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12-Rococó - Clasicismo - Prerromanticismo

La música en España

(comp.) Justo Fernández López

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Rococó – clasicismo – Prerromanticismo

La era clásica de la música

Historia de francia

En el siglo XVII, parte del Siglo de Oro español, comienza España a decaer como potencia mundial y surge pujante Francia con el Rey Sol, Luis XIV (1643-1715). Con él se establece el absolutismo. Es el siglo XVII el siglo de la hegemonía francesa en Europa. La Iglesia delega los poderes en el rey, que se convierte en su protector. El clero y la aristocracia pierden el poder, aunque conquistan grandes posesiones. El siglo XVII es el Siglo de Oro de la cultura francesa, caracterizado por el clasicismo: Molière, Corneille y Racine.

De 1701 a 1714, tienen lugar en España las luchas por la sucesión al trono de España, tras la muerte de Carlos II sin descendencia. Al final de las guerras de sucesión, Francia vence y sube al trono de España el nieto de Luis XIV, Felipe V. A partir de este momento, España entra en la esfera de la cultura francesa, pero solo en las clases altas e ilustradas (“afrancesados”), pues las clases tradicionales e resisten se resisten al afrancesamiento y comienzan a rehabilitar el folclore, el flamenco y las corridas de toros a pie.

La corte de Luis XIV era una exhibición de grandeza y majestad real. La Regencia del duque de Orleáns del 1715 al 1723, sobrino de Luis XIV, con su boato y Fausto, llevará a Francia, debilitada por las guerras, a la bancarrota. Los derroches de la corona llevaron al Estado a la ruina. El cuadro general era de miseria. La época de la Regencia quedará como modelo de libertinaje y despilfarro en fiestas y saturnales.

En 1723 sube al trono Luis XV, que reinará hasta 1774. Continúa el despilfarro y acaba hundiendo a Francia en el caos. Luis XVI reinará entre 1774 y 1792. Intenta hacer reformas, pero ya es tarde; la burguesía estaba cansada del despilfarro real y pide la palabra. La Revolución francesa del 1789 pone fin al absolutismo. Fue una “revolución de los privilegiados”. Sigue la época imperial de Napoleón I (1804-1814). El Congreso de Viena (1814-1815) restaura la monarquía en la persona de Luis XVIII, que muere en 1824.

Historia de España

Comienza el siglo XVIII con un cambio de dinastía en España: comienzan a reinar los Borbones. “Las Españas” de los Reyes Católico con sus privilegios forales para las diferentes regiones históricas van desapareciendo con la política centralista de los Borbones y su imposición del “Estado moderno”. La España tradicional reacciona rehabilitando el folclore y las diferencias regionales contra el centralismo estatal moderno.

Reyes del siglo XVIII en España

Guerras de sucesión

1701-1714

Felipe V

1714-1745

Fernando VI

1746-1759

Carlos III

1759-1788

Carlos IV

1788-1808

Guerra de la Independencia

1808-1814

Fernando VII

(último monarca español representante del absolutismo)

1808-1833

Del Barroco al rococó

Rococó fue un término utilizado, en un principio, para designar los elaborados ornamentos en materia de decoración e interiorismo empleados en Francia durante el periodo de la Regencia. Galante era el término popularmente utilizado para indicar lo moderno, elegante y sofisticado. En la música, el estilo del rococó estaba asociado a la aristocracia, mientras que el estilo expresivo pertenecía a la clase media y estaba fundado sobre los sentimientos individuales. Ambos lenguajes fueron absorbidos más adelante dentro del clasicismo.

El Rococó representa la reacción francesa a nivel aristocrático y real al absolutismo y ambición de poder de Luis XIV. La aristocracia se tiñe de sensibilidad burguesa y liberal y busca el placer y la naturalidad, lo ligero y gracioso. Es la reacción de la Regencia en Francia a la pompa de Luis XIV. El Rococó significó frente al Barroco lo que el Manierismo frente al Renacimiento, un estilo de disolución y transición de tipo cortesano-minoritario.

Rococó, estilo artístico desarrollado en Europa durante buena parte del siglo XVIII, que coexistió con el barroco tardío y con los inicios del clasicismo. Sus orígenes se encuentran en el ambiente aristocrático y refinado de la Francia del regente duque de Orleans y en el posterior reinado de Luis XV, a finales del siglo XVII. Deriva de la suntuosidad decorativa de la arquitectura del palacio de Versalles y en música se corresponde con el estilo galante. Floreció en Francia entre 1725 y 1775, y sus máximos representantes fueron en Francia François Copetín, Jean Philips Rameal, Louis Claude Vaquen, Johan Schubert, en Alemania Georg Philipp Telemann, Johann Matheson, Carl Philipp Emanuel Bach, en Austria Joseph Haydn y Wolfgang Amadeus Mozart y en Italia con Domenico Scarlatti, Domenico Paradies, Domenico Cimarosa o Rutini, entre otros.

En Francia surge una amalgama de Clasicismo y Barroco, un estilo que es en sí una contradicción: clasicismo barroco. Hacia 1680 se crea una contracorriente contra el clasicismo, no contra las tendencias barrocas, del arte cortesano. “La cuestión de antiguos y modernos” trae el triunfo de la tendencia anticlasicista de la Regencia. El cambio lo da la aristocracia con sus ideas liberales y sentimientos antimonárquicos, y en parte la alta burguesía. Pero según evoluciona el arte de la Regencia hacia el estilo Rococó, adopta el estilo cortesano aristocrático, aunque lleva ya en sí elementos de disolución del arte cortesano.

Hacia 1750, en medio del Rococó, se inserta una nueva reacción: racionalismo clasicista con la intención de destruir el Rococó y su dea de la ligereza, ornamentalidad, etc. El clasicismo racionalista dura de la mitad del siglo a la Revolución de julio. El Rococó representa una especie de afeminamiento del Barroco, un aligeramiento. Es el refinamiento del Barroco, la época de la porcelana y el estilo galante.

Ilustración y racionalismo – sentimentalismo y sensualismo

A la pompa de Luis XIV sigue el dictado del ahorro y la disciplina impuestos por el gusto burgués cansado de trabajar para la corona. La severidad barroca pasa ahora a un estilo más sobrio (clasicismo), del arte total barroco a un arte más sencillo. La ciencia que aparece en el siglo XVII, dio en el siglo XVIII a la gente enorme confianza en el poder de la razón: empirismo inglés y racionalismo cartesiano, junto con la ciencia de Newton. Fe en la ciencia, rotura del monopolio de la enseñanza de la Iglesia, fundación de las sociedades científicas y de las academias. El Siglo de las Luces tiene confianza en el poder de la razón y de la ciencia, duda de las creencias tradicionales y rechaza el oscurantismo. Voltaire y los Enciclopedistas fueron sus propagadores. Pero, por otro lado, el autor más influyente fue Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) con su teoría democrática del poder (El contrato social).

El clasicismo

Dentro de la historia de la música, se conoce como Clasicismo a la etapa que en el resto de las artes recibe el nombre de Neoclasicismo. La diferencia en el nombre se debe a que, mientras que el resto de las artes se inspiran durante este período en modelos de las artes griega y romana, la música carece de dichos modelos. Lo que sí une a la música con el resto de las artes es un afán por lo bello y lo equilibrado.

El Clasicismo surge como resultado de una serie de corrientes musicales que se inician hacia 1740 y que reaccionan contra el estilo barroco, personificado en la persona y la obra de Johann Sebastian Bach, autor que supone la cima y, con su muerte en 1750, el final del estilo barroco. Estas corrientes se basan en elementos de origen muy diverso, tales como la importancia creciente de la ópera bufa italiana, que da un aire totalmente nuevo al espectáculo operístico, la decadencia de la música religiosa, tan importante durante el Barroco, el desarrollo de una actividad concertística pública en ciudades como París y Londres, hecho que conlleva la aparición de un público cuyo gusto hay que tener en cuenta, y la creación de géneros y formas nuevos como la sonata y la sinfonía que sustituyen a los propios del Barroco. El compositor más característico del Clasicismo es Franz Joseph Haydn (1732-1809) quien, a través de una dedicación a la música a lo largo de casi cincuenta años (1750-1801), es testigo y participe de todas las corrientes que llevan del Barroco al Clasicismo pleno.

A partir de todos estos elementos surge, hacia 1760, el Clasicismo propiamente dicho, identificado con la Primera Escuela de Viena, compuesta por el mencionado Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y Ludwig van Beethoven (1770-1827), cuya obra nos introduce ya en el Romanticismo, aunque la huella del Clasicismo sea evidente todavía en compositores románticos tan distintos como Gioacchino Rossini y Franz Schubert.

Clasicismo en música es el lenguaje musical desarrollado por Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven, que se caracteriza por un perfecto equilibrio entre forma y contenido musical. El término clásico se aplica a la música de Haydn y Mozart incluso desde los últimos años del siglo XVIII. Poco después de la muerte de Mozart en 1791, su primer biógrafo observó que sus óperas, conciertos, cuartetos y otras obras eran dignas de alabanza dado que podían escucharse una y otra vez sin que llegaran a cansar. Incluso antes de 1800 se reconocía ya que las obras de Mozart serían objeto de un estudio continuado, por analogía con las obras maestras del arte griego y romano. Durante el clasicismo, el objetivo era alcanzar la universalidad del lenguaje musical.

El Rococó comienza con la muerte de Luis XIV (1715) y sigue dominando hasta mediados de siglo que lo combate el clasicismo; pero sigue latente hasta la Revolución.

El clasicismo tiene dos fases:

Clasicismo rococó (1750-1780)

 

Es un estilo mixto: interiores rococó con fachadas clasicistas. Formas híbridas y eclecticismo, que expresan la estructura de la sociedad: las clases se mezclan, pero interiormente siguen siendo ajenas unas a otras. El Rococó sigue siendo el estilo cortesano (“Luis XVI”), mientras el clasicismo es el arte de la oposición

Clasicismo arqueológico

 

Es un arte más serio y objetivo, contrario al excesivo juego de colores del Rococó. Es la expresión del afán de sencillez y sinceridad, triunfo del nuevo ideal puritano que se opone al hedonismo de la época. Las excavaciones de Pompeya y los escritos de Johann Joachim Winckelmann (1717-1768), arqueólogo clásico e historiador de arte alemán, contribuyen a ello. El Rococó se considera depravado y enfermizo. Lo clásico y lo moderno se conciben como dos tendencias hostiles.

El clasicismo hispano

Durante el siglo XVIII, España mantiene una rica actividad musical poco conectada con el resto de Europa, falta de conexión que se muestra en el absoluto desconocimiento de la obra de Mozart. La corte prefiere la música italiana a la española y ello dará lugar a enconadas polémicas entre los partidarios de ambos estilos, empeñados en hacerlos parecer irreconciliables.

Aparte de la influencia de Haydn, la mayor parte de la música y de los músicos que vienen del extranjero llegan de Italia, como sucede con el castrato Farinelli o con el clavecinista y compositor Domenico Scarlatti (1685-1757), que llegó en 1728 a España con la princesa, después reina, Bárbara de Braganza, a cuyo servicio había estado desde 1721, en Portugal y que influirá profundamente en la obra de autores como Antonio Soler.

Fue muy importante la estancia en la península del gran compositor italiano Domenico Scarlatti (1685-1757), en el periodo inmediatamente anterior al clasicismo. Scarlatti fue a Lisboa como maestro de capilla de Juan V de Portugal y maestro de la infanta María Teresa Bárbara, para la que escribió la mayor parte de sus 550 sonatas. Scarlatti pasó luego a España como profesor de música de Fernando VI y de su esposa Bárbara de Braganza.

Otro compositor italiano, Luigi Boccherini, se trasladó a Madrid en 1769 con el cargo de compositor y virtuoso de cámara del infante don Luis. Juan Crisóstomo de Arriaga, que nació en Bilbao en 1806, fue discípulo suyo, así como de François Joseph Pétis y de Pierre Baillot. Arriaga escribió tres cuartetos para instrumentos de cuerda, una obertura y sinfonía para gran orquesta, un Stabat mater, una salve, una misa, romanzas y cantatas y también las óperas Edipo, escena para tenor y orquesta (1818) y Los esclavos felices (1820).

En el panorama musical español sobresale el músico valenciano Vicente Martín y Soler. Estrenó con mucho éxito en Italia donde se le conocía como Martini lo Spagnolo. Más tarde en Viena llegó a competir con Mozart. Martín y Soler es autor de Una cosa rara (1786), obra de la que el compositor austriaco recoge un fragmento en el Don Giovanni. También es autor de L’arbore di Diana y de otras óperas. Contemporáneos de Mozart fueron también el padre Antonio Soler, Antonio Eximeno, Juan Andrés y Esteban Arteaga, Blas de la Serna y Jacinto Valledor.

Así las dos figuras más importantes del Clasicismo en España serán el monje jerónimo Antonio Soler (1729-1783), autor de música para clave y para órgano, de conciertos y de música sacra, y el compositor y violonchelista italiano Luigi Boccherini (1743-1805), que llegó a España en 1768, donde permaneció hasta su muerte. Además de ellos, destacan, dentro de la música para teclado, Sebastián de Albero y Añaños (1722-1756), y en la de oboe los hermanos Juan, José y Manuel Pla Ferrusola, conocidos en toda Europa. Los tres hermanos tocaron con éxito en diferentes orquestas europeas y compusieron música de cámara así como óperas.

Antonio Soler y Ramos (1729-1783)

Antonio Soler y Ramos fue compositor y clavecinista, representante de la escuela española de música para teclado del siglo XVIII, y seguidor de la corriente musical introducida en España por el italiano Domenico Scarlatti. Es el principal sucesor de Scarlatti dentro de la escuela española de música para teclado del siglo XVIII.

Soler es el maestro más renombrado de la escuela clavecinística española y su descollante personalidad domina poderosamente en el panorama de la música española del siglo XVIII, en un estilo sencillo y directo. Lo más importante de su obra son sus sonatas para clave.

Se le considera el maestro español más renombrado de la escuela de clave y su marcada personalidad domina poderosamente en el panorama de la música española del siglo XVIII. La música de Soler muestra influencias de Scarlatti y de la música popular española. Entre sus más de 400 obras se encuentran composiciones religiosas y de teatro y piezas para órgano y clavicémbalo.

Su música vocal en latín sigue el estilo polifónico, aunque la mayor parte de la obra vocal religiosa en latín se encuentra en el estilo moderno o armónico.

Su música vocal en español comprende un total de 125 villancicos. Dos tipos de villancicos: los interpretados en festividades religiosas del monasterio, de estética italiana y más complejos en lo literal y lo musical, y los villancicos de Navidad, contrarios a los anteriores ya que se acercan a las formas populares españolas.

Su música teatral tiene la finalidad era entretener a los colegiales y seminaristas, por lo que no encontramos influencia italiana sino de nuevo formas españolas. Muchas de sus obras escénicas utilizan textos de Calderón de la Barca.

Su música para tecla alcanza un puesto de primero orden. Alejándose del lenguaje italiano, crea uno esencialmente español, incorporando elementos del folclore español. Emplea en su obra para tecla el lenguaje galante y clásico, y en el ámbito organístico se desenvuelve como un maestro contrapuntístico.

Su música de cámara se aleja del Barroco y se acerca al estilo galante. Como teórico escribió un tratado sobre la armonía titulado Llave de la modulación y antigüedades de la música (1762), libro fundamental en su tiempo. Se divide en dos partes en las que nos habla de la teoría de la modulación, y reflexiona sobre la creación artística y el significado de las reglas. Esto es lo más novedoso de su obra. En la segunda parte realiza un examen acústico de los intervalos y la escala.

El prerromanticismo

El nuevo culto a lo clásico es un movimiento romántico. La Antigüedad es un periodo perdido en el sentido de Rousseau. Rousseau y Winckelmann son contemporáneos. El Sturm und Drang inspirado en Rousseau acentúa la parte natural del hombre.

El movimiento literario alemán Sturm und Drang, ‘tormenta e impulso’ (1765-1785), surgió como reacción al excesivo valor atribuido por la ilustración al intelecto, la razón y el refinamiento de la civilización. Estimulado por las ideas del filósofo francés Jean-Jacques Rousseau, y bajo la influencia directa de Johann Gottfried von Herder, algunos jóvenes escritores alemanes comenzaron a preocuparse ante todo por la emoción subjetiva y la espontaneidad del acto creativo.

El arte de la revolución después de 1789

El Clasicismo estaba envuelto en la lucha contra el Rococó como arte frívolo y contra el prerromanticismo. El Clasicismo de la Revolución depende del ideal de vida estoico de la burguesía progresista. Hasta 1780, el Clasicismo se limitó a una lucha con el arte cortesano, ahora será el estilo que escoja la Revolución de 1780 a 1800. Comienza una nueva fase del Clasicismo.

Hasta la Revolución de julio, estaban en lucha

Naturalismo burgués.

Sentimentalismo prerromántico.

Sensualismo rococó.

Clasicismo

La Revolución escogió el Clasicismo como estilo más acorde con su ideología: ideales patrióticos y heroicos, virtudes cívicas e ideas republicanas de libertad. Libertad, rigor espartano, autodominio estoico, patria, heroísmo sustituyen ahora a los conceptos morales de la burguesía en su ascenso económico; conceptos morales que ya se habían debilitado tanto que, al final, la burguesía se había convertido en una sustentadora de la cultura del Rococó. Con la Revolución el arte se convierte en una confesión de fe púbica.

Sociología del arte del siglo XVIII

La evolución del arte cortesano desde finales del Renacimiento se detiene en el siglo XVIII por obra del subjetivismo burgués. El Rococó representa ya cierta ruptura con la tradición cortesana. La tendencia barroca a lo monumental, solemne, ceremonial y patético desaparece ya en el primer Rococó y deja lugar a la preferencia por lo gracioso e íntimo. Los elementos decorativos y convencionales del Rococó, procedentes del Barroco, se disuelven paulatinamente y son sustituidos por el gusto burgués.

El ataque a la tradición proviene de dos direcciones distintas, pero en ambas está orientado al mismo ideal opuesto al gusto cortesano: el emocionalismo de Rousseau y al racionalismo-clasicismo (Lessing, Winckelmann). Ambas direcciones oponen al arte cortesano el ideal de la sencillez y la seriedad de un concepto puritano de la vida.

En Inglaterra la transformación del arte cortesano en burgués se consuma más pronto; en Francia la tradición barroca-rococó continúa subterránea casi hasta el Romanticismo. Pero al finalizar el siglo no hay en Europa sino un arte, el burgués. Quizás dentro de este arte burgués haya una dirección conservadora y otra progresista, pero a no hay un arte vivo que exprese el ideal cortesano; al tomar la burguesía el poder económico, social y político, se disuelve el arte cortesano.

La evolución comienza con la Regencia, que socava el poder real como principio de autoridad absoluta y critica la autocracia. La Corte pierde su carácter de centro del arte, y se disuelve el clasicismo barroco como expresión del poder absoluto. El proceso ya comienza con Luis XIV: las guerras interminables y la ostentosa edificación desquician las finanzas de la nación y la población empobrece.

Hacia 1685, se cierra el periodo creador del clasicismo barroco: Racine, Molière, etc. han dicho la última palabra. Con la disputa de los antiguos y los modernos comienza la lucha tradición contra progreso, antigüedad contra modernidad, racionalismo contra emocionalismo, que encontrará su fin en el prerromanticismo de Diderot y Rousseau.

El siglo XVIII es el siglo de la coexistencia del Clasicismo y el Prerromanticismo.

Clasicismo

 

Racionalismo ilustrado. Empirismo de Voltaire: el mundo es comprensible, explicable e investigable.

El genio es la inteligencia esclarecida vinculada a la razón, la teoría, la historia, la tradición y los convencionalismos.

Prerromanticismo

 

Irracionalismo, emocionalismo, Rousseau: el mundo es misterioso, incomprensible y desposeído de significado. Subjetivismo.

El genio es un ideal sin los vínculos de la idea del genio clasicista. El genio se redime de las miserias cotidianas en la tierra imaginaria de una libertad sin restricciones. El genio vive libre de las cadenas de la razón alimentado por fuerzas místicas, que le hacen innecesaria la experiencia sensible ordinaria.

La música en el siglo XVIII

El siglo XVIII en música es el siglo del estilo clásico-romántico, donde los dos elementos viven unidos y en lucha al mismo tiempo. Los dos elementos se distinguen según que pongan el acento más o menos en la fuerza de la forma. Ahora predomina la melodía, desde primeros del siglo XVIII, la armonía. El logro más grande de la época clásico-romántica es la fusión de lo popular con el arte más acabado.

En el siglo XVIII comienza, sobre todo en España, el auge del folclore. Es un arte popular y acabado al mismo tiempo. La música se convierte en un lenguaje universal que nivela las clases sociales. El gusto de la aristocracia será el mismo que el de la alta burguesía.

Épocas:

Periodo clásico temprano hasta 1770

 

Rococó o estilo galante (1700): adorno y gracia, ligereza y elegancia.

Estilo sensible (1730): contrastes expresivos.

Prerromanticismo (1760), “Sturm und Drang” (‘tormante e impulso’): aumenta la expresividad del estilo sensible. La Naturaleza triunfa sobre la razón. Comienza con C. Ph. E. Bach y sigue con Haydn y Mozart.

Periodo clásico (1770-1810): Haydn, Mozart y Beethoven

 

Escuela de Viena: La armonía se hace más diferenciada. La música se convierte en el arte más influyente. Lo importante es la presentación del sentimiento como un proceso con intensificación gradual desplegándose regularmente en toda la pieza. Los sentimientos se hacen más importantes y por ello se dramatizan más. Esta dramatización diferencia a las nuevas formas cíclicas (presentación, conflicto, solución) de la sinfonía y sonata de las viejas formas secuencialistas: fuga, suite, etc.

La música secuencial anterior parecía más comedida y templada, con tratamiento regular del contenido emocional. La nueva música, con sus constantes elevaciones y caídas, tensión y aflojamiento, exposición y desarrollo, daba la impresión de más inquietante y excitante (Beethoven).

Las piezas estaban compuestas para ser representadas una y otra vez, no por encargo de un príncipe de la Iglesia para una fiesta determinada. Las composiciones entran en un mercado libre y no es música de encargo, por eso hay que “llegar al público” mediante nuevos impulsos. La lucha por el público llevó a la agudización del elemento expresivo que caracterizó la música del siglo XIX.

La música se convierte en arte de la burguesía y su expresión más libre. La burguesía es el mejor cliente de la música. Se va perdiendo la dependencia del compositor de sus mecenas. Las obras ya no están destinadas a ser tocadas una sola vez, son compuestas con más esmero.

Haydn compuso ya con gran esmero, pero aún compuso 100 sinfonía; Mozart escribe solamente la mitad; mientras que Beethoven solo compone 9. Haydn vivió aún al servicio de un noble; Mozart ya tuvo sus desavenencias con el arzobispo de Salzburgo y Beethoven trató a sus mecenas como iguales. Con Beethoven se convierte la música en la expresión de los sentimientos de la humanidad, en lenguaje universal e igual para todas las clases sociales.

La música del siglo XVIII en España

El siglo XVIII se caracteriza en la música española por su decadencia y por la invasión de instrumentistas y operistas italianos. Hay un intento fracasado de introducir la ópera, que provoca una reacción musical, la tonadilla, bastante afín a los intermezzi italianos, con pocos cantantes acompañados de la guitarra o una pequeña orquesta. Las tonadillas son una típica manifestación española similar a la zarzuela, que influirá en compositores de la maestría de Albéniz o Falla.

Pero la música instrumental italiana sí encontró acogida en el ámbito del clave y la música de cámara; se consideran prácticamente españoles a Scarlatti, que vivió en la península más de 30 años, y a Bocherinni, que influyó en los instrumentos de teclado de España. La producción de Scarlatti asimila ritmos de danza, temas melódicos e instrumentos populares típicamente españoles, que gracias a su mediación otros músicos recogen, como Antonio Soler, el mejor compositor español, de clara influencia scarlattiana.

El paso al siglo XVIII y la llegada con él de la dinastía borbónica a la corte de Madrid introdujo abruptamente en España el estilo italiano, entonces en plena difusión por toda Europa, que inundó la música religiosa y escénica.

La llegada de los borbones al trono español en 1700 y su consolidación tras la Guerra de Sucesión traería el desembarco de músicos italianos a la corte madrileña. Sus innovaciones instrumentales y armónicas irradiarían desde ahí a toda la producción musical del país: fórmulas tonales, escritura idiomática instrumental, estilo concertante, formas como la cantata y el aria da capo... En prácticamente todos los géneros musicales las formas y el estilo musical se adaptaron de un modo u otro a la italianización, aunque conservando aún rasgos locales.

Así, las cantadas mezclan coplas y estribillo con la presencia de recitativos y arias, combinando así elementos del villancico español y de la cantata italiana. La música litúrgica introdujo progresivamente nuevos instrumentos, notablemente los violines y los nuevos instrumentos de madera (como oboes en lugar de chirimías), produciéndose así nueva música concertada sin desterrar del todo las viejas formas polifónicas ni, claro está, el canto llano: prueba de ello es la permanencia del bajón en las capillas, incluso tras la inclusión del fagot, su versión modernizada. De modo similar la zarzuela combinaría formas y rasgos locales con arias y escritura italianizantes. La música instrumental adoptaría más plenamente aún estas novedades: sería decisiva la llegada a la corte de Domenico Scarlatti.

Entre los autores destacados de la primera mitad del XVIII español cabe citar a Sebastián Durón (1660-1716), José de Torres (1665-1738), Francisco Valls (1671-1747), Antonio de Literes (1673-1747), Pedro Rabassa (1683-1767), Juan Francés de Iribarren (1699-1767) y José de Nebra (1702-1768).

Dentro del movimiento popular antifrancés contra los ilustrados o “afrancesados”, surge una rehabilitación del folclore, sobre todo el flamenco, que influirá en los grandes músicos de los siglos XIX al XX.

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