenece al dominio de lo imaginario, como la fiesta, la representación, el rito. El erotismo es lenguaje, ya que es expresión y comunicación; nace con él, lo acompaña en su metamorfosis, se sirve de todos sus géneros –del himno a la novela– e inventa algunos. El erotismo es una simple imitación de la sexualidad. Es su metáfora.» (Octavio Paz)

La llama doble. Amor y erotismo (1993) es un ensayo escrito por Octavio Paz tres años después de que su autor recibiera el Premio Nobel de Literatura. La temática del erotismo, que aparece ya en los primeros escritos de Paz, queda consagrada en este ensayo. Paz explora la relación entre sexo e historia, erotismo y amor. En este ensayo aparece uno de los mejores análisis del soneto “Amor constante más allá de la muerte” de Francisco Quevedo, poeta español del Siglo de Oro.

«Según el Diccionario de Autoridades la llama es "la parte más sutil del fuego, que se eleva y levanta a lo alto en figura piramidal". El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y éste, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotismo y amor: la llama doble de la vida.» [Octavio Paz]

Itinerario (1993), antologías de textos políticos. Es el relato de sus cambios ideológicos con el paso del tiempo. El premio Nobel de Literatura 1990 fue un revolucionario que se desilusionó de la izquierda. Un polémico pensador que genera debates por el compromiso que plasmó en sus textos.

«El más extenso itinerario, que da título a todo el libro, tiene un carácter autobiográfico, pues es el relato de la evolución de mis ideas políticas. Biografía intelectual pero también sentimental y aun pasional: lo que he pensado y pienso acerca de mi tiempo es inseparable de lo que he sentido y siento.» (Octavio Paz)

Vislumbres de la India (1995) es el primer ensayo que publicó Octavio Paz después de La llama doble. Si en esta última, Paz había atendido a la relación entre amor y erotismo y a su significado último, en Vislumbres de la India llevó a cabo una recapitulación no solo de su periodo de residencia continuada en dicha nación ―ante la que fue embajador desde 1962 hasta 1968― y sus viajes anteriores y posteriores a ella, sino también de la huella cultural, artística, política y filosófica que la India ha dejado en su vivencia, y, más allá o más acá de ello, un examen de qué cosa sea en sí la India.

Una India vivida en cuanto experiencia personal; una India examinada en su complejidad nacional, religiosa e histórica. Un reto para el lector occidental: al ampliar nuestro horizonte mediante la presentación de una realidad tan distinta como la del inmenso país, nos incita también a ahondar en la fértil discrepancia entre nuestra visión del mundo y las que ahí imperan, a trazar analogías o a perfilar contrastes que, al subvertir nuestra rutina, pueden acaso permitirnos ver en nuestro entorno fecundas posibilidades latentes. El diálogo con la India es así, en la lúcida y diáfana prosa de Octavio Paz, también un diálogo con la condición humana.

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