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Resumen de los siglos XVI y XVII (comp.) Justo Fernández López Historia de la literatura hispanoamericana
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Resumen de los siglos XVI y XVII
de la literatura hispanoamericana
En los escritos de Colón vemos cómo en su mente la realidad americana tiene una imagen desdoblada: la Naturaleza presentada bajo los signos de alegría, inocencia y felicidad en contraste con la realidad pragmática posterior, una imagen puramente mercantil y sin idealismo.
La constante de las Crónicas de Indias era el protagonismo de los hechos, una actitud existencial: los autores aprecian más la transmisión de la noticia vivida, de la realidad vivida, la acción misma, la grandeza de los hechos heroicos y las maravillas del Nuevo mundo.
El fondo polémico de carácter ético-didáctico será una constante de la literatura americana que emana del problemático fondo social en que se inscribe. La pervivencia del fondo didáctico y un fundamental sentido polémico son las constantes en torno al año 1570, un proceso muy característico de vinculación y de integración en la naturaleza y las nuevas gentes indígenas americanas. El conquistador se va haciendo a las tierras americanas, las va integrando.
La sensibilidad barroca criolla del siglo XVII
En este siglo se nota una creciente tendencia depresiva en el nivel económico y se producen cambios sociales de estructura: acentuación de la estratificación social basada en el dinero (surge una aristocracia de hacendados, herencia de la institución de la encomienda). La invluencia de la Compañía de Jesús aumenta, extendiendo por toda América el espíritu de la Contrarreforma.
El Barroco americano lleva en sí fuerzas altamente revolucionarias en lo social y lo espiritual, sin embargo, no aspira a una subversión. Uno de los aspectos más paradójicos del Barroco es que acentúa lo individual y, al mismo tiempo, aparece el elemento comunitario.
La novedad del Barroco americano es la aparición de la prosa en un paisaje interior vinculado al hombre americano. Cuando en el último tercio comienza a acentuarse la competencia internacional por América, junto con la decadencia española (reinado de los llamados “reyes débiles” en el siglo XVII), se impone en América la idea de la “defensa” y se impone el “personaje americano”.
La identidad del “hombre americano” comienza a través de los personajes y no de las ideas. Comienza el inconformismo criollo en Sor Juana Inés de la Cruz, Carlos Sigüenza, etc. Es una nueva generación que se plantea la realidad vital e intelectual desde una instancia básicamente crítica, que protesta contra los valores convenidos y que, en constante tensión, señala ideas propiamente hispanoamericanas respecto a la literatura, la ciencia, la religión y la sociedad.
características del Barroco
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, la palabra “barroco” viene del del francés “baroque”, y este resultante de fundir en un vocablo Baroco, figura de silogismo, y el portugués “barroco”, perla irregular. El Barroco significa eso, joya, adorno, lujo, esplendor que evita la regularidad monótona de las normas clásicas del Renacimiento y se explaya en movimiento, acción, voluntad, retorcimiento, luces y sombras, en un afán de novedosidad, “ingenio” o artificio frente al “genio natural” renacentista, artificiosidad frente a naturalidad, originalidad ingeniosa frente a genialidad natural.
Se ha llamado al Barroco, en oposición al Renacimiento, la decadencia del Renacimiento. Para otros autores, el Barroco es la cumbre y perfección del Renacimiento. Para otros la palabra “barroco” deriva de la figura lógica “baroco” en el sentido de extravagante, excéntrico, raro. Cuando se identifica con la Contrarreforma, se piensa en una Contrarreforma católica opuesta al Renacimiento pagano. La Reforma protestante, sobre todo el Puritanismo, eran enemigos del Renacimiento alegre y optimista, confiado en la naturaleza. Los países meridionales (primero Italia, luego España y después Francia) son los países más ricos en el Renacimiento artístico.
El Barroco siguió a la Contrarreforma en un sentido de arte didáctico: llevar la fe al pueblo de forma sensible, “mover, excitar, hacer sentir”, es una manera de “meter la fe y las verdades cristianas por los ojos”, hacer sensible la presencia de las verdades de la fe y del dogma que negaba la Reforma protestante, solo basada en la palabra de la Biblia y en el juicio personal.
El Barroco comienza por las iglesias y sigue luego por los palacios, jardines particulares, etc., sobre todo cuando pasa en Francia de Luis XV a Rococó. El Barroco tanto europeo como americano (iglesias coloniales americanas) tiene rasgos comunes que dan unidad al movimiento: intensidad, fuerza, tensión y dinamismo. En arquitectura representa el paso de la línea recta del Renacimiento a la curva y voluta del Barroco.
En la decadencia de la Contrarreforma hay una tensión entre paganismo y cristianismo ético, entre sensualidad renacentista y sobria austeridad remanente de la Edad Media (ejemplo son las vidas de los santos de la Contrarreforma). Hay una búsqueda de la fuerza y el poder de la materia: sea piedra, sean las palabras en literatura.
Así como el Renacimiento no significó una ruptura con el Cristianismo medieval, sino que fue más culminación del humanismo medieval iniciado con Boecio y Casiodoro; tampoco el Barroco es negación del Renacimiento, ni su ocaso, sino cumbre esplendente.
Para el filósofo Ortega y Gasset, el siglo XVI es siglo de “inquietud parturienta”, pero inquietud, contenido por la racional armonía de lo clásico, estalla en el siglo XVII con la ruptura de los frontones, el retorcimiento de las líneas y espirales, abundancia de ornamentos superfluos, movimiento y contraste de luces y sombras, rotura del equilibrio. La claridad renacentista da paso a un nuevo estilo con complejidad misteriosa preñada de tensiones dramáticas. Es un mundo donde las bóvedas pintadas “dan la sensación” de profundidad del cielo; es el siglo del infinitismo (invención en matemáticas del cálculo infinitesimal).
El racionalismo del XVII francés tiene sus raíces en el Barroco, amante del “sistema”. El capricho voluntarioso que comienza la revolución de la novedosidad frente a lo clásico cambia hacia un “voluntarismo de la razón”. Es la época de la búsqueda de un sistema filosófico basado en ideas “claras y distintas”, contundentes: “Pienso, luego existo”, dirá Descartes.
La cosmografía y la física se racionalizan: leyes astronómicas de Kepler, Galileo y Newton. La filosofía se racionaliza en Descartes a base de matemáticas. Con Boyle se pasa de la alquimia a la química racional y científica. Linneo sistematiza la anatomía. La técnica descubre los instrumentos de observación y medida: el termómetro, el telescopio. La antropología elabora el sentido renacentista de la “dignidad humana”. El filósofo Francisco Suárez, jesuita granadino, funda la democracia en la dignidad del hombre. En este principio del “derecho de gentes”, ya sostenido en el siglo XVI por Vitoria, se fundan las Leyes de Indias. Murillo y Velázquez hallan la misma dignidad de su sujeto de arte en el rey y el mendigo, el príncipe y el bobo, la infanta y el monstruo, el caballero y el borracho.
El capitalismo, surgido del puritanismo calvinista, establece una economía dinámica basada en la voluntad y trabajo del hombre, en el rendimiento personal. La teología insiste en las tensiones existenciales derivadas del pecado original. El protestantismo ve al hombre como corrompido, el catolicismo intenta que el espíritu domina las fuerzas desordenadas de la concupiscencia.
El siglo XVII es el siglo de las utopías: Campanella, Bacon, Thomas Moore, Vasco de Quiroga, Bartolomé de las Casas, las misiones de los jesuitas en el Paraguay, las llamadas “reducciones” (concentraciones de la población indígena en pueblos de indios para facilitar la evangelización, controlar su producción y permitir el control fiscal).
El Barroco es primero arte (Lope, Góngora, Cervantes, Shakespeare, Quevedo, Calderón, Velázquez), luego física, geometría y matemáticas (Descartes, Pascal), examen racional de las fuerzas de la naturaleza (Newton) y racionalismo metafísico (Leibnitz).
El Barroco en europa e Hispanoamérica
En España, el Barroco se expresa en el tipo español del hidalgo orgulloso y pobre, aventurero o místico. En el gentleman británico, elegante y corsario o pirata. Se transforma en el Rococó de la decadencia en el “honnête-homme” francés que prepara el siglo de las luces, la Ilustración del 1700. Dentro del Barroco los hombres están ya divididos por nacionalidades y religiones: los católicos Bernini, Velázquez, Calderón, Shakespeare, Rubens; los protestantes Rembrandt, Bach.
Estas divisiones han nacido ya en el siglo XVI. Los etilos de vida dividen Europa: los meridionales católicos (Italia, Francia, España) y los protestantes del norte (Inglaterra, Alemania y Flandes).
El Barroco es una época de contrastes y oposiciones, de luchas religiosas y de irreverencias paganas; del místico y del pícaro; del fraile y el encomendero; del cortesano y el pirata. Y de la fusión ciclópea de las culturas europeas en el barro virgen de las razas de América; de la poesía popular y la poesía culturada; de la pasión y de la razón.
En Hispanoamérica el Barroco es recibido natural y espontáneamente por el tipo barroco de los conquistadores y el tipo “barroco” de los descendientes de los mayas, aztecas e incas. El barroquismo del arte maya (en contraste con la pesadez y colosalidad del arte olmeca), del arte azteca y del arte inca.
Se dice que el Barroco nunca se terminó en América, que el “hombre americano” es muy barroco en su manera de expresarse, en su forma de escribir. Se habla mucho del “barroquismo” en la literatura americana incluso contemporánea. No cabe duda de que muchos autores americanos han teoretizado sobre el Barroco y mostrado una predilección especial por esta época.
La arquitectura americana es una expresión exagerada del Barroco de la metrópoli; el Barroco domina el arte de la época colonial.
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